13 de septiembre 2020
“Hacemos un llamado a que todas las organizaciones y los gobiernos hagan un cerco para que Ortega Murillo puedan salir de Nicaragua”, exhortó la doctora Sonia Picado, ex jueza de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), y jueza del Tribunal de Conciencia sobre Violencia Sexual: Crimen de Lesa Humanidad en Nicaragua, dada a conocer este 11 de septiembre en San José, Costa Rica.
La jurista costarricense cuya larga trayectoria le ha traído reconocimiento en la región y en el campo del derecho internacional y la defensa de los derechos humanos, juzgó, junto a las también expertas internacionales Almudena Bernabéu, Clemencia Correa y Alda Facio, 18 testimonios de personas que protestaron en Nicaragua en 2018 contra el Gobierno de Daniel Ortega y por tal razón fueron detenidas ilegal y arbitrariamente por policías y civiles que abusaron sexualmente de ellas al momento de su detención y en los centros policiales en que estuvieron recluidas.
Los hechos se dieron en el contexto de una insurrección cívica que inició en abril de 2018 y que demandaba la salida de Ortega del poder y que fue letalmente reprimida por policías en coordinación con fuerzas paramilitares que portaban armamento de guerra.
La represión estatal dejó el país sumido en una crisis sociopolítica que hoy día persiste, además del saldo de 300 muertes, miles de heridos, cientos de presos políticos y más de 100 000 exiliados. Nicaragua, además, permanece bajo un estado policial de facto en que las denuncias de asedio y encarcelamiento a opositores no cesan.
El Tribunal fue contundente en su fallo: “el Estado de Nicaragua incurrió en un crimen de tortura a través del abuso y violación sexual de mujeres y hombres mientras se encontraban bajo la custodia de las fuerzas policiales y parapoliciales del país” y “esas torturas se cometieron de manera sistemática por agentes del Estado contra la población civil nicaragüense, constituyendo por tanto un crimen de lesa humanidad”.
La doctora Picado habla en esta entrevista con CONFIDENCIAL sobre el cariño que le tiene a Nicaragua y su gente, recuerda su experiencia en el proceso electoral de 1990 en campañas de promoción del voto, explica el fallo que redactó y firmó junto al resto de juezas, y dice que Daniel Ortega y Rosario Murillo deben dejar el poder.
Doctora, usted tiene una relación con Nicaragua desde hace muchos años. ¿Por qué decidió aceptar ser parte de este Tribunal de Conciencia?
Porque yo quiero mucho a Nicaragua. Trabajé mucho para lograr que cayera Somoza, luego vinieron los sandinistas, los costarricenses apoyamos mucho inicialmente el sandinismo, entre esos le puedo decir que yo, que tenía una hacienda bastante cerca de Nicaragua y, posteriormente, vinieron las elecciones (de 1990) y ahí pasé un año yendo prácticamente todas las semanas a Nicaragua, porque había gente de 90 años que nunca había votado, había mucha gente que no escribía. Entonces ideamos una serie de cosas con la ayuda de muchos gobiernos. Hubo mucha ayuda internacional para esas elecciones. Por ejemplo, se hicieron historietas para la gente que no podía leer. Algo muy importante fue lo del voto secreto, porque había mucho miedo de votar y de que hubiera represalias.
Pienso que Nicaragua no ha tenido un proceso de transición verdaderamente tranquilo por muchos años. En ese momento pensamos que posiblemente ganarían los sandinistas, pero que aún así, si había un proceso limpio y transparente de elecciones, valía la pena. Y, sorpresivamente, ganó Violeta Chamorro. Tengo una condecoración de Violeta y mucho cariño hacia ella, una gran persona.
En aquel momento con el Centro de Asesoría y de Promoción Electoral que tiene la Secretaría de todos los Tribunales Electorales de América, trabajamos intensamente para que hubiera unas elecciones limpias y un excelente tribunal electoral en ese momento.
Yo sigo creyendo que hoy en día, si se nombra un buen tribunal electoral, imparcial, y se hacen unas elecciones, es fundamental para cualquier proceso democrático porque las instituciones, como lo vimos en el informe, están tomadas por el sandinismo y de una manera no positiva.
Para que haya unas elecciones libres es importante que haya misiones internacionales, que haya apoyo de otros países y que puedan los nicaragüenses sentirse tranquilos de salir a votar y que se nombre otra presidencia, porque no puede ser que Ortega y Murillo sigan ahí indefinidamente.
En su vasta trayectoria profesional, que incluye haber sido jueza de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha visto muchos casos de violaciones y abusos. ¿Qué evaluación hace usted de los testimonios que fueron presentados en este tribunal y qué fue lo que más le impactó?
Por ser un tribunal de conciencia, no podemos ni decir quiénes fueron las personas (víctimas). No es como cuando es la Corte (Interamericana de Derechos Humanos CorteIDH) que hoy en día permite la presencia de las personas.
Yo espero que eventualmente puedan llegar a la Corte estos casos. Lo que más me impactó es la similitud que hay entre la crueldad de este régimen de Nicaragua y otros regímenes de torturadores, como fue el de Pinochet por ejemplo. América Latina, desgraciadamente, y sus dictaduras, tiene un historial muy triste y es muy duro. No solo las torturas y los maltratos, sino el régimen en sí, el terror que impone en la población y que les permite quedarse años y años.
¿Se pueden identificar las responsabilidades más allá del Estado?
En este momento no. No por el tribunal nuestro, porque es un tribunal de conciencia, es un tribunal que sabemos que no tenemos poder jurídico para hacerlo. Pero la idea es que sirva para que otros organismos que sí lo tienen puedan seguir adelante y que este caso se lleve a los tribunales en Nicaragua.
Para ir a lo internacional, usted tiene que pasar por lo nacional y luego, posteriormente, que se logre llegar a la Comisión Interamericana y a la Corte Interamericana. Con el tipo de delitos que se cometieron, por ejemplo, las violaciones de las víctimas, que son delitos de lesa humanidad, se puede pensar en llevarlos a la Corte Penal Internacional. Pero no brinquemos puntos. Vayamos poco a poco, pero con la certeza de que se puede hacer algo. Y creo que hay que hacer algo en Nicaragua.
¿Cuál es el valor que tiene este tipo de tribunales en el ámbito del derecho internacional y la defensa de los derechos humanos? Como usted ha dicho, no es vinculante jurídicamente hablando, pero, ¿tiene algún impacto en la búsqueda de la justicia para las víctimas?
Nosotros esperamos que sí, porque la idea de un tribunal moral es que puede decir muchas cosas que a veces no se atreven a decir otros organismos que sí tienen jurisdicción. Ya ha habido un gran impacto en periódicos de todo el mundo solicitando información, que les demos la sentencia. ¿Por qué? Porque hay mucho interés en que los pueblos que están oprimidos, que los pueblos que están bajo una dictadura, puedan eventualmente llegar a la libertad. Y en ese sentido, los tribunales de conciencia tienen mucha fuerza.
En su conclusión, el tribunal exhorta a la comunidad internacional que lucha en contra de las violaciones de los derechos humanos para que exista un desconocimiento de la legitimidad del régimen de Nicaragua. ¿Por qué decidieron incluir este llamado?
Creo que es muy importante hacerlo porque, parece mentira, pero todavía hay muchas organizaciones que defienden el régimen de Ortega y todavía hay muchas otras organizaciones que, pudiendo tomar decisiones judiciales, no lo hacen.
Nosotros por eso hacemos un llamado a que todas las organizaciones y los gobiernos hagan un cerco para que Ortega Murillo puedan salir de Nicaragua. Ojalá fuera a través de elecciones y en una forma más pacífica que, como vemos, los horrores que se dieron esta vez (en 2018).
Por lo que hemos visto en la historia, estos procesos de búsqueda de justicia toman años, décadas a veces. ¿Qué le diría usted a las víctimas que dieron sus testimonios para este Tribunal de Conciencia?
Es muy frustrante que la justicia generalmente es lenta, y no le hablo solo de la justicia internacional, la justicia nacional, a menudo, es lenta. Justicia pronta y cumplida no se da. En mi caso, en la Corte Interamericana, se lo digo como ex juez, pasaban años antes de que un caso nos llegara y eso es muy frustrante y muy triste para las víctimas.
Pero creo que tienen que tener fe en que lo que ellas dijeron, lo que ellas hicieron (brindando su testimonio ante el Tribunal de Conciencia), va a tener un impacto y que ese impacto puede evolucionar en algo mucho mayor y mucho más positivo. Y creo que dentro de la situación que hay en Nicaragua, hoy en día hay mucho rechazo a las dictaduras. Puede ser que no pasen diez años, sino que mucho antes gobiernos y organizaciones se unan para frenar lo que está pasando en Nicaragua.