11 de septiembre 2020
La abogada Nidia Sequeira Aguilar creyó que no había ningún peligro en que su hija adolescente asistiera a una fiesta de 15 años, el pasado primero de agosto. Se equivocó; la menor se contagió de covid-19. “Una única salida, después de cinco meses (de encierro), fue suficiente”, se lamenta la madre.
La adolescente no había salido de su vivienda desde marzo pasado, cuando en su colegio —en Juigalpa, Chontales— suspendieron las clases por la entrada de la pandemia a Nicaragua. “La tuve cinco meses encerrada en la casa, que no salía del todo; yo si salía porque venía a trabajar, porque soy trabajadora independiente y hay que llevar el pan a la casa”, comenta Sequeira.
“Una amiguita la invitó a unos 15 años, entonces comenzó a insistir en que la dejara ir. A los 14 días completos (después de la fiesta) comienzan los síntomas”, detalla.
Madre e hija se contagiaron. Sin embargo, fue la menor de edad quien padeció los síntomas más severos de la enfermedad: fuertes dolores de cuerpo y pecho, fiebres, pérdida de olfato y gusto, y cansancio. “Tenía una fatiga increíble en una niña de 14 años, que no podía dar ni cuatro pasos”, recuerda la madre.
Razones del relajamiento
El contagio de la abogada y su hija, no es un caso aislado. Expertos nacionales han advertido que, en las últimas semanas, un porcentaje de la población ha relajado las medidas de prevención.
El salubrista Carlos Hernández explica que el relajamiento se debe a que las cifras de contagio han bajado en las últimas semanas. Además de la presión económica de muchas familias que se han gastado sus ahorros o sus reservas de alimentos. “Hay una presión por salir al trabajo, a la lucha por la sobrevivencia”, indica.
Subraya que las medidas de confinamiento, como la campaña #QuédateEnCasa, “son agotadoras”. “La gente anímicamente y mentalmente está afectada, y eso facilita que se cansen y digan ‘tengo que relajarme’”.
El epidemiólogo Rafael Amador alertó que menos del 10% de la población de Nicaragua ha sido contagiada, lo que significa que “más del 90% todavía es susceptible a un contagio”.
Mayor contagio comunitario
Las estadísticas del Ministerio de Salud (Minsa) indican que, en los seis meses de pandemia, en el país se han registrado 4818 casos confirmados y unas 144 muertes por la covid-19.
En cambio, el independiente Observatorio Ciudadano COVID-19, en su último informe reporta unos 10 121 casos sospechosos de la enfermedad; y unos 2699 fallecimientos asociados a la covid-19, incluidas unos 141 a causa de neumonía.
Los datos semanales del Observatorio — una red de médicos y voluntarios de toda Nicaragua— confirman que hay una baja en los contagios, en comparación con los primeros meses de la pandemia, principalmente mayo y junio, considerado el periodo más alto de infecciones.
En su último informe, que comprende el periodo del 27 de agosto al dos de septiembre, el Observatorio registró 123 nuevos casos sospechosos. “Estos reportes confirman la circulación del coronavirus SARS-CoV-2 entre la población nicaragüense, y nos indican que persiste el riesgo de contagiarse y que no se pueden relajar las medidas de protección y prevención”.
Amador advierte además que “el contagio comunitario es mayor que cuando comenzó la epidemia, hay muchísimo más virus esparcido, en muchísimos más lugares del país”.
“Entonces hay que estar consciente que cada que vez que salgo de mi casa corro el riesgo de contagiarme, por lo tanto, debo de garantizar las pautas de higiene y de cuido que se han venido insistiendo, eso ya como una parte del ADN”, agrega.
Discurso oficial
“¿Dónde está el barrio?, ¿Dónde está Granada?”, se desgañita el animador de una “novillada” en una barrera de toros instalada a orillas del Lago Cocibolca, en Granada. La “montadera” fue organizada por la sandinista Alcaldía de la llamada La Gran Sultana, con motivos de las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Asunción.
La municipalidad sandinista ha organizado también actos culturales y concursos de belleza y gastronómicos, en el Parque Central Colón, o un palo lucio en el centro turístico de esta ciudad colonial. Estas actividades han reunido a decenas de personas en un mismo punto.
La entrada a la barrera fue gratis. En su mayoría los asistentes no usaban mascarillas. Unos 20 policías custodiaban la entrada y las esquinas de la barrera, la invitada de honor fue la alcaldesa de la ciudad, Julia de la Cruz Mena.
En medio de música de chicheros y licor a bajo costo, las personas se iban juntando en la baranda del redondel. A la salida del primer toro, unos 40 ciudadanos, entre adultos, jóvenes, adolescentes y niños, se juntaron en el centro del terreno para “jochar” al animal y montarlo. La mayoría de estos fiesteros andaban sin mascarillas.
El salubrista Hernández destaca que un 45% de la población nicaragüense ha tomado medidas de autocuarentena y autocuido, pese a que el Gobierno no impuso un confinamiento obligatorio, sino que, en cambio, ha promovido las aglomeraciones. “Es una población muy consciente, un segmento de la población bastante consciente y que responde”.
En la acera de enfrente, un 55% de la población, ha hecho caso “de los medios oficiales y del discurso oficial”, quienes han minimizado el riesgo de la pandemia, según el doctor.
Actividades gubernamentales
A pesar de la pandemia, el Gobierno ha insistido en promover actividades como marchas, caminatas, ferias, concursos, que fomentan las aglomeraciones.
Amador señala que los medios de comunicación oficialistas tienen incidencia en el interior del país, donde la población “asume” que el discurso del Gobierno “es la realidad”, por lo que “su comportamiento va a ser acorde con eso. Se le está haciendo un enorme daño a la población”.
“Se ha visto un comportamiento más relajado en la población, que ha sido en alguna medida promovido, directa o indirectamente, por la falta de un mensaje claro y directo, de parte de las autoridades”, asegura Amador.
Hernández indica que, para este septiembre, el Gobierno ha anunciado unas 40 ferias. “Eso va contra toda posibilidad de control de la epidemia, eso es expandir la epidemia”.
Medidas relajadas
El salubrista detalla que las medidas que más se han relajado son: el distanciamiento; el uso de transporte colectivo, y la asistencia de los jóvenes a discos y bares, así como la participación en actividades masivas, convocadas o no por el Gobierno, como partidos de beisbol.
Mientras, el epidemiólogo observa también un “mal uso” de la mascarilla. “He visto muchísima gente que se toca la mascarilla con la mano y ahí se está concentrando todo lo que estás exhalando o todo lo que estás respirando, obviamente que la mascarilla es un reservorio de potencial virus, y la gente no se está lavando las manos después”.
Indica que los ciudadanos guardan las mascarillas en los bolsillos o carteras, y luego las vuelven utilizar. “La usan tres, cuatro o cinco días, lo recomendable es que si una mascarilla se está usando en un ambiente donde haya cierto nivel de contagio no debe usarse más de cuatro horas, y después descartarla o lavarla, (pero) esto no se está haciendo”.
CONFIDENCIAL realizó un recorrido por mercados y paradas de buses de Managua, donde observó que la mayoría de los ciudadanos no andaban con mascarilla, y cuando las usaban, lo hacían sin taparse la nariz.
“La gente no anda usando las mascarillas, porque se dice que ya se bajó la peste un poco. En mi opinión puede ser como en otros países, que nos estamos ateniendo, porque hasta yo me involucro en eso, y después va a ser algo peor”, manifiesta Ivania Cajina, comerciante de granos básicos en el mercado Israel Lewites, de Managua.
Rosa Cruz, una compradora en ese mismo mercado, admite que “nos hemos relajado bastante, como que estamos confiados. No deberíamos de confiarnos, deberíamos seguir siempre usando la mascarilla”.
“Me siento responsable”
Lejos de la barrera de toros de Granada o los mercados de Managua, la abogada de Chontales, Nidia Sequeira Aguilar recuerda que asistió al hospital regional de Juigalpa, “Asunción”, al ver que su hija terminó el tratamiento inicial —suministrado por el médico de la familia— y no presentaba mejoría. Ella también comenzó a padecer síntomas leves de covid-19.
“Nos hicieron una radiografía de pulmón y un examen de sangre a ambas. El doctor nos dijo que era covid; incluso llamó a otro del personal del hospital para que nos apuntaran en un registro, nos pidió nuestro nombre completo, número de teléfono y dirección. Estamos en esos registros que ocultan”, resalta Sequeira.
Ambas recibieron tratamiento; sin embargo, el de la adolescente era “más fuerte”, según la mamá. “Yo apenas presentaba unos puntos blancos en los pulmones, que les llaman infiltraciones, pero los (pulmones) de mi hija estaban mucho más afectados”.
Sequeira nunca temió por la vida de su hija, pero lamenta todavía exponerla a la pandemia. “Me siento responsable de haberla dejado ir, a pesar que los chavalos en la fiesta se pusieron su mascarilla y todo. Le sugiero a los padres que por favor no relajen las medidas de seguridad”.