9 de octubre 2020
Recientemente se ha dispersado en las noticias y principalmente en las redes sociales, el tema del anuncio de la suspensión del examen de admisión en la UNAN Managua para los próximos primeros ingresos 2021. He podido leer una gran cantidad de comentarios, desde perspectivas variadas, jóvenes estudiantes y profesionales adultos han emitido juicio respecto a la polémica decisión de las autoridades de dicha casa de estudios, alma mater que fue mi segunda casa durante cinco años, hasta que en 2018, de forma arbitraria, me hicieron parte de esas históricas expulsiones masivas que fueron efectuadas en contra de estudiantes opositores al régimen orteguista. Lo menciono porque precisamente en el tema del examen de admisión, comparto que yo lo hice y lo aprobé, ganando mi cupo para estudiar Medicina, logro que se me fue arrebatado cinco años después de haber clasificado.
Recuerdo perfectamente el sentimiento que me generaba cada día previo al examen, esa angustia en el pecho con el temor de no aprobarlo, especialmente porque no puse segunda opción en mi prematrícula, ya que estaba definido que, o era Medicina o nada. Recuerdo también que el día del examen debía estar a las siete de la mañana en la UNAN y, para evitar cualquier contratiempo, me desperté desde las tres de la madrugada y a las cinco de la mañana me fui. Quería estar seguro de no perder aquel examen. Posteriormente mientras lo hacía, no podía evitar revisar hasta tres veces la respuesta que había puesto; al salir del aula, que casualmente estaba en la Facultad de Ciencias Médicas, específicamente en los pabellones de Odontología, pensaba que ya estaba libre, que ya el examen estaba hecho y que la angustia y temor se habían ido, la verdad me sentí muy seguro. Sin embargo eso no duró mucho, ya en la tarde de ese mismo día tenía otra cosa en mente, la duda sobre si clasificaría o no, eso lo mantuve hasta que al fin vi aquella marca en el sistema que decía “Clasificó en Medicina”, de las mejores noticias que he recibido, sino es que la mejor. Lamentablemente, en 2018 otra marca apareció nuevamente, pero en esa ocasión decía “Expulsión por falta grave”
Detallo un poco lo antes expuesto porque al escuchar el término “examen de admisión”, lo recuerdo todo tal cual. Pero lo que realmente quiero transmitir, es que, se lo que es presentar esa prueba, lo que significa y la importancia que tiene, por ende puedo comprender la preocupación que muchos han manifestado al enterarse de la suspensión de la misma, pero sinceramente, para mí esto no es una preocupación, pese a mi lucha estudiantil dentro del movimiento Acción Universitaria, donde hay más estudiantes expulsados, no me inquieta que la UNAN Managua haya anunciado dicho cambio en las admisiones, y comparto mis razones:
En primer lugar, porque si de por sí la educación secundaria previo a la pandemia estaba muy deficiente como para capacitar a un estudiante para concursar por cupo en la UNAN Managua, imaginemos la baja calidad que ha tenido esta educación durante la pandemia, es decir, los bachilleres no están en óptimas condiciones para dicha prueba, de hecho, si las condiciones políticas del país fueran otras, la idea de la suspensión del examen no sonaría tan alarmante y tendría sentido.
En segundo lugar, porque es un mito que quienes clasifican a la UNAN son los mejores. Dentro de la universidad uno se encuentra con muchos estudiantes muy sobresalientes y con otros cuyo desempeño deja mucho que desear, mientras hay personas que no logran aprobar el examen por algún motivo personal, pero tienen realmente las cualidades necesarias para cursar la carrera a la que no pudieron entrar. El examen de admisión es en realidad solo un filtro para otorgar cupos, no es un filtro para seleccionar calidad de estudiantes, y si hay duda de eso, piensen en ciertos “representantes estudiantiles oficiales” y estoy seguro que concordaremos en que a la UNAN no solo entran los mejores. Si reconozco que este examen motiva al estudiante a luchar por alcanzar tan deseada meta por méritos propios, y que eso también es un elemento de la educación.
En tercer lugar, si la preocupación sobre la suspensión del examen surge por el temor de que, a raíz de eso, a la universidad solo se les garantice el ingreso a los simpatizantes del régimen, pues debemos estar claros que esto ocurre con o sin examen. Esta prueba no frena la corrupción.
Entonces, lo que realmente preocupa es el progresivo detrimento de la autonomía universitaria, la disminución de la calidad educativa y la partidización política de la educación superior, todo esto manifestado en actos como persecución y expulsiones de estudiantes, despidos injustificados de docentes y proselitismo permanente que a su vez reprime el desarrollo del pensamiento crítico entre la comunidad universitaria. Todos los objetivos de la educación superior y los principios de la universidad están en riesgo, lo cual significa que toda una generación de jóvenes universitarios está en riesgo de formarse bajo estándares inadecuados de educación, esto a su vez atenta contra la sociedad en general.
Por lo tanto, considero que no es en sí el examen de admisión el inconveniente. Eso es solo una pequeña hoja del gran árbol de problemas que crece en las universidades estatales, mismo que se ramifica y enraíza poco a poco, la educación superior nicaragüense está rodeada de un vasta maleza que debe ser arrancada de raíz, pero eso no se dará oponiéndose a la falta de examen, sino a la falta de autonomía universitaria. Tampoco se corregirá exigiendo el retorno del examen, sino más bien, exigiendo el reintegro de los estudiantes expulsados, ya que hemos sido de gran manera afectados, entiéndase que con o sin examen otros podrán estudiar, pero en nuestro caso ninguna de las dos opciones nos abre las puertas nuevamente, somos una población de jóvenes a los que nos ha tocado luchar por nuestra cuenta en defensa a nuestro derecho a la educación, porque han sido extremadamente pocos los que se han sumado en esta lucha. No basta con mencionar de vez en cuando “los expulsados”, “la autonomía”, “los docentes despedidos”…
Si de verdad hay una genuina preocupación por la calidad de la educación, hay que emprender acciones enfocadas en esa vía, los estudiantes lo hemos hecho, pero faltan las manos de otros sectores. El tema del examen de admisión pasará, pero la situación de los expulsados y despedidos persiste.
¡A la libertad por la universidad!