8 de septiembre 2020
Si Daniel Ortega es relecto por cuarta vez consecutiva en 2021, o si la oposición nicaragüense logra el poder a través de un proceso democrático, las protestas ciudadanas continuarán en Nicaragua y, en el peor de los escenarios, podrían ser iguales a las vividas en 2018, proyecta un estudio realizado por la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides).
“Sin lugar a dudas, este país que es altamente sísmico, seguirá temblando”, sentencia Sergio Cabrales, uno de los investigadores.
El estudio plantea que hay tres escenarios para el próximo año electoral o después de conocerse los resultados, a partir del análisis del comportamiento de las movilizaciones ciudadanas ocurridas entre 2016 y 2020. Sin embargo, advierten que pueden variar porque “el comportamiento social es muy volátil”.
En el primer escenario, que es previo a las elecciones presidenciales de 2021, los investigadores concluyeron que es poco probable que surja una oleada de protestas cívicas porque, debido al contexto de represión impuesto por el Estado, la población teme ser arrestada o asesinada al movilizarse. Esto sería estratégicamente viable para los actores sociales, pues el contexto ha cambiado.
Si Ortega pierde, el sandinismo protestará “desde abajo”
En caso de que el régimen de Daniel Ortega pierda las elecciones en un proceso democrático, el nuevo gobierno podría enfrentar dos tipos de protestas. Una de los nicaragüenses que demandarán asuntos sociales, políticos y económicos que no han sido resueltos y que ahora tendrían libertad de manifestarse; sin embargo, en entre estas protestas es posible que la nueva oposición: el sandinismo, comience a mover a sus bases a como lo hizo en el pasado, cuando en 1990 se enfrentaron las "azonadas".
“Habrá una nueva oposición sandinista y este grupo verá una oportunidad para movilizarse aprovechando esta preliberación de demanda social. Habrá escenarios de cierta inestabilidad y no se puede descartar un eventual escalamiento “desde abajo” en temas de protestas”, advierte Cabrales.
Y si el régimen no muestra apertura que de paso a un proceso electoral democrático y no se dan elecciones competitivas, en donde la oposición no participa y hay indicios de fraude, es probable que el país vuelva con la misma intensidad de protestas que ocurrieron en el 2018.
“En este escenario hay muchas posibilidades que se vuelva a generar una nueva oleada de protestas. Son protestas que exigen un cambio de régimen y será una situación parecida a lo que vimos entre mayo y junio de 2018. Pero dependerá del liderazgo opositor”, dice.
¿Y si Ortega gana las elecciones de forma democrática?
En un caso hipotético en que el régimen de Daniel Ortega gane las elecciones bajo un proceso democrático y competitivo, el estudio indica que las protestas seguirán, pero esta vez serían enfocadas en las demandas sociales y económicas como se han visto en los últimos meses y estas probablemente serían atendidas.
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“El Gobierno de Ortega antes de 2018 gestionaba muy bien la protesta, la atendía; si había un grupo de vecinos protestando por acceso a servicios básicos, las autoridades la canalizaban (resolviéndola). Entonces, es posible que observemos esto en un posible triunfo. Pero habrá poca tolerancia a protestas políticas de los opositores. Y el régimen ganaría legitimidad a nivel internacional y saldría fortalecido”, dice Cabrales.
Protestas cívicas han cambiado
En los últimos cinco años, el mayor pico de protestas se alcanzó entre abril y septiembre de 2018, pero aunque para muchos fue percibido como un estallido social inesperado, ya habían indicios del malestar de los nicaragüenses ante la gestión del régimen. Sin embargo, después que Ortega impuso un estado de facto donde anuló con represión toda expresión social, las manifestaciones y el alcance de estas se redujo considerablemente.
“El alcance de la demanda en 2018 era más nacional, en comparación a lo que se ha dado. Aunque en 2019 hay algunos indicadores que se parecen a los de 2018”, señala Álvaro López, otro de los investigadores.
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López también señala que, en 2018, a pesar de ser la máxima expresión de protestas que ha ocurrido, fue el año en que se vio el porcentaje más bajo de presencial policial. Esto se debe a que gran parte de la represión fue ejecutada por parapolicías. Sin embargo, en los años anteriores no se habían reportado muertes por esta causa.
Según el estudio titulado "Nicaragua en movimiento, análisis de las protestas 2016 – 2020”, desde diciembre 2019 hasta la fecha la temática de las demandas sociales ha cambiado, y ya no es exclusiva al tema de democracia y justicia; ahora hay manifestaciones por acceso a servicios básicos, protección de recursos naturales y recientemente se sumó la respuesta sanitaria ante la pandemia.
"Desde diciembre hemos tenido un promedio de intensidad de 0.31 a la baja. La intensidad de las protestas ha disminuido y en promedio unas dos protestas diarias", explica Cabrales.