21 de septiembre 2020
La covid-19 ha provocado estragos económicos en los negocios nicaragüenses. Sin embargo, existen emprendedoras que han encontrado en la crisis una oportunidad para ampliar su negocio o para cambiar de rubro, y así generar dinero en medio de la pandemia.
María Eugenia Mayorga, presidenta de la Red de Mujeres Empresarias de Nicaragua (REN), señala que en la última encuesta realizada a 200 de sus socias, un 20 % afirman haber cerrado sus negocios con la llegada de la pandemia.
“Los rubros de turismo, cuero y calzado, ropa y joyería tuvieron una caída del 80% de sus ventas, todo lo que no es necesidad básica o primaria son los rubros más afectados”, afirma Mayorga.
De pastelería a taller de mascarillas
Un 15% de las empresarias ha cambiado de negocio, tal es el caso de Tania Monge, una arquitecta que en 2018 quedó en el desempleo y con 20 dólares inició el emprendimiento de postres de gelatina “Yelly Yummy”. La demanda aumentó rápidamente, hasta que en marzo pasado dejó de preparar postres por temor a contagiarse de la covid-19.
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Un mes después, junto a su socio —que tenía un taller textil que estaba a punto de cerrar— decidió iniciar con un nuevo negocio, adaptándose a la demanda del momento: la elaboración de mascarillas. Ahora generan una fuente de trabajo a unos 18 artesanos, que producen entre 1600 y 2800 mascarillas por semana.
“Miramos esta oportunidad porque los precios se dispararon y quisimos elaborar mascarillas que cumplieran con todos los estándares que manda la OMS —Organización Mundial de la Salud—, y sobre todo que pudieran estar a un precio más accesible, como un apoyo para que todos nos cuidemos”, explicó Monge.
Esta nueva forma de generar ingresos, le ha dado la oportunidad de visionar su primer emprendimiento en algo más grande y mejor planificado, ahora ha creado nuevas recetas y piensa darle un giro de 180 grados a su antiguo negocio.
“Trabajo más y en lugares donde no me imaginaba”
No todas las emprendedoras han tenido que cambiar de rubro. Algunas como Yetie María Osorio, de 32 años, simplemente han tenido que adaptarse a las nuevas tecnologías y a la nueva forma de trabajo en casa.
Osorio es una ingeniera en sistemas que encontró su pasión en el deporte del crossfit. Con la llegada del primer caso de covid a Nicaragua, en marzo pasado, cambió las pesas profesionales, por bidones de agua; el amplio espacio del gimnasio por una silla y una toalla en el piso de su sala. El gimnasio donde trabajaba se cerró temporalmente.
Desde hace cuatro años Osorio es instructora de crossfit, sus jornadas laborales comenzaban desde las cinco de la mañana, con clases intercaladas, hasta las siete de la noche. Ahora desde la sala de su casa imparte clases online a unos 60 estudiantes por día. A pesar de ser una ingeniera en sistemas jamás había cruzado por su mente que su trabajo iba a depender de la tecnología.
La emprendedora comenzó con un teléfono y una toalla en el piso, ahora con la demanda de clases y el aumento en sus ganancias invirtió en una computadora, un aro de luz, una pizarra, y mayor velocidad de internet, para así llegar a sus estudiantes nicaragüenses que salieron por la crisis sociopolítica a Miami, Guatemala y Panamá.
“Los que me empezaron a buscar eran los que no salen de sus casas, gente que no tiene cómo moverse, personas con obesidad que les da pena entrar a un gimnasio”, subrayó Osorio.
Cambiar la dinámica del negocio
Otras emprendedoras han tenido que darle un giro de 180 grados a sus negocios, desde invertir en la creación de su sitio web, perfiles en redes sociales, hasta cambiar la dinámica de atender en un local para hacer entregas a domicilio, como es el caso del emprendimiento “Las Piros”, que han reorganizado sus redes sociales y creado una cuenta bancaria para cobrar a través de transferencias bancarias, ya que antes todo era al contado.
El negocio es propiedad de Elena Piroboba, de nacionalidad bielorrusa, y su hija nicaragüense Ana Bermúdez, quien es licenciada en marketing y estudió en 2018 un diplomado de artes culinarias en Lima, Perú.
Desde enero, con un capital de 200 dólares y tres mesas para atender a los comensales, comenzaron el negocio de almuerzos y desayunos con una mezcla de sazón europeo, peruano y nicaragüense. La dinámica del negocio consistía en publicar en redes sociales el menú, el lunes, y los clientes tenían hasta el jueves para hacer las reservas. La comida se servía solo los sábados.
Piroboba viajó a México en marzo pasado, por lo que con el cierre de los aeropuertos por la pandemia quedó varada en ese país. El negocio fue cerrado por mes y medio, entre marzo y abril, pero se reabrió ante la necesidad de pagar “las cuentas en Nicaragua y gastos de estadía en México”, según Bermúdez.
Añade que con la pandemia “las mesas, los cubiertos y platos de mesa se convirtieron en empaques para llevar, cubiertos descartables y mascarillas. Le hemos dado un giro al negocio”. Solo sirve para llevar o por delivery.
“Ser mucho más activa en las redes ha sido mi clave; en la autocuarentena la gente pasa en sus celulares y por eso ahora tengo clientes nuevos. Comparto recetas y me muestro en redes”, dijo.
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