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Del hospital al panteón: Relato de un entierro exprés en Masaya

Con 102 casos, Masaya es el tercer departamento con más casos sospechosos de la covid-19 en Nicaragua, según conteo independiente

Confidencial Digital

18 de mayo 2020

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A los muertos en el departamento de Masaya, casi siempre se les despide con música de chicheros. Es un adiós con bulla y gentío. Hoy, la covid-19 y el régimen orteguista han cambiado esa costumbre. El Ministerio de Salud (Minsa) obliga a las familias a entierros exprés, con apenas deudos y, en algunos casos, nocturnos.

Oficialmente, nadie ha muerto por la covid-19 en Masaya. El Gobierno se ha enconchado en que el país registra solo 25 casos positivos y ochos fallecidos —para un índice de letalidad del 32%, el más alto del continente—. Sin embargo, las calles reflejan otra realidad: hombres embutidos en trajes blancos de protección, que viajan en las tinas de camionetas junto con ataúdes sellados camino a los cementerios, donde realizan sepelios solitarios y semiclandestinos.

Uno de esos entierros fue el del ciudadano R.V, de 56 años, que falleció el pasado domingo diez mayo a las cuatro de la tarde, y fue sepultado pasadas las nueve de la noche, del mismo día, en el cementerio central de Nindirí, Masaya. Un adiós en silencio, solo roto por el golpe seco de las palas contra la tierra.

Las autoridades del Hospital Dr. Humberto Alvarado, de Masaya, les dieron pocas horas a los parientes del ciudadano para preparar el sepelio. “Ellos nos dijeron que buscáramos la caja, la camioneta para llevarlo, y que no lo podríamos ver porque la caja iría sellada y directo al cementerio”, relató una familiar, que solicitó omitir su nombre para evitar represalias de las turbas orteguistas.


“Si nosotros conseguíamos temprano las cosas pudo salir a las cinco de la tarde (del hospital). Pero teníamos que comprar las cosas y nos agarró la tarde, por eso salió noche el funeral”, añadió.

Un viaje directo

Entre el hospital central de Masaya y el cementerio de Nindirí hay 6.5 kilómetros de distancia. En el trayecto no hubo paradas. El ataúd era vigilado por un funcionario del mismo centro hospitalario, que viajaba detrás, en una motocicleta.

Seis varones de la familia, protegidos con guantes, mascarillas, gorros y gabachas plásticas, fueron los encargados de manipular el ataúd, desde el hospital hasta el panteón. La orden de las autoridades hospitalarias fue que nadie más tocara la caja, para evitar un contagio.

“Nosotros le preguntamos a un doctor: ¿Qué posibilidades de contagio había para nosotros? Nos dijo que íbamos seguros, porque nosotros no manipularíamos el cuerpo, que no sacaríamos nada”, mencionó uno de los seis hombres.

“También —agregó— le preguntamos por qué la caja venía mojada, bien empapada. ‘Esto es parte de la misma seguridad para ustedes y todo el que va en la calle. Pero no tengan miedo. Esto va seguro’, nos respondió”.

Imagen de la epicrisis del ciudadano de 56 años, enterrado en poco más de cinco horas. Foto: Cortesía

Muerte por “neumonía atípica”

A la familia del ciudadano, las autoridades del hospital le avisaron de súbito que había muerto. “Ellos me llamaron a mi teléfono y me dijeron que mi familiar había fallecido. Que no se pudo hacer nada, que sus pulmones colapsaron”, relató la familiar.

“Me dirigí al hospital para ver qué había pasado, y me dijeron que a él le salió positiva la prueba de covid. Pero anteriormente, me habían dicho que la prueba llegaba hasta el lunes, porque el ingresó viernes, o sea que los resultados estaban desde antes”, señaló.

Sin embargo, la epicrisis del hospital indica que entre las causas de la muerte están: “una insuficiencia respiratoria grave” y “neumonía atípica”. También señala que el paciente padecía “asma bronquial”. El diagnóstico fue establecido por el doctor Edgar Pérez, y avalado por el doctor Leonel Jiménez, director del hospital.

“Les dije que si era neumonía (la causa de la muerte), porque no me permitían velarlo, entonces me dijeron que no se podía, porque eso (el virus) no se podía expandir”, comentó la pariente.

Empeora situación en el departamento

El último informe del independiente Observatorio Ciudadano COVID-19 contabiliza en 1270 los casos sospechosos de coronavirus en Nicaragua; mientras que unas 233 personas han muerto a causa de la pandemia, y otras 33 han sido reportadas como fallecidas por neumonía.

Masaya con 102 casos es el tercer departamento con más sospechosos de covid-19 en Nicaragua, tras Managua (628 casos) y Chinandega (106 casos), respectivamente, según el reporte.

Fuentes médicas de Masaya dijeron a CONFIDENCIAL que la situación ha empeorado en los últimos días en el departamento, y que en un par de ocasiones se han reportado al menos diez muertos en un día.

El departamento de Masaya cuenta con dos hospitales: el Dr. Humberto Alvarado y Sermesa, para atender a una población que supera los 317 000 habitantes, según datos de 2009.

“Área covid” topadas

Ambos hospitales han designado áreas específicas para atender los casos de la covid-19, en su mayoría remitidos de los centros de salud de los municipios.

Una de las fuentes subrayó que ambos hospitales tienen unas 40 camas en sus “área covid”, y ya todas “están ocupadas” por pacientes. Además, en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) tienen ocho camas destinadas a los pacientes con esta enfermedad, que también están “ocupadas”.

“El hospital (Humberto Alvarado) tiene cuatro ventiladores, todos ya están ocupados”, añadió el médico que solicitó reservar su nombre.

En abril pasado, en ese hospital fallecieron al menos cuatro personas por covid-19. Sin embargo, “solo este viernes (15 de mayo) tuvimos al menos 17 muertes por esa razón”, afirmó la fuente.

Fachada del hospital Sermesa, uno de los dos que atienden a toda la población del departamento de Masaya. // Foto: Reproducción | Esta Semana

Niegan la situación

Ante los señalamientos de un incremento de casos sospechosos y de muertes por la covid-19, y las denuncias de entierros semiclandestinos, la posición del Gobierno ha sido negar los hechos y atacar con insultos a los medios de comunicación independientes.

En uno de sus soliloquios diarios, la vicepresidenta y primera dama, Rosario Murillo, dijo que “hay quienes se especializan en crear, lo que decíamos, pandemias de miedo, de odio, a partir de noticias falsas. Supimos, como sabemos todos los días que, a falta de ideas y propuestas, pretenden crear, seguir creando, realidades falsas, y usan videos de otros países, pretendiendo hacer creer que son videos de Nicaragua”, dijo.

En Masaya, Chinandega, Boaco y Managua, se han compartido decenas de videos de sujetos protegidos, de pies a cabeza, que acompañan ataúdes en las tinas de camionetas o camioncitos, que luego van a enterrar a los panteones. Algunos familiares y vecinos de los camposantos los han podido ver por sí mismos.

Acoso en entierro

La posición ofensiva y amenazante del Gobierno es replicada por simpatizantes del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). El entierro nocturno de R.V. movilizó a algunos fanáticos orteguistas, que se acercaron al cementerio a hostigar a la familia.

“Cuando íbamos metiendo el ataúd (al panteón) llegó una señora y nos dijo: ‘ustedes dicen que van a enterrar uno con covid, pero eso es mentira. Yo no les voy a creer, si quieren que les crea, ábranme el ataúd’”, narró uno de los familiares.

Una de las parientes, que quedó afuera del cementerio, dijo que en el panteón hubo personas que los criticaron e insultaron porque supuestamente su familiar no murió de covid-19, ya que no “veían personas” protegidas con guantes y mascarillas.

Uno de los que sepultó al ciudadano explicó: “Cuando bajamos el ataúd, decidimos que todo se quedaría enterrado. Uno por uno, con cuidado, nos desamarramos y dejamos todo, incluso hasta los zapatos”.

Visitas del Minsa

El acoso y la discriminación contra esta familia han continuado. Los vecinos se burlan de los niños y los tratan como apestados. Además, hombres motorizados pasan constantemente frente a la vivienda y, en ocasiones, se detienen a tomar fotografías.

Sin embargo, lo que más le preocupa ahora a esta familia es saber si alguno de ellos tiene la covid-19, ya que todos convivieron con su familiar sin ningún tipo de protección. Funcionarios del Minsa los han visitado en dos ocasiones, pero no han logrado calmar las dudas y la ansiedad por su estado de salud.

“Les preguntamos si iban a fumigar la casa o donde él estuvo, pero nos dijeron que no se puede. Han venido en dos ocasiones a darnos el tratamiento a todas las personas de la casa”, subrayó una familiar. “No, nos han hecho la prueba. Y nosotros necesitamos saber cómo estamos, porque todos tuvimos contacto con él”.

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