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Pandemia deja cuatro muertos al día en Bluefields

Fuentes médicas reportan 2500 casos sospechosos de covid-19; el hospital tuvo que disponer de un nuevo edificio para atender avalancha de enfermos

Fuentes médicas reportan 2500 casos sospechosos de covid-19; el hospital tuvo que disponer de un nuevo edificio para atender avalancha de enfermos

Vladimir Vásquez

21 de junio 2020

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En los últimos días, todos los reportes que llegan desde Bluefields llevan la palabra “fallecido”. Esta semana, en un período 48 horas, los medios locales reportaron al menos doce muertos, y aunque no especifican las causas, fuentes médicas locales consideran que es una cifra alarmante en tiempos de la pandemia de covid-19, que ya se extiende por la Costa Caribe de Nicaragua.

En las calles de la ciudad caribeña, la actividad comercial, incluyendo bares y discotecas, continúa normal, a la par de la venta de pescados y mariscos, pero en el Hospital Regional Ernesto Sequeira Blanco se vive otra realidad.

Fuentes del centro hospitalario revelaron a CONFIDENCIAL que, durante mayo y junio, se han atendido en el hospital unos 2500 casos sospechosos de covid-19: pobladores que llegan con diversos síntomas o problemas respiratorios, varios buscando espacio entre las 117 camas del centro.

Otra fuente relata cómo la Clínica Médica Previsional, que lleva el mismo nombre del hospital, tuvo que ser evacuada a un local más pequeño, para que los pacientes en condiciones delicadas fueran tratados en el edificio donde añadieron unas 35 camas.

Muertes por covid-19 se duplican en una semana


Las fuentes médicas, que solicitan no ser identificadas para evitar represalias, reportan un estimado de 60 fallecidos en este período, con días en que han muerto hasta cuatro o seis personas, y los pacientes, agrega una de ellas, no dejan de llegar en busca de recursos, pese a que solamente hay nueve médicos para todo el edificio y nueve respiradores para los casos críticos.

En la escasa información del Ministerio de Salud (Minsa) sobre la pandemia, no hay datos específicos sobre los departamentos o regiones autónomas del país. Los únicos datos por región son los del Observatorio Ciudadano COVID-19, que hasta este 17 de junio registraba 136 casos sospechosos.

Hospital de Bluefields. Foto: La Costeñísima

Sin embargo, el dato de fallecidos no es tan distante y muestra además un incremento acelerado. En contraste con los 60 fallecidos que indican las fuentes médicas, el Observatorio reporta 34, un número que se duplicó respecto al informe de siete días antes, cuando contabilizaban 17 muertes.

Drama por covid-19 se agrava en comunidades

Hace 12 días, la mamá y la abuela de Haydeé Bautista contrajeron covid-19. No saben cómo ocurrió, porque la comunidad de Karawala, de donde son originarias, ya había decretado una autocuarentena desde el pasado 20 de mayo, para evitar contagios.

El Minsa dispuso una de las seis ambulancias acuáticas que tiene a nivel nacional, para trasladar a ambas mujeres al hospital de Bluefields, donde se encuentran delicadas. Para llegar, tuvieron que viajar alrededor de tres horas y media desde la Desembocadura de la Cruz de Río Grande, ubicada a 130 kilómetros de distancia de la ciudad cabecera, pues no existen carreteras para trasladar a los enfermos, y todo transporte es por vía acuática.

Pero no todos tienen acceso al uso o servicio de estas lanchas rápidas o pangas, y con la autocuarentena, el servicio de estas también se ha reducido.

“No pasan pangas cada dos horas. Son programaciones intercaladas una panga al día o ninguna al día”, lamenta Shakira Simmons, habitante de Bluefields. En la ciudad, el transporte es más fluido, pero un traslado hacia Managua también se ha vuelto complicado: la aerolínea nacional La Costeña suspendió sus operaciones desde mayo, y aún con la nueva carretera, se trata de un viaje de ocho horas hasta la capital.

A los blufileños también les preocupan que gran parte de la población mantiene sus actividades regulares, con pocas medidas de protección. Los juegos deportivos, prácticas, bares, discotecas, y el comercio en general se mantienen “normales”, pese a la crítica condición de la pandemia.

Así, el riesgo también se extiende a los comunitarios, que continúan llegando con sus productos en botes o cayucos personales, pero si uno de ellos se contagia, regresará con el virus a la localidad.

La sicóloga Lidia Hodgson afirma que la población comenzó a usar mascarillas hasta finales de mayo, y que el intento de autocuarentena en Bluefields fracasó después de la Semana Santa, cuando la ciudad retomó sus actividades como si nada.

Este fracaso no es casualidad. La economía de la zona es meramente informal y los empleos se reducen a instituciones del Estado o programas sociales. El resto es comercio y algunas pocas empresas privadas, como casas comerciales y bancos. Los pobladores, entonces, tienen que buscar de qué manera sobrevivir, y continúan trabajando para poder pagar sus alimentos.

El temor de la población: “Del hospital no se sale vivo”

Joseph Smith, un blufileño de 58 años, se recuperó de covid-19 en casa. “Una doctora del Gobierno me dijo que fuera al hospital y me negué”, relata. “Me negué porque las personas que entran a ese hospital no salen vivas”, afirma.

El problema, sin embargo, es que muchos que lidian con la enfermedad desde casa también prefieren utilizar “medicinas naturales”, y los médicos temen que la situación empeoré, multiplicando los contagios y muertes y presionando la limitada capacidad del hospital.

Desde casa, la población también se enfrenta a las dificultades de servicios básicos irregulares. En la ciudad, no hay un servicio estable de agua potable y en los hogares la mayoría depende de pozos propios, pedir agua al vecino o esperar a que, con suerte, las tuberías funcionen esa semana.

La historia no es diferente con el servicio de energía eléctrica. Smith afirma que hay apagones de media a seis horas al día, una obstáculo para quienes podrían optar a trabajar remoto, e incluso entre quienes están hospitalizados.

Desde los hospitales, en la última semana trascendió la muerte del periodista Sergio León Corea, director de La Costeñísima. Al día siguiente, falleció el expresidente del Consejo Electoral Regional, Orlando Obando, quien estaba internado en el mismo lugar.

También esta semana, en una distribuidora encontraron muerto al comerciante Francisco Quant, de 93 años. Aunque su causa de muerte no se ha precisado, la sicóloga Lidia Hodgson estima que “estos últimos días han sido duros para Bluefields, por tantas noticias de muertos”, que la población se informa de “boca en boca” ante el silencio de las autoridades oficiales.


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