1 de octubre 2020
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El debate presidencial norteamericano del martes 29 de septiembre confirmó, en opinión de muchos, los temores sobre las próximas elecciones generales del tres de noviembre.
El presidente Trump denunció un fraude electoral antes que se cuenten los votos. La sombra de lo que sucedió hace veinte años genera un ambiente pesimista sobre la salud del sistema político norteamericano. Lo caótico del debate refuerza dichos temores. El daño está hecho: votaremos el día que está programado, pero no hay certidumbre cuándo sabremos los resultados.
Bush vs. Gore, 531 U.S. 98 (2000), fue una decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos que resolvió la disputa del recuento de votos en la de Florida.
Trump vs. Biden. El presidente republicano está siendo desafiado por el candidato del Partido Demócrata Joe Biden, el vicepresidente de Barack Obama, quien ha estado en la política estadounidense desde la década de 1970.
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A medida que se acerca el día de las elecciones, las empresas de encuestas intentarán medir el estado de ánimo de la nación preguntando a los votantes qué candidato prefieren. Si por la víspera se saca el día, la discusión no es por los problemas del país, sino un referéndum por la gestión del presidente Trump. Más personal, y menos institucional. El sistema como tal entró en crisis.
El año 2000 fue el año en que obtuve mi estatus legal como residente de Estados Unidos. Decidí estrenar mi tarjeta de residente viajando por primera vez a Nicaragua siete años después de haber salido hacia Estados Unidos de manera ilegal.
Por supuesto que me albergaba mucha alegría, ahora podía regresar a mi país de nacimiento y luego regresar legalmente a mi país adoptivo.
Viajé, no estoy seguro, un día antes, o el mismo día de las elecciones norteamericanas donde competían George Bush y Al Gore. Recuerdo que llegué temprano por la noche a Managua, pero no tanto como para poder viajar a Estelí donde mi mamá, o donde mi hermana en Jinotepe. Me quedé a dormir en Managua. Creo que un amigo y pariente político me ayudó a escoger donde alojarme, o fui yo quien lo escogió, el asunto es que mi amigo me acompañó al Hotel Europa, cerca del antiguo Cine Cabrera, su propietario entonces, un ciudadano español.
Al llegar al Hotel, mi amigo me comentó ‘aquí fue el escándalo del campeón’ (Ricardo Mayorga).
Por las dos horas de diferencia horario, además de la adrenalina de estar de regreso en mi país, permanecí despierto hasta altas horas de la noche, esperando el anuncio de los resultados electorales en Estados Unidos.
Nunca imaginé que en esta ocasión iba a tomar un mes para conocerse quién había ganado las elecciones, y con la intervención de la Corte Suprema de Justicia.
La incertidumbre por los resultados me hizo pensar ‘que vaina, pensé que al emigrar dejaba la inestabilidad atrás, en Nicaragua. Más bien la inestabilidad emigró conmigo’.
La historia de Nicaragua, para mal o para bien, ha estado ligada muy de cerca a la política norteamericana.
Con frecuencia muchos nicaragüenses citan apellidos norteamericanos que han influido en nuestra Nicaragua, igual o con más frecuencia que nuestros apellidos nicaraguenses, y es así que Usted escucha los ‘Walker, Knox, Bryan, Stimson, Roosevelt, Carter, Reagan, etc’. Para un compatriota nombrar apellidos nicaragüenses de relevancia histórica, y menciona con frecuencia dos, Somoza y Sandino.
La justa electoral de Trump versus Biden será el 3 de Noviembre. Pero el ‘Día D’ al parecer será el cuatro de noviembre que es cuando se pondrá a prueba el sistema político norteamericano. Gane quien gane, al parecer el sistema podría ser sacudido hasta sus cimientos, abriendo así ‘una caja de pandora’ con consecuencias imprevisibles, las cuales trascienden a los Estados Unidos.
El aumento de la desigualdad en Estados Unidos ha venido conduciendo a la creciente polarización política, y que el año electoral coincida con una pandemia sin precedentes es una mezcla que no promete nada bueno. Es una campaña electoral digital en momentos en que la sociedad más requiere el contacto personal.
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