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Simpatizantes del FSLN: “Nos han expuesto a morir” por la covid-19

Celebración del 19 de julio ante un creciente desencanto de las bases. Se han enfermado o perdido a familiares; y Ortega y Murillo están “encerrados”

Celebración del 19 de julio ante un creciente desencanto de las bases. Se han enfermado o perdido a familiares; y Ortega y Murillo están “encerrados”

Confidencial Digital

19 de julio 2020

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Cuando “Mariela” escuchó por primera vez de la covid-19 se asustó. Confiesa que siempre ha sido temerosa con las enfermedades y esta vez fue peor porque “es una enfermedad global”. Empezó a tomar sus “propias medidas” en su casa y el trabajo en una institución del Estado. Limpiaba una y otra vez su escritorio, evitaba saludar de mano o beso a las personas y caminaba menos por la oficina.

Con el paso de los días, cuando ya el coronavirus fue declarado pandemia, empezó a utilizar mascarilla. Sus compañeras de oficina la tildaban de “exagerada”. Las ignoró, pero en el fondo creía que quizás tenían razón. Finalmente, en la institución para la que trabaja y para el Gobierno de Daniel Ortega, del cual se declara fiel, “la covid-19 era una enfermedad manejable”.

“Cuando alguien me preguntaba yo defendía a toda costa las medidas, aunque fueran casi nulas del Gobierno”, cuenta. “Esto es como una gripe, nos dará a todos”, recuerda que respondía a los cuestionamientos de amigos y familiares.

Sin embargo, cuando en su misma oficina muchas personas tuvieron subsidio por “enfermarse de gripe o neumonía”, las cosas no le cuadraban. Empezó a escuchar las cifras semanales del Ministerio de Salud (Minsa) y “me causaban risa”.


“¿Cómo era posible que fueran tan bajas las cifras de contagios y muertes, cuando en mi oficina, en mi ciudad y en mi propio barrio conocía a muchos que enfermaron o murieron por el coronavirus?”, reclama.

“No les importa la vida de nosotros”

Con el paso de los días, llegó lo peor para “Mariela”. Su mamá enfermó. Luego su hermano. Días después su papá y su sobrina. “Me tuve que hacer cargo de todo el cuido de ellos”.

“Me di cuenta que al Gobierno no le importa la vida de nosotros. Mi hermano anduvo en muchas actividades masivas de las que convocaron y estoy segura que se contagió por andar en la calle haciéndole el juego al Gobierno. Nos han expuesto a morir”, critica.

Una situación similar vivió “Amílcar”, un trabajador del Estado, al que se le enfermó su esposa y luego su hijo. “Me di cuenta que los hospitales estaban colapsados y que no les importaban a los dirigentes sus bases, sus votantes, sus trabajadores, nos dejaron solos con la enfermedad”, lamenta.

A mediados de junio fueron esos “días duros”. Hasta hace poco él también fue detectado con covid-19. “Al ya tener la experiencia de mi esposa y de mi hijo adolescente, supimos cómo reaccionar ante el virus y me atendí en casa, porque no confiamos en ir a un hospital. Supimos de mucha gente a la que mandaron enterrar sin mostrarles pruebas de que fueran ellos y sin saber qué hicieron por protegerles”, cuestiona.

Él ahora está en su casa. En el trabajo le dicen que no llegué todavía “porque tienen miedo de contagiarse, hay mucho temor”. “Pero siguen creyendo al menos de la boca para afuera que el virus no es mortal. Todo para mantener su trabajo”, valora.

Ortega y Murillo “encuarentenados”

Para el exdiputado Víctor Hugo Tinoco, del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), la negligencia del orteguismo en el manejo de la pandemia del coronavirus le está restando simpatía entre sus bases, principalmente entre aquellos que al experimentar pérdidas familiares producto de la covid-19, se están “desencantando” del sistema dictatorial que impera en Nicaragua.

La militancia “está viendo el contrasentido en todo esto”, señala Tinoco. El régimen “insiste en exponer a los simpatizantes en actividades públicas” mientras que “Rosario Murillo y Daniel Ortega están totalmente escondidos, prácticamente encuarentenados en su residencia en El Carmen”, el reparto de clase media de Managua, donde vive y despacha Ortega.

Daniel Ortega ausente de Repliegue 2020

Daniel Ortega en una foto del 10 de junio de 2020, durante una reunión virtual del Alba. // Foto: Gobierno

El general de brigada en retiro, Hugo Torres, percibe un “alto nivel de frustración y decepción” dentro de las filas del orteguismo. “Las bases están golpeadas”, afirma sin vacilar. Todo es consecuencia de la falta de medidas del Gobierno ante la pandemia de la covid-19, ya que hay un sector muy fanatizado que realmente creyó “que no les iba a pasar nada y que esto (la covid-19) era como una simple gripe y ahora se han enfrentado a la realidad de una forma cruda”, señala.

“Los primeros contagiados fueron sus fanáticos”

Para la exministra de Salud, Dora María Téllez, lo que ha quedado en evidencia es que “nunca hubo una estrategia clara” para combatir la pandemia de la covid-19.

“Hay un desgobierno total simulando que tienen una estrategia. Dejaron pasar el curso de la enfermedad apostando a una inmunidad de rebaño que no funcionó, mientras tanto muchos de los muertos fueron personas que estuvieron sobreexpuestas a las actividades de carnaval promovidas por el régimen Ortega-Murillo”, explica.

Para Téllez, la militancia orteguista abre sus ojos “cuando ven a su familia morir o enfermarse, mientras los Ortega-Murillo permanecen encerrados”.

Al menos 60 ministros, asesores presidenciales, embajadores, diputados, alcaldes, comisionados de la Policía, y líderes territoriales del Frente Sandinista fallecieron en el contexto de la covid-19 en menos de cinco semanas, reveló un reportaje de CONFIDENCIAL, publicado a principios de junio. El régimen, sin embargo, insiste en minimizar la crisis sanitaria, pese a más de 8500 contagios y 2397 muertes a cuestas, según el último reporte independiente del Observatorio Ciudadano COVID-19 sobre el impacto del coronavirus en Nicaragua.

El costo político de la pandemia “es grave” y “ya lo están experimentando” opina Tinoco. Ya que después de la Rebelión de Abril, en 2018, la familia Ortega Murillo se sostiene en el poder por “un foco reducido de fanáticos” que han dejado desprotegidos frente a la covid-19. Mientras que el círculo que rodea a la familia se mantiene firme “no por fanatismo, sino por intereses económicos”.

Una mujer con la bandera del FSLN vende camisetas en honor a la revolución de Nicaragua, en Managua. Foto: EFE/Jorge Torres

Por otro lado, los simpatizantes del orteguismo que no formaban parte “del voto duro, esos ya los perdieron”, valora. “No solo por la pandemia, sino porque ya se convencieron que Ortega no ofrece ninguna posibilidad de salir de la pobreza o de la crisis social que nos mantiene en vilo dentro del país y tiene a miles de nicaragüenses fuera”, continúa.

Sin embargo, Torres hace un análisis más conservador, ya que estima que entre las filas del Frente Sandinista hay un sector altamente fanatizado que “ya no razona” y está ahí “únicamente para defender los intereses del partido”, y en el otro extremo se encuentran los trabajadores del Estado, quienes —a pesar de estar inconformes con la negligencia en el manejo de la pandemia—, respaldan al orteguismo para no perder su trabajo.

Priorizan la salud de Ortega

La ausencia de Ortega, durante los cuatro meses que lleva la crisis sanitaria en el país, ha sido evidente. Este 14 de julio, el mandatario venció su récord de 34 días ausente en el cargo, y los días sin rendir cuenta al país se siguen acumulando, mientras aumentan los muertos y el número de personas contagiadas con el coronavirus SARS-CoV-2.

El mandatario, de 74 años, acostumbra largos períodos de ausencia sin dar explicaciones, pero esta sería la primera vez —durante sus 13 años en el poder— que no ha participado en conmemoraciones tradicionales del FSLN, como la conmemoración del Repliegue Táctico a Masaya, que fue sustituida por un concierto virtual; mientras que el 41 aniversario de la Revolución Sandinista se canceló en la plaza y realizará de forma “innovadora y diferente”, según dijo Rosario Murillo, a través de una cadena obligatoria de televisión este domingo a las cuatro de la tarde.

“Todas las actividades de este mes son en gran medida virtuales para que podamos incorporarnos muchos, muchas a celebrar juntos, como se puede celebrar ahora, eso no le resta entusiasmo a nuestros corazones, todo lo contrario, hacemos lo que tenemos que hacer y como lo podemos hacer en esta circunstancia”, insistió Murillo el pasado ocho de julio.

Sin embargo, Murillo ha ordenado la realización de caravanas a nivel nacional. Para el profesor universitario y excarcelado político, Ricardo Baltodano, la única forma de “hacer algo” es así “porque ya nadie quiere salir a las calles a exponerse”.

En días recientes ordenaron a sus militantes a colocar sus banderas del FSLN en sus casas. “Muy pocas personas acataron la orden y los que anduvieron poniendo banderas en las calles son cuatro fanáticos que probablemente sean pagados”, indica.

“Hay un nivel grande de dispersión de su militancia y es que la pandemia de la covid-19 vino a agudizar el desprestigio de los dirigentes, ahora es un partido que se mantiene en el poder por las armas, las amenazas, los paramilitares”, afirma Baltodano.

¿Racionalidad o miedo a la plaza vacía?

La cancelación de los mítines políticos del mandatario es un caso excepcional, califica Tinoco, para quien esta actitud, “aunque pareciera ser un rayo de racionalidad del orteguismo” para evitar la aglomeración de personas, tal como como recomienda la Organización Panamericana de la Salud (OPS), “en realidad no es más que un cálculo que ellos tienen”, para proteger la salud de Ortega y su familia, evadir el riesgo de mostrar una plaza vacía y dejar de expandir el contagio entre sus sectores más fanáticos, señala.

Téllez apunta que la militancia “está clara que les mintieron” sobre la gravedad de la pandemia y por eso el régimen “no quiere exponerse a una convocatoria debilísima”.

“Uno ve que cuando convocan a carreras de motos llega mucha gente, pero a sus actividades partidarias no llega nadie. Ni siquiera a los actos de entrega de proyectos”, insiste.

Torres, por su parte, valora un cuarto elemento detrás de la cancelación del acto del 19 de julio y es la falta de dinero para costear una celebración tan grande: “Las arcas del Estado están por el piso y ellos (la familia gobernante) no se van a sacar dinero de su bolsa para financiar esa actividad”, señala.

La Plaza de República, también conocida como Plaza de la Revolución, completamente vacía, en la víspera de la celebración del 19 de julio, en Managua. // Foto: Nayira Valenzuela.

El régimen, sin embargo, mantiene la convocatoria para actividades masivas como: caravanas en saludo a la revolución, ferias de la economía familiar, la pospuesta inauguración de la “Campana de la Paz” y esta semana el Instituto Nicaragüense de Aeronáutica Civil (INAC) reabrió el Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino, después de meses clausurado debido a la pandemia de covid-19.

“Es increíble que sigan pretendiendo mantener ese discurso de normalidad, cuando a nivel internacional han quedado como incompetentes y cualquier turista verá a Nicaragua como un lugar peligroso para viajar”, apunta Téllez.

El miedo de “Julián” a volver a contagiarse

Mientras tanto, en una institución estatal, “Julián” se encarga del área de Recursos Humanos. Hace un mes se contagió de covid-19 y se acaba de reintegrar al trabajo, constantemente limpia su escritorio con cloro y observa cómo sus compañeros de labores “han bajado la guardia” en la prevención del contagio.

“Ya hay más gente en las oficinas y algunos no guardan la distancia, ni usan tapaboca”, relata “Julián”. “Me da miedo de volverme a enfermar porque esta semana hubo dos casos sospechosos (de covid-19) y uno de los sobrevivientes fue a cita médica y en exámenes le sale alto el PCR (proteína c-reactivada). Ya tiene más de dos meses”, agrega.

En la institución donde labora “Julián”, los trabajadores experimentaron “por varias semanas” la muerte de familiares y colegas enfermos, pero en general “siento que el ánimo ha mejorado” y la gente “volvió a cierto descuido”, subraya.

“La próxima erosión en el Frente Sandinista”

Para el exdiputado Tinoco, en la medida que los simpatizantes orteguistas sean golpeados por la pandemia, “ese sector puede representar la próxima etapa de erosión” en el partido gobernante. Un desgaste que ya aparece reflejada en la última encuesta realizada en julio por el Diálogo Interamericano, en la que más de un 80% de la población desaprueba la respuesta oficial a la covid-19, mientras que la simpatía por el FSLN y Ortega es menor del 20%.

“Las encuestas son un reflejo del momento, en este momento la figura de Ortega está derrotada, y ya es tarde para buscar un reemplazo dentro del FSLN, aunque sean sus hijos o Rosario Murillo, pero también la oposición todavía no tiene una figura de candidato. Habrá que esperar, pero el orteguismo va de salida”, advierte Téllez.

Militancia en la calle a pesar del coronavirus

En la víspera del 41 aniversario de la Revolución Sandinista la dirigencia del partido continúa ausente, pero —desde su residencia donde se protegen de la covid-19— han ordenado a la militancia organizar caravanas vehiculares y recorrer diferentes puntos del país. Estas actividades se han realizado desde el 16 hasta el 19 de julio, cuando se espera la reaparición de Ortega.

Otra forma “novedosa” que encontró Rosario Murillo para manifestar su poder ante la militancia, fue la construcción de un monumento denominado “Campana de la Paz”, una torre de 17 metros que tendrá una campana de 7590 libras de bronce y casi dos metros de altura, con un costo de 29 millones de córdobas. La Campana de Murillo estaba prevista a repicar por primera vez este 17 de julio, en el que se celebra la renuncia del dictador Anastasio Somoza Debayle. Sin embargo, llegó el “el Día de la Alegría” y, pese a la construcción a marcha forzada, la obra no estaba concluida, y la campana no sonó. Murillo, que omitió el hecho en su monólogo diario del mediodía, también calló.


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