21 de octubre 2020
Se ha dicho que, en abril de 2018, el régimen Ortega Murillo perdió al país. La estrategia del “Vamos con todo” se llevó por delante muchas vidas valiosas, jóvenes, niños, estudiantes, trabajadores, pero también se llevó por delante el apoyo de una enorme porción del pueblo nicaragüense que aún creía en las bondades del régimen. El triunfalismo económico que había sido fundamental en esa aceptación se fue a pique, igual que las inversiones y con ello, el empleo de miles de personas.
Con la trilogía del mal, como le han llamado los periodistas al conjunto de las tres leyes nefastas para la ciudadanía que está decretando el régimen para darles un marco legal a las restricciones que desde hace mucho tiempo venimos padeciendo los y las nicaragüenses, no solamente van a acabar con los pocos vestigios de respaldo que aún le quedan, sino que están destruyendo principios en los que decía fundamentarse la doctrina del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
A la cooperación internacional, también llamada solidaridad internacional, de la que ha sido beneficiario el FSLN desde antes de acceder al poder en 1979, se le llamó “la ternura de los pueblos” y fue puesta en práctica desde mucho tiempo atrás. Los Comités de Solidaridad que se formaron en distintas ciudades de América Latina y Europa, le permitieron al FSLN no solamente disponer de recursos financieros y en algunos casos armas, sino también ganar simpatías para la causa, la que se extendió más allá de los años 80. No fueron pocos los Gobiernos y grupos de América Latina que se vieron directamente envueltos en iniciativas de apoyo para el derrocamiento de la dictadura de Somoza. Esta solidaridad se extendió a lo largo de los años 80 y los Comités de Solidaridad en muchas partes del mundo continuaron apoyando al gobierno sandinista, elevando su voz para defenderlo. Es posible que el voto en contra de algunos eurodiputados en el Parlamento Europeo a las sanciones propuestas en días pasados contra el régimen Ortega Murillo, contenga remanentes de ese trabajo de los Comités de Solidaridad.
Con la vuelta al gobierno del FSLN en 2006, la ayuda externa recibida llegó a alcanzar antes de 2018 unos mil millones de dólares anuales según información del Banco Central, incluida la cooperación venezolana que en algunos años llegó a superar los 500 millones de dólares anuales.
Será que el FSLN y el mismo Gobierno se tendrán que declarar “agentes extranjeros” por haber aceptado la ayuda externa proveniente de tantos países. Este principio de la solidaridad aceptado, elogiado para el FSLN y su Gobierno
cuando les beneficia a ellos, es vilipendiado, penalizado y fácilmente convertible en delito si los beneficiarios son otras organizaciones o personas. O será que como dejó de ser un principio válido para el FSLN, ya no lo es para nadie. Se acabó “la ternura de los pueblos”.
La otra propuesta de ley, la de cadena perpetua, en esencia está dirigida contra opositores molestos a los que, para quitarlos del medio, se les inventan delitos. Para ello cuentan con una maquinaria judicial que funciona como complemento de la represión. Esto ha sido muy bien documentado por los medios de comunicación. Pero aún si la aplican solo a delincuentes sin razones políticas de por medio, lo que parece difícil por la manera en que el régimen ha procedido, la ley rompe con otro de los principios básicos en que se inspiró o dijo inspirarse la revolución sandinista que tenía como lema “ante problemas sociales, soluciones comunales”, de esta manera se esperaba que ante las faltas que una persona pudiese cometer, siempre había una solución que podría aportar la comunidad. Para eso estaba la comunidad, el barrio, para educar a la persona, para brindarle su apoyo, su solidaridad y no la solitaria celda a la que la nefasta ley le condena para siempre. Otro principio que se niega. Se acabaron las soluciones comunales. Ahora solo vale el castigo individual y entre más grande el castigo, pues mejor, para eso “vamos con todo”.
Esta ley no solamente rompe con todos los acuerdos en materia de derechos humanos a los que Nicaragua se ha comprometido, sino que rompe con uno de sus principios más preciados, quien comete un delito tiene derecho a su rehabilitación y a la reinserción en la sociedad. Pero, sobre todo, rompe el principio de que la sociedad debe proteger a todas las personas, incluidos los llamados delincuentes. En la “nueva” Nicaragua, eso no importa, lo que vale es el castigo y entre más fuerte, mejor. Lo que me parece más terrible es que presumen de haber logrado dos millones de firmas respaldando esa ley. ¿Será que pusieron a firmar a todas y todos los estudiantes de los centros públicos? Solamente así se pudo haber llegado a esa cantidad de firmas. ¿Cuál sería la oferta? Aprobación sin exámenes finales, eliminación del examen de admisión a las universidades o cualquiera de estas medidas dirigidas a continuar deteriorando la ya raquítica calidad educativa de nuestro país. Y en los barrios, ¿cuál sería la oferta? Se conoce que, mucha gente firmó para no ser denunciada y obviamente, condenada, quizá a cadena perpetua.
Sobre los ciberdelitos o la “ley mordaza” como se le ha llamado, es un complemento de las anteriores para asegurarse que no salgan a la luz los atropellos contra la ciudadanía, las violaciones a los derechos humanos y por supuesto, la falta de principios que hoy caracteriza a la cúpula gobernante. La libertad de expresión suspendida para siempre, no es de hoy, la censura y la represión por decir lo que no quiere escuchar el régimen ya lo hemos conocido en los 80 y después de 2007. Pero especialmente la hemos sufrido a partir de abril de 2018, en que de facto fueron suspendidas todas nuestras libertades, incluida por supuesto la libertad de expresión.
Sin embargo, así como el régimen perdió al país en 2018, la voz de las mayorías no dejará de manifestarse y expresarse como lo han hecho hasta ahora. Los deseos de libertad, justicia y democracia siguen tan vivos como muertos están los principios que antaño proclamaba el FSLN. O es que ya no hay partido y lo que existe es solamente una cúpula decidida a enriquecerse cada día más y, sobre todo, empeñada en hacerle daño a su propio partido, convirtiéndolo en una máquina prebendaria cuando hay prebendas para repartir o en una máquina represiva cuando las armas es lo único con que cuentan para tratar a sus enemigos. Se acabó el partido, y con esa pérdida parecen haberse acabado también sus principios. Sería la pregunta que seguramente se hacen sus militantes como el Chino Enoc, cuya diatriba se deja oír en solitarios, pero viralizados videos.
Ojalá los pocos o los muchos que siguen al régimen analicen esas leyes bajo la lupa de los principios que decían tener y no solamente porque esas fueron las orientaciones.