1 de noviembre 2020
En 2021, los ingresos del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), sufrirán un deterioro de 2.9% si se miden en córdobas, (y de 4.7% al transformarlos a dólares), mientras los gastos crecerán 3.6% en el mismo período, lo que generará un déficit de 8050.3 millones de córdobas. Ese monto es 29.5% mayor que los 6218.7 millones que, se proyecta, sumará el déficit en el año en curso.
Diversos estudios actuariales mostraron que la salud financiera del INSS pendía de un hilo, a la vista de cómo crecían los gastos de la entidad, sin que sus ingresos crecieran al mismo ritmo. Aunque ya en 2013 se produjo déficit de efectivo por primera vez (-192.1 millones), los cálculos mostraban que las reservas se acababan en algún momento a partir de 2017, si no se hacía nada.
“Todas las proyecciones actuariales que se han efectuado mostraban déficits crecientes y cada vez más enormes del INSS a lo largo del tiempo, debido al creciente costo del pago de pensiones y atención médica asociados al proceso de envejecimiento de la población”, dijo un especialista que prefirió el anonimato.
“La actual crisis [política, social, económica y epidemiológica] ha precipitado el surgimiento de déficit inmanejables que serían mayores en los años subsiguientes”, añadió.
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En julio de 2013, la irrupción del clamor nacional para que se otorgaran pensiones reducidas a miles de adultos mayores que no habían cumplido el requisito mínimo de cotizar 750 semanas (casi 15 años), rompió ese equilibrio precario, y aceleró el deterioro financiero del INSS, al cargarle una erogación adicional de 9.4 millones de dólares, que ha ido creciendo con el tiempo.
Para tratar de paliar el deterioro causado por tal decisión, el 20 de diciembre de ese mismo año, se reformó el Reglamento de la Seguridad Social, (luego de consultar al Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), que presentó su contrapropuesta) para crear un parche que durara una generación, pensando que no sería necesario hacer cambios hasta más de dos décadas después.
El resultado de estas decisiones fue una profundización del déficit de efectivo del INSS, que se cuadruplicó en 2014, alcanzando los 886.9 millones, y siguió creciendo todos los años. Datos oficiales muestran un déficit proyectado de 6218.7 millones para 2020, y de los ya citados 8050.3 millones para 2021.
“La causa fundamental de la masiva ampliación de los déficits está dada por el incremento en los costos por pago de pensiones y otras prestaciones, y de los servicios médicos adquiridos por el INSS”, añadió la fuente.
La crisis aceleró en 2006
La aceleración del período hasta ahora ininterrumpido de déficits, puede rastrearse hasta 2006, año en que los gastos crecieron en casi 600 millones de córdobas (21.5% más que en 2005), para cerrar el año en 3351.4 millones de córdobas.
Trece años después, ese monto casi se ha multiplicado por diez, al completar 32 264.9 millones de córdobas, pero mientras las remuneraciones a empleados crecían casi nueve veces (desde 197.8 millones hasta 1780.1 millones), y el rubro “otros gastos” se incrementaba en 8.4 veces (de 1126.5 a 9518.8 millones), eran las pensiones y prestaciones sociales las que marcaban el rumbo de la debacle.
En 2006, el INSS dedicó 2008.8 millones para cumplir con esas obligaciones. El rubro acumuló erogaciones por 20 635.5 millones (10.3 veces más), y se calcula que ese número seguirá creciendo, no solo en la medida en que aumenta el porcentaje de la población que entra a la tercera edad, sino también, el de asegurados que comienzan a padecer de forma crónica, de dolencias y enfermedades cuyo tratamiento resulta cada vez más caro.
En ese mismo período, los ingresos del INSS crecieron en solo 6.5 veces, al pasar de 4535.2 millones en 2006 (cubriendo así 1.4 veces el nivel de egresos); a 29 554.1 millones (0.9 veces los gastos totales de ese año).
En contraste, disminuyen los ingresos por cotizaciones, dado el proceso de ‘desafiliación’ avanzada que se observa –al menos- desde enero de 2018, cuando había un poco más de 911 100 afiliados a la seguridad social, número que comenzó a disminuir de forma más acelerada a partir de mayo de 2018, hasta cerrar agosto de 2020 en 695 900 inscritos, lo que representa una merma de 23.6% en el número de cotizantes.
Los números muestran que, a futuro, seguirá creciendo el déficit del INSS, a pesar de los esfuerzos de la Administración de Daniel Ortega por inyectarle recursos, cumpliendo de forma adelantada con los abonos a la ‘deuda histórica’ con el sistema de la seguridad social en el país, que serán insuficientes para cerrar una brecha que llegará hasta los 179.6 millones de dólares en 2021, y escalará hasta los 224.7 millones de dólares en 2021.
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