4 de agosto 2020
En las últimas semanas se han producido varios ataques a templos católicos en diferentes puntos del territorio nacional, creando un ambiente de zozobra general. Para comprender qué ocurre, necesitamos hacer un breve repaso de los principales acontecimientos de los últimos dos años, para resaltar el importante rol que ha jugado la Iglesia católica en la búsqueda de una salida a la crisis actual.
La Iglesia católica en 2018
El aplastamiento militar de la insurrección de abril tuvo repercusiones sobre la alta jerarquía de la Iglesia católica. Los obispos actuaron como mediadores del Diálogo Nacional, confiados en encontrar una solución pacífica a la crisis. No obstante, la dictadura los engañó, y apenas restableció el control se lanzó contra los obispos acusándolos de “golpistas”, especialmente contra monseñor Silvio Báez que representaba el sector que de manera firme trabajó para lograr un cambio pacífico de gobierno.
En una reunión en la Casa de los Pueblos, el 7 de junio de 2018, los obispos presentaron una Hoja de Ruta para la democratización del país. En esa reunión, Daniel Ortega respondió con evasivas, mientras organizaba el ejército de paramilitares que aplastarían militarmente los tranques y las protestas populares en junio y julio de ese año.
En su discurso de celebración de su victoria, el 19 de julio de 2018, Daniel Ortega reafirmó el ataque frontal contra los obispos: “(…) yo pensaba que eran mediadores, pero no, estaban comprometidos con los golpistas, eran parte del plan de los golpistas”.
Por esas casualidades del destino, el arribo del nuevo nuncio apostólico, monseñor Stanilaw Waldemar Sommertag, coincidió con el reflujo de la lucha popular. Ante el retroceso de la rebelión popular y los ataques de la dictadura, el Vaticano optó por priorizar las relaciones diplomáticas. Sommertag sostuvo una pública posición de conciliación y mesura. Con ese cambio de seña, los obispos entraron gradualmente en una especie de letargo que se rompió coyunturalmente en marzo de 2019.
La Iglesia se retiró del Dialogo Nacional en 2019
Por una combinación de factores nacionales e internacionales, el gran capital y la dictadura, con el beneplácito de Sommertag, se pusieron de acuerdo y promovieron un nuevo Diálogo Nacional entre marzo y abril del 2019. Sin embargo, la situación era totalmente diferente a 2018. La dictadura había logrado recuperar el control e imponer un repliegue al movimiento popular.
En un comunicado con fecha 4 de marzo de 2019, la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), le recordó a las partes que “(…) si necesitaban algún servicio de la CEN, ambas partes hicieran llegar las respectivas cartas de invitación; y ya que hasta este momento, no hemos recibido ninguna correspondencia al respecto, comprendemos que no somos de ineludible necesidad para dichas negociaciones (…)”
La carta de invitación nunca llegó. Como era de esperarse, la dictadura vetó la participación de los obispos, y estos tuvieron que retirarse. Los obispos olieron a tiempo las intenciones de la dictadura, y no quisieron prestarse a una farsa. El tiempo les dio la razón, porque a pesar de haberse suscrito dos acuerdos que nunca se materializaron, por la intransigencia de la dictadura el Diálogo Nacional volvió a fracasar.
El exilio de monseñor Silvio Báez
Aunque la CEN es un organismo colegiado, no hay duda que monseñor Silvio Báez ejerció un influyente liderazgo que comenzó a declinar a mediados de 2018, con la derrota de las protestas populares, y desapareció al irse al exilio en abril de 2019.
El Vaticano justificó su exilio, argumentando que tenía conocimiento de la organización de un atentado contra su vida, algo que realmente no se podía descartar. En realidad, el retiro de monseñor Báez era una vieja exigencia de la dictadura. Su cabeza fue entregada en bandeja de plata para darle vida a las negociaciones del segundo Diálogo Nacional, que también fracasaron.
Monseñor Báez no vive en Roma, sino en Estados Unidos, refugiado en la iglesia Santa Agatha, Miami, Florida.
Mensajes pastorales moderados y conciliadores
En 2019 disminuyeron las cartas o mensajes pastorales y los comunicados de la Iglesia católica. Después del fracaso del segundo Diálogo Nacional, hubo apenas tres mensajes pastorales: el 1 de mayo, el 15 de septiembre y el 28 de noviembre.
En el contexto de la huelga de hambre de las madres por la libertad de sus hijos prisioneros políticos, realizada en noviembre de 2019 en la Iglesia San Miguel Arcángel de Masaya, se produjeron ataques a algunas iglesias, especialmente en Managua y Matagalpa.
En el mensaje pastoral de noviembre, los obispos reconocieron que “(…) vivimos en una sociedad lacerada por profundas divisiones y ruptura, donde hay abundancia de rostros sombríos, son un elocuente testimonio de la profunda desesperanza, sufrimiento y tristeza por la cual atraviesan muchos hombres y mujeres de la Nicaragua de hoy” . (CEN 28/11/2019)
En 2020, los mensajes pastorales de los obispos fueron muy moderados, la mayoría de ellos estaban concentrados en la pandemia y sus efectos. Llamaron al distanciamiento social y cumplir con las medidas recomendadas por la OMS, cerraron los templos como medida para evitar el contagio.
Incluso, en el mensaje de mayo exhortaron a “(…) los gobernantes y a todos los sectores del país a abrirse a las alianzas y consensos para buscar y encontrar alternativas y soluciones conjuntas que nos eviten una mayor catástrofe humana”. (CEN 24/05/2020)
Sin embargo, en la medida que la CEN disminuía sus mensajes pastorales, probablemente porque los obispos no lograban ponerse de acuerdo, la Comisión de Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Managua comenzó a emitir una serie de comunicados que suplían, en cierto modo, el vacío existente, pronunciándose sobre la necesidad de recuperar las libertades y garantizar un próximo proceso electoral libre y democrático.
Las recomendaciones de AEI y la entrevista a Mata
Hay dos factores que probablemente desencadenaron la rabia de grupos fanáticos, que atacan las iglesias, operando desde las sombras y bajo la impunidad.
El primero fue que el American Enterprise Institute (AEI), una entidad privada con sede en Washington, Estados Unidos, publicó una extensa investigación de Rayn C. Berg, titulada “Restaurando la democracia en Nicaragua”, en la que plantea la teoría que la crisis económica y la negligencia de Ortega-Murillo en el manejo de la pandemia han creado un vacío de poder, similar al creado con el terremoto de 1972, y que puede ser llenado por un Comité Nacional de Emergencia, en el que debe participar la Iglesia católica.
Berg expone sin tapujos que “(...) Después de alentar un mínimo de unidad dentro de la oposición de Nicaragua, la diplomacia estadounidense debería instar a la formación de un Comité Nacional de Emergencia (conformado por) la oposición y la sociedad civil, junto con una alianza de asociaciones médicas y la Iglesia católica, pueden llenar el vacío de liderazgo en Managua (…) El Comité Nacional de Emergencia sería prudente considerar incluir a la Iglesia católica, especialmente dado que ha sido la punta de lanza en la lucha para restaurar la democracia en Nicaragua”.
El segundo factor ha sido la entrevista a monseñor Abelardo Mata, secretario de la CEN, en la que advirtió, entre otras cosas: “Mucha gente no tiene ni para comer, aquí va a haber una crisis, un estallido nuevamente, un estallido social feroz, porque el hambre es muy mala consejera” (Trinchera de la Noticia, 20/07/2020).
Estos dos factores desencadenaron la furia de los grupos paramilitares contra los templos católicos. Con ello, pretenden atemorizar a los obispos, al mismo que tiene un efecto disuasivo sobre la población descontenta para que no participen en posibles brotes o rebrotes de protesta social.
La libertad y la tolerancia religiosa
Los ataques a los símbolos religiosos de la Iglesia católica, nos plantean la necesidad no solo de exigir una investigación exhaustiva, sino de agregar nuevas consignas a la lucha democráticas: el respeto y tolerancia a cualquier creencia religiosa.