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El régimen le tiene miedo a la oposición de a pie

Los CPC no existen como órgano político: Siempre han sido pocos de arriba que bajan órdenes hasta llegar al del barrio.

Opinión | El régimen va detrás de toda persona que se organiza en los barrios. La oposición de a pie es a la que le tienen miedo.

Ligia Gómez

25 de agosto 2020

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Los Consejos del Poder Ciudadano no existen como órgano político de vida partidaria, la gente cree que el FSLN es una fuerza bien organizada con mucha disciplina, con organización en cada barrio y comunidad. La verdad es que no es así. Lo que hay es la identificación de personas que pueden fungir como contactos para echar a andar cualquier iniciativa. No hay un funcionamiento orgánico, ni grandes asambleas, ni procesos democráticos para asumir cargos por méritos. Todo ese proceso que está viviendo la oposición en Nicaragua nunca se ha realizado en el FSLN. Siempre han sido pocos de arriba que bajan órdenes hasta llegar al del barrio.

Todo es una cadena, empieza en El Carmen, de ahí escogen a los departamentales y luego esos escogen a los distritales, estos últimos a sus responsables de ruta y ellos a los contactos en los barrios. Si uno ve todo empieza con identificar a 17 personas, que son propuestas por los informantes de El Carmen.

Esa imagen de partido bien organizado no se corresponde con la realidad. Desde adentro ves las caras de los secretarios políticos y ninguno se atreve a usar su voz, en los barrios ponen y quitan a la persona de contacto según le caiga bien o mal al responsable de ruta.

Por eso ellos andan detrás de cada persona de la oposición que se organiza en los barrios porque saben que esa persona se vuelve una amenaza, saben que pueden cambiar toda la dinámica del país. La oposición de a pie es a la que le tienen miedo.


Uno se pregunta entonces, ¿qué es lo que hace que esas personas se den el trabajo de andar ahí, en esas tareas del FSLN?, la respuesta es simple, se les vende la idea de que ellos tienen poder, que ellos deciden sobre los demás, y hasta cierto punto es verdad, porque puede darle o negarle la ayuda a una familia pobre de su barrio. Pero todo ese poder surge de los regalos que pueden llegar. Esas personas piensan que pueden tener favores que otros no pueden tener, por ejemplo, buen trato en la Policía si se meten en algún problema, porque le dirán somos de los mismos compañeros. Ese lenguaje es como un código, que implica le tienes que ayudar. Igualmente, sienten que estar en esas listas les da derecho a ir a pedir a cualquier institución del Estado para que les den apoyo.

La polarización política en Nicaragua existe entre la gente de los barrios, no en la clase media o alta de Nicaragua, en esos niveles predominan más los lazos familiares y de amistad, con quien creciste, con quien estudiaste, y dependiendo quien está conectado al poder en ese momento es designado para que resuelva un problema, no importa si es de izquierda o derecha, en esos niveles no funciona así.

El odio se fomenta ahí abajo, porque son los que no tienen contactos, son los que dependen de que los enlisten en algo. Este funcionamiento de la vida política tiene estrecha relación con los procesos históricos de exclusión que se viven en nuestro país. El rico te puede saludar, pero nunca te va a invitar a su mesa. Así que lo que existe es una manipulación de ese sentimiento de exclusión, vendiendo la falsa idea de que Daniel y Rosario son los únicos que, si se preocupan por el pobre, algo que no han demostrado, han enriquecido a un pequeño grupo y han dado asistencialismo en migajas a los pobres.

Analizando tres encuestas de opinión después de la crisis de abril hasta diciembre 2019, se pudo constatar que la probabilidad de apoyar positivamente al Gobierno aumentaba en las personas que se declaraban simpatizantes del FSLN y que tenían ingresos medios a altos. Pero la probabilidad de apoyo al Gobierno fue cayendo entre los que se declaraban ser simpatizantes del FSLN, pero eran de bajos ingresos.

Entonces, el voto duro del FSLN ha ido evolucionando, de provenir del pueblo a convertirse en el voto de un grupo bien reducido, los que se benefician directa o indirectamente de su entramado de empresas y empleos en el Estado. El verdadero poder de Daniel y Rosario se lo ha dado la Policía y el Ejército, de ahí ha surgido siempre la información que ellos usan para saber quiénes en los barrios están en la oposición y son capaces de movilizarse para cambiar las cosas. Por eso hay tantos presos políticos y opositores que reciben palizas, o aparecen muertos en las zonas rurales de Nicaragua.

La oposición debería de dejar de perder el tiempo atacando al sandinista de a pie, que sufre tanto como el no sandinista. El poder está entre los que no son visibles en las discusiones, los banqueros nunca han dejado de reunirse con el Gobierno, esos lazos siguen intocables. El poder económico lo que quiere es tener estabilidad, para seguir haciendo negocios, no importa quien la proporcione. El FSLN se vende como el único que puede proporcionar esa estabilidad, porque si no están ellos en el poder provocan el caos en el país. Eso lo demostraron en los años noventa, pero insisto, eso es posible por el papel que ha jugado la Policía y el Ejército. En los gobiernos de doña Violeta, Alemán y Bolaños, despidieron a la mayoría de sandinistas dentro del Estado, pero no tocaron ni a la Policía ni al Ejército. La estabilidad de Nicaragua depende de lograr la profesionalización de esas dos instituciones.

La imagen de un FSLN fuerte no es cierta, es creada por su propaganda, igual que la imagen de una oposición débil también es falsa, es lo que ellos quieren que se difunda. La realidad en Nicaragua es que más del 70% de la población quiere la salida del poder de los Ortega Murillo. Debemos de dejar de creernos todo lo que nos dicen, los Ortega después de masacrar a tantos jóvenes y niños, no volverán a ganar una elección, ellos quieren hacer el show, en noviembre 2021, pero no quieren elecciones limpias, saben que esas las tienen perdidas.


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Ligia Gómez

Ligia Gómez

Economista. Miembro de la Organización de Víctimas de Abril. Exgerente de Investigaciones Económicas del Banco Central de Nicaragua.

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