9 de septiembre 2020
“Vamos a escuchar a la comunidad, para que ellos nos digan cuales son los problemas más sentidos”, declaró el 23 de enero de 2018, Pedro Rodríguez Argueta al ser nombrado jefe departamental de la Policía Nacional en Carazo.
En ese acto prometió “garantizar la seguridad, el bienestar y la tranquilidad de las familias del departamento de Carazo”. Ese mismo día habló en una emisora local y prometió “cuidar a todos”.
“Habló de Cristo”, recuerda un excarcelado político de Jinotepe. “Sonaba convincente, parecía un pastor, dijo que estudiaba la palabra de Dios. Nunca imaginé que meses después se convertiría en un torturador al servicio de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo”, afirma.
A pesar de que Rodríguez Argueta llegaba de dirigir la Dirección de Asuntos Juveniles (Dajuv), en la que ganó fama de conciliador y de atender a jóvenes en riesgo, su trabajo en Carazo ha sido “de dirigir personalmente la represión y la persecución contra jóvenes de Jinotepe, Dolores y Diriamba”.
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Este nueve de septiembre, el régimen Ortega-Murillo lo premiará con el ascenso en grado de comisionado general de la Policía Nacional, al igual que a los comisionados Fidel Domínguez y Juan Valle Valle, reconocidos por liderar la represión contra la protesta ciudadana contra la dictadura.
Su doble discurso con la juventud
En julio de 2012, Rodríguez Argueta contó en entrevista con el periodista Roberto Valencia de El Faro, que la jefatura de la Policía Nacional lo tenía claro. “La mano dura no resuelve el problema de la violencia, sino que lo agrava, porque termina generando más violencia. En este sentido, y sin temor a equivocarme, creo que la visión de la Policía de Nicaragua para atender a los jóvenes es un referente para las policías de todo el mundo. Nuestra visión es única”, dijo.
Sin embargo, ese discurso quedó en el olvido durante su relación con los jóvenes en las protestas de Carazo. En una manifestación convocada el 21 de abril de 2018 en Jinotepe se reunió con decenas de manifestantes y les prometió no atacar las protestas pacíficas.
“Media hora después nos empezaron a atacar por todos lados y hubo los primeros heridos de la protesta”, cuenta un joven universitario. Enardecidos quemaron la casa departamental del Frente Sandinista.
Queman casa sandinista en Jinotepe. #SOSInss foto de @gallotronic08 @confidencial_ni pic.twitter.com/ZKxSy0fu8V
— Yader Luna (@Lunacero) April 22, 2018
Su origen humilde y su trabajo
Rodríguez Argueta es de origen humilde. Nació en 1963 en Rivas. Participó en la guerrilla del FSLN, siendo aún adolescente, y tenía 16 años y el cuarto grado aprobado cuando se unió a la Policía Nacional, como uno de sus fundadores.
Contó a El Faro que su primera reacción tras el derrocamiento fue irse a ayudar a su madre para la siembra.
“¿Cómo te vas a ir ahora –dice que le dijo Simón, su jefe–, si esto está comenzando y ahora vamos a la etapa de la reorganización del país?”. Así fue como decidió unirse a la recién formada Policía organizada para dejar atrás el legado de muerte y represión dejado por la extinta Guardia Nacional.
Desde 1979 trabajó en varias delegaciones. Estuvo en San Juan del Sur, en San Miguelito, Diriomo, Nandaime, luego en Granada y en El Viejo, donde ayudó a jóvenes de pandillas.
Luego fue trasladado a la Dirección de Armas, después fue segundo jefe de la Policía de Tipitapa y a mediados de 2009 fue nombrado segundo jefe de la Dajuv, por su apoyo a la juventud. En mayo de 2012 asumió la jefatura.
“En Chinandega me tocó trabajar en uno de los municipios más grandes del país, con bastantes problemas con los jóvenes, y gracias a Dios que nos dio la sabiduría para atenderlos, para hablar con ellos. Yo iba desarmado por las calles. En Nandaime también tuve enseñanzas buenísimas con los jóvenes. Supongo que todo eso fue lo que tomó en cuenta la Jefatura Nacional para trasladarme a la Dajuv”, declaró.
Su transformación
A su llegada a Carazo en 2018, Rodríguez Argueta se mostraba accesible para los medios de comunicación, explica el periodista Gerall Chávez.
“Daba entrevistas y era bastante cordial”, afirma. Aunque reconoce que varios expolicías le han dicho que “el hombre se negaba a reprimir”, finalmente “obedeció las órdenes” de Ortega y Murillo.
Chávez insiste que es “responsable” de la represión, del apoyo a la “Operación Limpieza” que asesinó a 20 jóvenes el ocho de julio de 2018 en Diriamba y Jinotepe; además del constante asedio en los municipios del departamento de Carazo.
“Mostró servilismo al régimen, mostró su adoración y fidelidad a un régimen autoritario, tanto que ha mandado a amenazarme y a mi familia la ha asediado”, declara el periodista que se fue al exilio en Costa Rica desde 2018 para resguardar su vida.
“Aquí lo estoy esperando para meterlo preso”, advirtió en junio de este año el jefe policial a Chávez por medio de un joven del municipio de La Conquista, quien fue retenido por regalar kits higiénicos para protegerse contra la covid-19.
Rodríguez Argueta acusó al joven de “estar confabulado” con Chávez, originario del municipio de El Rosario, que organizaba una iniciativa similar para apoyar a personas de escasos recursos en la lucha contra la pandemia de la covid-19.
“Tengo que volver a Nicaragua, voy a regresar a la casa de mis padres que ha sido sitiada, a pesar de que viven tres niñas menores de edad. La Policía dirigida por el comisionado (Rodríguez) Argueta me ha querido amedrentar, pero no he cometido ningún delito y volveré”, sentencia Chávez.
“Sos un tranquero, asesino”
El 12 de junio de 2018, Rodríguez Argueta fue lesionado en su mano izquierda durante una protesta. Aseguró en declaraciones a medios oficialistas que recibió un disparo de fusil AK en el pecho pero se salvó gracias a su chaleco antibalas y a un rosario que andaba en la bolsa de la camisa.
“La bala quedó enredada en el rosario, según me explican, ya que pasó el chaleco debido a la explosión de la bala, yo no recuerdo porque debido a eso perdí el conocimiento, pero gracias a Dios estoy aquí, tengo problemas porque cuando se me pega la camisa en donde quedó la cicatriz, me molesta”, declaró en el juicio contra varios exreos políticos en diciembre de 2018.
Cuando a uno de los presos políticos de Jinotepe lo secuestraron fue el mismo jefe policial quien lo llegó a recibir. Al momento de ser sacado de la celda, para trasladarlo a Managua, Rodríguez Argueta se le acercó, se abrió la camisa y le mostró una herida. “Vas a pagar por eso tranquero, perro asesino”, le dijo.
Jóvenes exiliados en Costa Rica tienen varios audios enviados por el ahora comisionado general en los que los amenaza. “Salgan ya a la calle hijos de puta que a todos los vamos a matar de un solo”, les advierte en uno. “Si se atreven a regresar, aquí los estamos esperando para refundirlos presos”, les dice en otro.
“Este hombre es un criminal que aparenta ser pastor evangélico, pero que ha atentado contra familias de asesinados, contra familias de excarcelados y de los aún secuestrados. A todos les quiere imponer el terror”, afirma un estudiante exiliado.
“Reprime para mostrarse fiel”
En Carazo, además de Argueta se ascendió a 57 oficiales. Un “premio” que es visto como “un reconocimiento al servilismo con el régimen” por algunas víctimas de la represión.
Eva Ruth Campos, de las Madres de Abril, a quien el régimen le asesinó a su hijo José María Campos durante la “Operación Limpieza” afirma que es “doloroso” que celebren cuando “lo que han hecho es asesinar y atormentar a la población”.
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“Es un premio a la fidelidad, al asedio constante que nos hacen, porque no nos dejan ni siquiera realizar una misa por nuestros muertos en paz”, explica.
Sobre el ascenso de Rodríguez Argueta, ella afirma que es un hombre “fiel a los intereses del régimen” y que “todo el tiempo debe mostrarse estar a favor” de la pareja presidencial.
Una de las hijas del jefe policial de Carazo se encuentra en el exilio y es “vandálica”.
“Eso debe costarle al señor frente a sus jefes por eso él se ensaña contra los opositores para mostrarse como un duro represor”, afirma un excarcelado.