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De divisiones y otras hierbas, entre la pandemia y la dictadura

No repitamos lo que nos pasó en el 2006, porque ese resultado ya lo conocemos y de verdad, la mayoría ya ha dicho que no lo quiere

"El PLC no puede pretender incluir en la Coalición a personas que no gozan de aceptación social porque han sido señaladas de actos de corrupción"

Melba Castillo A

29 de junio 2020

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Sin duda hay muchos elementos de nuestra cultura política que nos están tendiendo trampas constantemente para hacer más difícil la tan ansiada unidad que necesitamos para enfrentar al régimen Ortega-Murillo, ya sea en una posible contienda electoral o en la vida cotidiana que se nos está haciendo cada vez más cuesta arriba. Entre la pandemia y la dictadura.

Y ahora las divisiones, parece que, en vez de estar enfrentando dos plagas, estamos enfrentando tres.  ¿O será, que siguen siendo solo dos, la pandemia y Ortega, quien una vez más está usando todas sus artimañas para que no se logre la unidad?  Si en abril 2018 reconocimos cual era la ruta y lo gritamos con toda la extensión de nuestras gargantas, no entiendo por qué en este momento estamos desconociendo el camino y poniendo obstáculos en la búsqueda de acuerdos.

Bastante tinta ha corrido para intentar explicar por qué los nicaragüenses tenemos tanta dificultad para ponernos de acuerdo. Es una verdad, y podemos aceptar la hipótesis que mejor nos acomode. Como educadora no me queda más que seguir insistiendo que carecemos de una cultura del debate, que no hemos aprendido a defender nuestras posiciones con argumentos, sino con descalificaciones. Pero también, como educadora estoy convencida que podemos mejorar y sobre todo que podemos contribuir a que nuestros hijos, hijas, nietos, nietas y sobre todo la juventud aprenda a debatir, a argumentar, a persuadir, a escuchar y a convencer para ser escuchados.

Que no sea el garrote, el fusil o la descalificación los que nos convenzan, o que se compren nuestras voluntades con espejitos, coimas o pactos amañados, sino a través de  argumentos coherentes y robustos. Que no sea con esas armas que logremos nuestros objetivos, sino con la riqueza de nuestros planteamientos.


Por eso celebro la firma de los Estatutos de la Coalición Nacional que se logró el jueves, pese a las diferencias, eso es una prueba de que vamos avanzando, que los argumentos se van imponiendo y que, a pesar de los obstáculos vamos por buen camino.

Y abonando en esa dirección, me atrevo a sugerir que sí sabemos cual es la ruta, y si ya hemos logrado poner las bases de un acuerdo más general, dejemos de lado por un rato las diferencias, poniendo por encima de estas, ese gran objetivo que tenemos por delante. Y construyamos esa anhelada y necesaria unidad sobre la base de lo que nos une, no de lo que nos separa. Puede ser que no compartamos todas las opiniones en debate, pero trabajemos juntos para lograr nuestro objetivo. Esto no es un sacramento hasta que la muerte nos separe. Será un acuerdo para lograr un objetivo, la salida de Ortega Murillo, y junto con ello, la construcción de una institucionalidad democrática, que es más grande y beneficiosa para nuestro país que lograr acuerdos por afinidades personales únicamente.

Y si para lograrlo vamos a necesitar un mediador externo que nos ayude a poner en blanco y negro el tamaño de nuestras similitudes y diferencias, ¿por qué no?  Hay muchos expertos y expertas en estos temas alrededor del mundo que podrían ayudarnos a ver con más claridad aquellos elementos que a veces nuestras propias vivencias o la herencia de nuestra cultura política no nos permiten ver. Hay muchos ejemplos de esto, en Nicaragua también.  No tengamos miedo a buscar la ayuda que sea necesaria para ponernos de acuerdo.

Lo importante es superar esa cultura de que cada diferencia es una ruptura, cada línea de un posible acuerdo que no se escribe como yo quiero se traduce en un me voy de aquí porque no me escuchan.  Hay muchas maneras de decir las cosas y sin duda, muchas veces tenemos la convicción de que solo si se escribe como yo quiero queda perfecto, pero ahí, pensemos nuevamente en cuál es la ruta y reflexionemos que a lo mejor se está diciendo lo mismo, solo que de manera diferente.

Además, no podemos olvidar que de la diversidad de opiniones es que puede lograrse una mayor riqueza en las propuestas, no es en vano el refrán que varias cabezas piensan mejor que una. Solamente cuando los temas han sido ampliamente debatidos y después de debatidos, asumidos, es que pueden lograrse los consensos, tan necesarios para avanzar pese a las diferencias. Solo así será posible construir un plan de lucha y de organización que nos encamine hacia ese objetivo común que todos y todas estamos buscando.  En esta tarea sin duda habrá que pensar en mecanismos de consulta a la ciudadanía, lo que por razones logísticas tendrá que ser territorial, pero urge hacerlo para que realmente se pueda recoger el sentir de la gente, y que la gente conozca qué se está debatiendo y de esta manera expresar su opinión.

Si no avanzamos en la dirección de los consensos involucrando a la ciudadanía, con todo y las dificultades para lograrlos, seguiremos siendo gobernados por los fusiles y guiados por esa voz que nos habla todos los mediodías, no sabemos desde donde, si desde alguna isla paradisíaca, un palacio en Paris o un protegido búnker.  Y seguramente después pondremos la culpa en la terquedad de alguien, en la arrogancia de la otra o del otro. Si de verdad queremos aprovechar esta oportunidad, por favor no repitamos  lo que nos pasó en el 2006, porque ese resultado ya lo conocemos y de verdad, la mayoría ya ha dicho que no lo quiere.


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Melba Castillo A

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