11 de agosto 2020
La triple crisis –política, económica, y ahora sanitaria- que enfrentan el país y las empresas, y que en el caso del sector turístico se ha visto agravada por las decisiones de los gobiernos de Daniel Ortega y Donald Trump, han generado un sismo de tan magnitud, que las ha llevado a perder cerca del 80% de los empleos, y más del 76% de los ingresos esperados para 2020.
La violencia y el asedio desatados a partir del 2018 por el régimen de Daniel Ortega en contra de los ciudadanos que reclaman libertad y democracia, afectó con dureza a las empresas turísticas, que se vieron imposibilitadas de prestar sus servicios a los cada vez menos numerosos viajeros, huéspedes o comensales. La epidemia de covid-19, no hizo más que endurecer sus condiciones.
“Calculamos que este año, como consecuencia adicional de la pandemia, el empleo se ha caído dramáticamente en el sector turístico, y creemos que andará, quizás en 20%” de los 120 000 puestos de trabajo generados en 2017, o sea que “hay solo unos 20 000 a 24 000 empleos que están activos, porque la mayoría de las empresas están cerradas”, reveló Lucy Valenti, presidenta de la Cámara Nacional de Turismo (Canatur).
El sector proyectó la recepción de ingresos por 460 millones de dólares en 2020 –cifra muy inferior a los 840.5 millones captados en 2017- pero a causa de los estragos causados por la epidemia de covid-19, ahora calculan que quizás puedan generar la cuarta parte, en especial después de comprobar que en el primer semestre percibieron casi el 70% menos de lo proyectado.
Las decisiones de dos gobiernos antagónicos – el de Daniel Ortega en Nicaragua y el de Donald Trump en Estados Unidos-- han apretado aún más la soga alrededor del cuello de las asfixiadas empresas del sector, que ven cómo se aleja todavía más la posibilidad de recibir un poco de oxígeno financiero, que les ayude a llegar con vida al otro lado de la turbulencia.
Pocos quieren volar a Managua
En marzo, las aerolíneas comenzaron a cancelar sus vuelos a Nicaragua, como respuesta a la crisis global causada por la pandemia de covid-19, que llevó al cierre de fronteras. A partir de entonces, han ido posponiendo una y otra vez su ansiado retorno a los aeropuertos del continente, en la medida en que no se encuentra una solución a la prevalencia del virus SARS-CoV-2.
El 24 de julio se conoció que cinco aerolíneas se retiraban un mes más de los aeropuertos nicaragüenses: Aeroméxico, que anunciaba su retorno para uno de septiembre; United, Avianca y American, que volverían el dos, mientras COPA anunciaba su retorno para el día cinco. Spirit dijo que regresaría el 17 de agosto, mientras que Delta suspendió su servicio definitivamente.
La semana pasada, American Airlines fue más allá: mientras Costa Rica recibí un vuelo regular de Iberia, la compañía estadounidense informaba que se retiraba por cinco semanas más, previendo aterrizar en Managua hasta el 7 de octubre.
“La decisión de American Airlines tiene que ver también con la demanda”, dijo la presidenta de Canatur, al ser entrevistada en el programa Esta Semana, que solo se transmite en línea, por causa de la censura oficial del Gobierno de Daniel Ortega.
Si antes, tres aviones de American Airlines viajaban cada día entre Managua y Miami, es porque había suficientes pasajeros como para hacer rentable esa frecuencia de vuelos, pero ahora, a la falta de pasajeros se suma la decisión del gobierno del país norteamericano, de colocar a Nicaragua en su lista de países a los que recomienda no viajar, debido, principalmente, a los riesgos de contagio con covid-19.
“Ahora que Estados Unidos nos está poniendo esa advertencia de viajes, la poca demanda que podía haber”, será más escasa, como para que las líneas aéreas programen cierta cantidad de vuelos”, señaló Valenti.
Flexibilización insuficiente
Adicionalmente, las exigencias del Ejecutivo nicaragüense, que cargó sobre los hombros de las aerolíneas el cumplimiento de requisitos que resultan imposibles de cumplir, por la naturaleza de ese sector, también las empuja a atrasar aún más, el momento de anunciar que están a punto de aterrizar en Managua.
La autoridad aeroportuaria nicaragüense quería que las tripulaciones presentaran una prueba del covid-19, tomada 72 horas antes de su llegada al territorio nacional, lo que es impracticable, porque muchas veces es posible que ellos mismos lo sepan apenas 24 horas antes, porque “las líneas aéreas tienen sus propios rosters y maneras de asignar las tripulaciones de los vuelos”, señaló la empresaria turística.
Otra de las exigencias, era que las líneas aéreas enviaran con anticipación los resultados de las pruebas covid de sus pasajeros, pero “eso es imposible de cumplir, porque la mayoría de los viajeros compra sus boletos en línea, así que las aerolíneas no pueden tener esa información, previo al vuelo”, aclaró.
La semana pasada, el Instituto Nicaragüense de Aeronáutica Civil (INAC), dio pie atrás con algunas de esas medidas. Por ejemplo, se eximió a la tripulación, mientras que los pasajeros serán responsables de portar y presentar sus pruebas del covid, en el counter de la línea aérea, al momento de hacer su chequeo para volar, lo que es requisito para poder abordar.
“Falta resolver lo de que las líneas aéreas presenten con 72 horas de anticipación el listado de los pasajeros y sus documentos”, pero eso también es irrealizable, porque siempre es posible que haya pasajeros que estén comprando su boleto casi al momento de abordar, recordó Valenti.
Además de suavizar la situación para las aerolíneas, el Ejecutivo también necesita suavizar la situación en las calles de Nicaragua, donde la Policía arresta a un joven por mofarse en línea de los personeros del Gobierno, o donde se ataca a las iglesias, y se amenaza a los sacerdotes, fieles y obispos.
Estas amenazas, y “toda esta situación de violencia que se está viendo en el país, abona a profundizar más el terrible daño a la imagen de Nicaragua como un país fiable, no solo para el turismo, sino también para la inversión nacional y extranjera”, recordó la presidenta de Canatur.
Daños directos a las empresas
El SARS-CoV-2 hizo trizas las proyecciones del turismo para 2020, que esperaba crecer 7% a 8% con respecto al 2019, y ver llegar unos 1.2 millones de visitantes. En vez de eso, los hoteles grandes de Managua, que atienden al segmento de negocios, apenas reportan 21% de ocupación, que es poco más de la mitad del 37% observado el año pasado.
“Los pequeños hoteles, que están distribuidos por todo el territorio nacional, y de los que depende mucho más la actividad turística, reportan 15% de ocupación en estos seis meses”, promedio que se entiende a partir de lo que captaron en enero y febrero, que normalmente es una buena temporada para el turismo, y los primeros días de marzo, antes del cierre voluntario.
La esperanza, de cara a la reactivación, es que sea, en primer lugar, a través del turismo interno. Luego, el turismo de cercanía, que en nuestro caso, sería el regional centroamericano, pues se considera que hasta en 2022 o 2023, se reactive el turismo internacional.
De paso, también requieren que el Gobierno haga su parte, apoyando a un sector que genera impuestos, y empleos que generan más impuestos. Valenti recuerda que la Organización Mundial de Viajes y Turismo indicó que la forma de reactivar al sector es logrando una efectiva coordinación público – privada para restablecer las operaciones, donde las medidas se tomen por consenso.
También, mejorar la experiencia de viaje, en lo que ha de ser la nueva normalidad del turismo por causa de la pandemia, considerando elementos de salud, de seguridad, de higiene y de sostenibilidad en la nueva oferta y el nuevo producto turístico; y que el sector público trabaje con los expertos de salud, para poder adaptar los protocolos globales internacionales a las realidades propias de cada país.
“También es importantísimo, y lo ha señalado la World Travel and Tourism Council, que se debe mantener el apoyo al sector durante toda la etapa de recuperación”, y eso tiene que ver con el ecosistema de viajes y turismo por parte del Estado, lo que también implica aplicar medidas de rescate a las empresas, dijo Valenti.
“La mayoría de las empresas turísticas de Nicaragua son mipymes. No tienen capital suficiente para seguir operando y sostener el empleo si no reciben algún tipo de alivio, y aquí no hemos visto nada de eso. El sector privado está prácticamente huérfano de ese tipo de apoyo, y buscando cómo sobrevivir, cómo ayudar con las facilidades o posibilidades que tengamos, para que las empresas no paren, ni sucumban ante la pandemia”, remarcó.