19 de agosto 2020
Emilio cerró su negocio por casi cien días. Recuerda que los sintió “eternos”. Él es propietario de un gimnasio y “por la seguridad de los clientes y del personal” decidió dejar de atender temporalmente. Sin embargo, nunca pensó que el cierre se alargaría por tanto tiempo. “Estuve a punto de venderlo todo y clausurarlo definitivamente”, comenta.
En el gimnasio, que atendía cada día a más de doscientos clientes, contaba con dos entrenadores, una entrenadora, un encargado del bar y otro de caja. Además contrataba a una señora que llegaba a limpiar dos veces al día. “Todos se tuvieron que quedar prácticamente en el desempleo”, detalla.
Cerraron el 19 de marzo, un día después que el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo anunció el primer caso positivo de covid-19. “Ya el temor de cierre existía, pero con ese anuncio la mayoría de negocios cerraron y muchos en redes sociales nos decían que estaba bien que mantuviéramos cerrados por seguridad”, cuenta.
Emilio tuvo que hacer uso de sus ahorros, mientras su esposa siguió trabajando en una tienda. Con eso pudieron mantenerse ellos y sus dos hijos. “Con mucho sacrificio pagamos el alquiler de la casa donde vivimos y comimos. No nos daba para mucho más. El alquiler del local del gimnasio lo pude pagar todavía dos meses y tuve que pedir una prórroga al dueño que fue bastante comprensivo”, relata.
Para Emilio fue frustrante ver el paso de los días y no poder tener su rutina, pero sobre todo sus ingresos. “Muchos gimnasios han tenido que alquilar sus máquinas o venderlas para poder sobrevivir. Otros han cerrado”, expresa.
Desde hace unas semanas reabrió el gimnasio. Asegura que tomó todas las medidas de seguridad posibles. “Mayor limpieza, alcohol gel, tomarle la temperatura, un horario más corto, evitar aglomeración y reducir la cantidad de personas que pueden entrar a la vez”, explica.
Sin embargo, la cantidad de clientes que volvió es mínima. “La gente aún tiene miedo y el gimnasio es uno de los lugares donde la gente tiene mayor temor de contagiarse de coronavirus”, afirma.
Los ingresos son menores, pero “al menos dan para mantener los trabajadores y el pago del local”.
Negocios de Nicaragua en problemas
La pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 ha dejado sin capital suficiente para sostenerse al 64% de los negocios en Nicaragua, y un 10% de ellos han considerado su cierre, según una encuesta divulgada por el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep).
La encuesta, realizada a 206 empresas de diversos sectores económicos en junio pasado, en 15 de los 17 departamentos y regiones autónomas de Nicaragua, también reveló que el 7% de las compañías consultadas “ha dejado de operar debido a la covid-19”.
Bajo el título “Evaluando las necesidades de las empresas como resultado del covid-19”, la consulta determinó que “64% de las empresas declaró que el flujo de caja para mantener el personal y las operaciones comerciales era insuficiente”, y que el “10% de los propietarios de negocios estaban considerando cerrar temporal o permanentemente”.
El 47% de las empresas encuestadas reportó un “alto impacto financiero de la covid-19 en los ingresos o las ventas”, y el 31% “un impacto medio”.
Como producto de dicho impacto, al alrededor del 33% de las compañías “ha tenido que despedir a trabajadores” en medio de la crisis sanitaria, según la encuesta.
Asimismo, el estudio clasificó como “problema clave” la caída de la demanda en un 79% de las empresas, y que el 27% de estas “informó un alto porcentaje de ausentismo de los trabajadores debido a enfermedades”.
“Tuve que volver mi pequeño negocio totalmente familiar”
Caída de demanda y por ende poco flujo en caja es lo que vivió Ana Moreno, propietaria de una tienda de ropa y accesorios, en Rivas. “Me di cuenta que la gente empezó a salir poco y que cuando realizaban sus compras priorizaban las compras de productos básicos de alimentación y muy pocos buscaban ropa, maquillaje o zapatos”, describe.
Por ello, decidió despedir a sus dos trabajadoras y quedarse ella sola atendiendo el pequeño negocio. Dos de sus tres hijas, que no están yendo al colegio y a la universidad, empezaron a apoyarla en la tienda.
“Desde que se agravó la pandemia en Nicaragua tuve que volver mi pequeño negocio que brindaba, al menos dos empleos, en uno totalmente familiar para poder seguir existiendo y no cerrarlo”, explica.
Moreno afirma que lo que más lamenta es haber tenido que despedir a sus dos colaboradoras. “Ambas tuvieron que montar negocitos de venta de comida, pero si me gustaría volver a contratar personal porque sé que mis hijas volverán a su rutina en algún momento”, afirma.
Admite que la situación en ventas “ha mejorado un poco”, pero hasta hace poco con lo que ganaba no le alcanzaba para subsistir y apenas conseguía para pagar el local y alimentarse. “Este virus ha venido a arrasar con todo y en mi caso mi negocio tiene apenas cinco años y tres de estos con una crisis política y ahora de salud que me han hecho tambalear”, reflexiona.
El fantasma del desempleo
Un estudio de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), publicado a finales de mayo, estimaba que la crisis sanitaria generada por el coronavirus provocará entre 59 300 y 123 400 nuevos desempleados.
El centro de pensamiento calcula que la tasa de desempleo abierto aumentará de 6.6% en 2019, a un rango de entre 7.3 a 9.2% en 2020, por lo que el saldo de desempleados al final del año se contabilizaría entre 272 600 y 336 700 personas.
El Informe de Coyuntura de agosto del Funides revela que la tasa de pobreza general aumentará del 28.2% en 2019 a un rango de entre 32.2 y 36.9% en 2020 debido al impacto de la pandemia del coronavirus.
“Esto implicaría que entre 2.1 a 2.4 millones de personas vivirían con 1.76 dólares o menos al día”, alertó esa oenegé en un capítulo titulado “Impactos en empleo, pobreza y desigualdad del covid-19” en Nicaragua.
Mientras, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) prevé una recesión económica que se agudizará en Latinoamérica a causa de la covid-19, por lo que estiman un desplome del Producto Interno Bruto (PIB) regional del -9.1%, que en el caso específico de Nicaragua será de -8.3%.
“El negocio empezó a caer”
Desde finales de febrero, muchas reservaciones cayeron en un hotel ubicado en la colonial ciudad Granada. En ese momento la pandemia de la covid-19 “se extendía y las cancelaciones eran de Francia, España, Italia, pero también de Canadá, Costa Rica y Estados Unidos.
“Cuando en Nicaragua se anuncia el primer caso, ya los turistas eran muchos menos. La mayoría era gente que ya andaba por el país y buscaba refugiarse en algún hotel para pasar la posible cuarentena”, explica el propietario del local, que prefiere omitir su nombre.
Sin embargo, la cuarentena nunca llegó, ni ninguna medida de prevención por parte del Gobierno de Ortega y Murillo. En su lugar, convocaban a marchas, fiestas populares, ferias y eventos deportivos masivos. “Eso terminó de ahuyentar a los turistas, porque sabían que venir a Nicaragua les hacía más posible contagiarse de covid-19”, explica.
Por varias semanas el propietario del hotel atendió al mínimo de turistas. Apenas tres o cuatro habitaciones por noche de las doce que tiene disponibles. “Hubo noches en que ya solo quedaba una persona en todo el hotel”, indica.
Por ello, tuvo que mandar de vacaciones a su personal. En total tiene ocho trabajadores. Después algunos se empezaron a ausentar porque se enfermaron de covid-19 o porque su familia resultó contagiada.
“Tras semanas de meditarlo, decidí cerrar”, explica. Lamentó no poder seguir dando trabajo, pero también no tener ingresos. “Era un torbellino de emociones porque me sentía que era estar como desempleado”, dice.
“Con el paso de los días nos desesperamos porque ya no teníamos dinero y era frustrante. En ese tiempo nos ayudamos vendiendo comida a domicilio, pero no era lo mismo”, recuerda.
Desde finales de julio volvió a abrir, aunque admite que la demanda es poca. “No despedí a nadie, pero les estoy pagando menos porque vienen menos horas muchos de los trabajadores, por seguridad y porque no hay muchos turistas”, precisa.
Describe a Granada como “una ciudad fantasma” porque la cantidad de turistas que se miraban meses atrás desapareció. “El turista que llega es nica en estos momentos y por una noche casi siempre”, comenta.
La crisis sanitaria global parece lejos de terminar. Muchos Gobiernos aún tienen cerradas sus fronteras y las aerolíneas aún no proyectan regresar a Nicaragua. El empresario estima que “cuando se empiece a normalizar la situación mundial, Nicaragua no será un destino a tener en cuenta por el pésimo manejo de la crisis sanitaria y puede ser que acá el virus siga por un buen tiempo”.
Una afectación mundial
En la primera mitad de 2020 se perdieron el equivalente a 400 millones de empleos a tiempo completo debido a la crisis sanitaria de la covid-19 y se registró una caída del 14% en las horas de trabajo a nivel mundial, advirtió en junio la Organización Internacional del Trabajo.
Según el organismo, “la recuperación incierta de lo que queda del año no será suficiente para volver a los niveles previos de la pandemia”, e incluso en el mejor escenario se corre el riesgo de ver una pérdida continua de empleos a gran escala.
En las Américas se perdió la mayor cantidad de tiempo de trabajo con el 18.3%, seguido por Europa y Asia Central con 13.9%, Oriente Medio con el 13.2% y África con el 12.1%.