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Funides: Por qué Nicaragua paga la electricidad más cara de Centroamérica

Estudio muestra las fallas en sistema de generación y distribución, y las deficiencias legales, técnicas y financieras que tiene el sistema

Generadora que costaría USD 300 millones

Iván Olivares

24 de julio 2020

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A partir del año 2015, Nicaragua se convirtió en el país que paga la electricidad más cara de la región centroamericana, debido a una combinación de decisiones y regulaciones que distorsionaron esa actividad, en perjuicio de los consumidores.

“Los usuarios del sector comercial nicaragüense pagan el precio más alto de Centroamérica, que es mucho más alto que el promedio regional”, dijeron los economistas de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) que elaboraron el estudio ‘Mercado Eléctrico en Nicaragua. Diagnóstico y Recomendaciones’.

Pero no solo los clientes del sector comercio pagan altos precios. Los firmantes del estudio detallaron cómo los usuarios residenciales e industriales, han visto un aumento promedio de 19.3%, en el precio de la energía eléctrica que consumen, comparando el pliego tarifario vigente a diciembre 2018, con el de julio 2020.

La mayor parte del análisis se centró en el componente ‘generación’, dada la abrumadora importancia que tiene en la tarifa energética final (61.7%), mientras el rubro ‘distribución’ aporta el 34.7%, con el restante 3.6% que se atribuye al componente ‘transmisión’.


“El precio de la energía que reciben las distribuidoras es el más alto de la región”, dice el estudio, al resumir el hecho que, en 2018, los generadores de electricidad instalados en Nicaragua recibieron 116 dólares por megavatio.

Mientras en el resto del istmo, solo Honduras sobrepasaba los cien dólares, todos los demás estaban debajo de ese precio, con Costa Rica instalado en el otro extremo, pues sus generadores solo reciben un promedio de 38 dólares por MwH al año.

“Los generadores de energía se benefician de una ‘falla de mercado’ denominada mercado cautivo, porque los clientes no pueden elegir al generador. Ese poder de mercado les da ventajas al negociar los PPA”, dijeron los economistas de la Fundación, en referencia a los contratos que forman los generadores de electricidad con la empresa distribuidora.

Esos PPA otorgan pagos fijos por potencia instalada, a todas las unidades térmicas, que representan el 43% de la capacidad instalada en el país. Ese pago es la principal fuente de ingresos que estas empresas tienen para recuperar el capital invertido y obtener ganancias, y lo reciben sí o sí. Generen o no generen. Básicamente, lo reciben por estar ahí.

Pago por dormir

El pago por potencia se entrega como compensación por la confiabilidad de su energía térmica, explican desde el sector, en referencia a que, si bien las energías renovables son más deseables (por ser más limpias y más baratas), tienen el pero de ser menos confiables desde el punto de vista de su suministro (los vientos pueden decaer; el agua o la biomasa pueden faltar, etc.), por lo que las térmicas se constituyen en la base confiable sobre la que descansa el sistema entero.

Adicionalmente, todas las empresas reciben un ‘pago variable por energía’, que está en dependencia de la electricidad generada, y es de donde obtienen recursos para pagar combustible, y cubrir otros gastos de operación.

Gracias a ese esquema, las plantas térmicas de Albanisa y Albageneración reciben casi 4.6 millones de dólares mensuales. A modo de ejemplo, los economistas de Funides detallaron cómo las plantas ‘Che Guevara’, reciben los montos pactados en concepto de pago por potencia, pese a que no están operando, por causa de las sanciones aplicadas por Estados Unidos.

Si a estas fechas de 2019, las ‘Che Guevara’ habían entregado al sistema un total de 369 200 Mwh, a julio de 2020, solo han generado 1827 Mwh, o sea, 202 veces menos, pero reciben el mismo pago, que ronda los tres millones de dólares mensuales.

Durante la presentación del estudio se explicó que los tres países del triángulo norte de Centroamérica (El Salvador, Honduras y Guatemala), también tienen ese tipo de pagos, pero Nicaragua paga más del doble que el más alto, que es Honduras.

“Cuando los mercados pagan precios altos, eso sirve como incentivo para que entren nuevos oferentes, pero si no hay regulaciones, como ocurre con la generación, eso lo facilita aún más, lo que ha incrementado las reservas de energía, que son térmicas en su mayoría, y obliga a los consumidores a pagar más por algo que no están usando”, explicaron los economistas.

Otro elemento que elimina el factor competencia, es que los contratos de las generadoras están pactados a plazos muy extensos: 27 años en promedio, con algunos llegando hasta las tres décadas.

“Si en otros países, las empresas pueden recuperar su inversión con contratos de 10 años, ¿por qué en Nicaragua se les ofrecen 20 y 30 años? Eso desincentiva la competencia, y amarra a las distribuidoras, que no pueden buscar oferentes más baratos”, añadieron.

Hay muchos elementos más para corregir

En el terreno de la distribución de electricidad (componente que es responsable del 34.7% de la tarifa final), se mencionó el Valor Agregado de Distribución (VAD), que se paga a Disnorte Dissur (distribuyen el 98% de la energía eléctrica que se consume en el país), y es, básicamente, de donde obtienen sus ganancias.

El estudio de Funides mostró que el VAD (que es un monto que se fija en dólares por megavatio/hora) ha estado aumentando levemente en el último quinquenio, lo que también incide en el aumento del costo que deben enterar los consumidores.

Otro problema en el segmento de distribución, es el alto costo que tiene la energía adquirida por la distribuidora, pero también las pérdidas técnicas, las no técnicas (robo) y la mora. En la actualidad, se calcula que hay una incobrabilidad del 10%.

“Las pérdidas de distribución siguen altas, y con tendencia a mantenerse así. Somos el segundo país con mayor porcentaje de pérdidas en la distribución (19.7%)”, explicaron los autores del estudio.

Finalmente, en el terreno de la transmisión, se señaló cómo los altos montos que se pagan por el uso del sistema de transmisión (que en Nicaragua fue de 9.32 dólares por megavatio/hora anual, mientras Guatemala cobraba 4.38 y Panamá solo 0.71, con Costa Rica totalmente fuera de rango, debido a su cobro de 21.96), también inciden en la alta tarifa que desde todos los sectores piden disminuir.

El hecho que desde 2015, el ‘peaje’ que el Instituto Nicaragüense de Energía autorizó cobrar a la estatal Empresa Nacional de Transmisión Eléctrica (Enatrel), sea idéntico al solicitado por esta (cuando en el pasado, le permitía cobrar menos de lo que ellos pedían), incluye, cuando mínimo, un elemento de “incertidumbre en la revisión de eficiencia económica para la determinación de ese peaje”, dijo Funides.

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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