26 de octubre 2020
En esta primera parte voy a explicar algunos de los temas que motivan a la gente que apoya a Donald Trump. La segunda parte va a ser sobre Biden.
Con un poco de objetividad, sin demonizar a nadie, y no necesariamente en orden de importancia, estos son algunos de esos temas.
Los republicanos en general favorecen un mercado más libre, con menos impuestos y menos regulaciones. Con excepción de las tarifas que la administración de Trump ha impuesto a China y otros países, y que realmente son un aumento de los impuestos a los estadounidenses, Trump le ha bajado los impuestos a la mayoría, aunque no a los más pobres. Es cierto que el recorte de los impuestos favorece a los ricos, pero en la lógica de los republicanos, los ricos son los inversionistas y ellos necesitan tener más dinero para invertir. Para los republicanos, es mejor que el sector privado tenga el dinero, en vez de dárselo a los políticos para que lo malgasten.
Biden, que no sabe expresarse bien, dijo que iba a anular el recorte de impuestos de Trump, diciendo prácticamente que le iba a subir los impuestos a la mayoría de los estadounidenses. Eso no es cierto, su plan es de subirle los impuestos a los que ganan US$400,000 o más, pero al decirlo de esa manera le regaló un buen argumento a Trump.
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Trump, para incentivar a los sectores productivos que viven de la explotación de los recursos naturales, anuló muchas de las regulaciones que protegían el medio ambiente. No es de extrañarse entonces que encuentre apoyo en los sectores que viven de la explotación de los recursos naturales.
Hasta antes de la pandemia, la economía era su logro más importante y tenía mucho apoyo por eso. Desde el punto de vista de los datos macroeconómicos, o sea, el crecimiento del PIB per cápita, la tasa de desempleo y de inflación, la economía parecía robusta y seguía creciendo. Para él y para su partido, esa era una prueba de que su política económica estaba funcionando.
Hay gente que cree que una vez que pase la pandemia, Trump va a lograr que la economía se recupere rápidamente. Porque quisiera que los buenos tiempos continúen, o que regresen, es que Trump quiere mantener abierto el país a pesar de la pandemia.
El aborto es otro de los temas que divide profundamente a los estadounidenses. Los conservadores sociales quieren penalizarlo y los liberales optan por despenalizarlo pero con regulaciones. (Mi comentario: No es que un sector sea pro-vida y el otro no, los republicanos favorecen la pena de muerte, y el gobierno de Trump la ha restituido después de una pausa bajo la administración de Obama. Hay evidencia de que se ha ejecutado a un buen número de inocentes que no pudieron contratar a un buen abogado).
El mayor logro de Trump, para los conservadores, es que ha nominado para la Corte Suprema a jueces que pueden anular el caso Roe vs. Wade, que legaliza el aborto.
El derecho a portar armas divide al sector rural, generalmente conservador, del urbano, mucho más liberal. Por una serie de razones, entre las cuales está la falta de policías, la gente de las zonas rurales quiere tener derecho a portar armas. Bernie Sanders, el candidato socialista que viene de un estado con una alta población rural, apoyaba el derecho a portar armas. La gente de las zonas rurales no confía en que los demócratas van a respetarles ese derecho.
Otro tema es la inmigración. Trump está tratando de disminuirla, y para eso ha puesto una serie de obstáculos para desincentivar a los inmigrantes.
Hay algunos sectores que están en contra de los indocumentados, otros que están en contra de la inmigración en general, y otros que están en contra de la inmigración de gente que no es blanca. Todos los sectores que por alguna razón están en contra de algún tipo de inmigración, apoyan a Trump.
Esto está ligado al nacionalismo, especialmente al nacionalismo blanco. Hay un sentimiento en algunos sectores de que la nación está bajo ataque por fuerzas internas y externas. A nivel interno sienten que el poder de los blancos se está disminuyendo porque el país es más diverso. La nación, como la conciben ellos, forjada por héroes blancos, infalibles e impolutos, está siendo contaminada. Los intelectuales y las nuevas generaciones, como es normal en una sociedad abierta, cuestionan la versión oficial de la historia. Los conservadores, fieles a su nombre, se aferran a un pasado imaginado.
Por eso, los republicanos han visto las manifestaciones del verano pasado con horror, y le han dado más importancia a los hechos violentos de una minoría que a las manifestaciones pacíficas contra el racismo. Ya de por sí los republicanos no consideran que el racismo sea sistémico en Estados Unidos, por lo que no están a favor ni de las manifestaciones pacíficas. Es peor cuando hay vandalismo y violencia.
La solución propuesta por Trump es que la policía debe imponer la ley y el orden por la fuerza. Con ese enfoque para enfrentar la situación, él se gana a un buen porcentaje no sólo de la gente que cree que no hay racismo sistémico, sino también de los policías, que sí tuvieron que enfrentarse a actos de violencia y vandalismo, y que consideran que los demócratas y Biden no fueron inequívocos y enérgicos en condenarlos.
El nacionalismo también se manifiesta en las relaciones internacionales, comerciales y diplomáticas. Las políticas de mercado libre ha afectado negativamente a la industria manufacturera y extractiva. También las compañías estadounidenses creen que están perdiendo dinero con el robo de la propiedad intelectual. Trump, con su retórica y con sus tarifas, está tratando de revertir esta situación.
La retórica y la postura de Trump es convicente para los latinos republicanos, especialmente para un buen porcentaje de los cubanos, los venezolanos y los nicaragüenses. Como Trump ha sido duro con los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, los de la diáspora que están en contra de esos gobiernos encuentran en Trump a un aliado. Ellos creen que Biden es socialista o que los socialistas lo van a influenciar.
Y así con esos temas, Trump suma votos. ¿Puede ganar Trump? Según las encuestas, lo más probable es que gane Biden. Biden va a ganar el voto popular, pero Estados Unidos es una federación y cada estado de la federación tiene derecho a una cantidad determinada de votos para elegir al presidente. Hay algunos estados que son claves porque oscilan entre el partido republicano y el demócrata. Trump sólo tiene que movilizar a su base blanca y rural de esos estados para ganar, y puede ganar con un margen bien pequeño.
Al final, va a ganar el que saque más gente a votar, y eso es más difícil de predecir.
Si pierde Trump, los temas mencionados anteriormente no van a desaparecer y la polarización seguirá. Él sólo es el vocero de algunas de las fuerzas en conflicto en la sociedad estadounidense.
Si gana Trump, ¿se cae el sistema democrático republicano? Hay muchas predicciones fatalistas que dicen que sí, pero probablemente son exageraciones. Lo más seguro es que las instituciones republicanas van a sobrevivir.
En primer lugar, el presidente no se puede reelegir para un tercer periodo. Eso le va a mermar su poder y su influencia.
Y dentro de ese sistema republicano, en dos años habrá elecciones para diputados y senadores, y eso le dará al pueblo la oportunidad de corregir el error, si cree que el presidente no está cumpliendo con sus funciones.
La corrección realmente está a la vuelta de la esquina. Ni las elecciones ni la libertad de prensa se van a anular en Estados Unidos en un futuro próximo.
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