6 de octubre 2020
Si a Danny de los Ángeles García González, preso político del régimen de Daniel Ortega, no lo hubiera capturado la Policía el pasado 14 de septiembre, estaría –quizá– en Masaya, su ciudad natal, bailando en las fiestas patronales en honor a San Jerónimo, de quien es fiel devoto. Pero en la cárcel en la que se encuentra, por tercera vez en dos años, apenas puede rezarle una plegaria y esperar un “milagro” para reunirse con su familia, a quienes no ha visto desde la mañana que volvió a prisión.
El día del arresto, tres patrullas de la Policía llegaron a la casa de Danny a las 5:40 de la mañana. Unos veinte oficiales, sin orden judicial, entraron a la vivienda y durante media hora revisaron el lugar. “No encontraron nada” alusivo a la oposición al régimen porque cinco meses antes, el 10 de abril, la misma institución había arrestado a Danny, allanado la vivienda, y se llevó las bisuterías azul y blanco que él y su pareja, Ruth Matute, también exrea política, vendían en línea.
Los oficiales esposaron a Danny con las manos atrás, lo condujeron hacia una de las camionetas y cuando estaban a punto de marcharse, uno de ellos volvió al interior de la vivienda. “Regresó por la motocicleta” del reo y se llevó “hasta el casco”, rememora su esposa.
Ruth buscó a Danny en la delegación policial de Masaya, pero ahí nadie le dio respuesta. Dos días después se enteró que su marido estaba en la Dirección de Auxilio Judicial, en Managua, porque fue exhibido como delincuente ante los medios de propaganda oficial. La Policía lo presentó junto a William Caldera Navarrete, a quien Ruth asegura que no conoce.
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Según la versión de la Policía, Danny y Caldera fueron arrestados cerca de la rotonda de San Jerónimo, en Masaya, el 14 de septiembre a las 7:30 a.m. A ellos supuestamente les encontraron diez artefactos explosivos con sus cápsulas detonantes, dos revolver calibre 38 y 5.4 kilos de marihuana, repartidos en una mochila y un saco. Por esta razón, el Ministerio Público los acusó un día después por los delitos de tráfico de explosivos, tenencia ilegal de armas de fuego y tráfico de drogas.
La información oficial también dice que los sospechosos habrían admitido a la Policía que los explosivos serían utilizados para atentar en contra de las instalaciones de la Alcaldía de Masaya y “sembrar terror y zozobra” en los barrios de esa ciudad. Señalamientos que “son falsos”, afirma Ruth. “Las tres veces que lo han detenido lo han sacado de su casa”, enfatiza.
Un artesano de ascendencia indígena
Danny García, de 32 años, es un artesano del barrio indígena de Monimbó, en Masaya. Antes de la Rebelión de Abril de 2018 trabajaba en el taller pirotécnico de su familia hasta que la Policía se los confiscó. Ese oficio lo aprendió de su padre, Julio García, desde que era niño. Pero fue hasta que concluyó el bachillerato que comenzó a trabajar y ganar su propio dinero a los 16 años de edad.
Su oficio como pirotécnico, afirman sus familiares, es la razón por la cual la Policía lo ha encarcelado tres veces. El seis de octubre de 2018, después que Monimbó se rebeló al régimen de Ortega, un grupo de oficiales ingresó a la casa de los García y capturaron a Danny junto a Martín Suazo y su hijo Edwar Suazo. Al día siguiente su esposa Ruth fue a dejarle desayuno a la delegación policial de Masaya, y ahí la apresaron a ella.
“A mí me echaron presa y me llevaron inmediatamente a El Chipote”, recuerda Ruth. Mientras tanto, en la delegación policial de Masaya, fueron liberados Danny, Martín y Edwar, a eso de las 9:00 A.M. Sin embargo, la libertad para Danny no duró mucho, ese mismo día la Policía “le mandó a decir que si él no se entregaba no me iban a liberar a mí”, por lo que él se presentó en EL Chipote, pero “a los dos nos dejaron presos”, rememora la mujer.
- Lee, de enero de 2019: Exigen libertad de Ruth Matute, presa política que necesita marcapasos
A Ruth, Danny y otros parientes suyos, la Fiscalía los acusó de fabricación de armas restringidas, financiamiento al terrorismo y conspiración en contra del Gobierno. Estuvieron 49 días encerrados en El Chipote donde “nos gritábamos para saber si estábamos bien”, pero “nos separamos completamente cuando nos trasladaron a mí a la (cárcel) la Esperanza y a él a La Modelo”, evoca Ruth.
De aquellos días en la cárcel, Allan Gómez, preso político excarcelado, recuerda a Danny como una persona “bastante apartada”, a quien la Policía persigue “porque tuvo ese taller” pirotécnico. Pero antes de apresarlos “les quitaron todo”, enfatiza. Danny y su esposa fueron excarcelados el 27 de febrero de 2019.
De hacer bisuterías a fabricar ataúdes
Al salir de la cárcel las oportunidades laborales para los presos políticos fueron prácticamente nulas. Danny y Ruth comenzaron vendiendo bisuterías en las ferias azul y blanco organizadas por la Unión de Presas y Presos Políticos de Nicaragua (UPPN), pero eso molestó a la Policía. Los oficiales los asediaron hasta que los mimos excarcelados dejaron de vender por motivos de seguridad.
El asedio fue difícil porque “sentíamos que tarde o temprano iban a entrar (a la feria) y nos iban a llevar”, explica Ruth. Desdichadamente su presagio se cumplió, el 10 de abril de 2020 Danny fue detenido por segunda vez. Oficiales de la Policía allanaron su vivienda, sacaron las pocas bisuterías que les quedaban de las ferias, y que vendían por internet y de paso se llevaron a Danny.
“Él estuvo cuatro días preso” en la delegación policial de Masaya bajo un proceso de investigación pero lo dejaron libre, cuenta Ruth. Sobre este hecho, una publicación de Artículo 66 indica que Danny no quiso brindar entrevistas a los medios de comunicación porque habría sido amenazado por la Policía. Desde entonces intentó pasar desapercibido.
Con la pandemia de la covid-19 llegó la oportunidad laboral que Danny estaba esperando. “Él es carpintero y aprendió a armar ataúdes”, explica Ruth. Estaba trabajando en una funeraria y el negocio “iba muy bien” hasta que lo apresaron por tercera vez.
Familiares tienen 21 días sin verlo
La última vez que Ruth vio a Danny fue la mañana que volvió a prisión. Una semana después del arresto fue a visitarlo a El Chipote, pero le dijeron que no tenía derecho a visita y le indicaron que volviera dos días después. Sin embargo, “la visita era jueves y el miércoles lo trasladaron al Sistema Penitenciario”, relata Ruth. “No lo hemos visto, no sabemos cómo está, si está bien o si le pasó algo”, continúa.
La abogada Yonarqui Martínez, es la única persona que ha visto a Danny desde que fue detenido, pero es muy poco lo que puede hacer por él. Durante la audiencia inicial, el pasado 29 de septiembre, la jueza Karen Chavarría, del Juzgado Noveno de Audiencias de Managua, admitió las pruebas presentadas por la Fiscalía y programó el juicio para el 17 de noviembre, a las 9:00 A.M.
Mientras tanto, en Masaya Ruth y su hijo de ocho años le piden a San Jerónimo por la libertad de Danny. Están seguros que, si él estuviera libre no se perdería “por ningún motivo” las fiestas patronales. Se pondría su cotona y bailaría hasta más no poder, aseguran que “es amante a la subida y bajada del santo”.
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