18 de mayo 2020
Todos los indicadores económicos de Nicaragua desmejorarán en este año 2020, en que no se salvan ni las remesas, que Néstor Avendaño, presidente de Consultores para el Desarrollo Empresarial (Copades), ve caer en 800 millones de dólares (50%), en un contexto en que el producto interno bruto (PIB), cae 5.47%, las exportaciones disminuyen en 7%, y las recaudaciones en 10%.
La triple crisis que vive el país —una económica y social, una de política y de derechos humanos, más la sanitaria generada por la pandemia de covid-19— augura una profundización del desempleo y la pobreza, que apunta a un aumento del caos social, en la medida que se deterioran ambos índices.
El experto ve crecer las tasas de desempleo, del 28.1% en que cerró 2019, hasta afectar al 32.1% de la población económicamente activa en 2020, y aparejado a esto, un crecimiento de los márgenes de la miseria, porque “desapareció todo el avance en reducción de pobreza que se logró entre 2014 y 2017, cuando la economía crecía a 5% promedio anual, lo que de todos modos era insuficiente para reducir el desempleo, el subempleo y la pobreza”, detalló.
El economista explica que la población económicamente activa (PEA) es de cuatro millones de personas, lo que equivale al 61% de la población total del país, de 6.5 millones de habitantes. Al continuar la destrucción de puestos de trabajo en el sector formal, producto de la contracción del PIB, concluye que el desempleo abierto afectará a 741 000 personas, o sea, el 18.7% de la PEA.
Por su parte, el subempleo equivalente afectará al 13.4% de esa población, (533 000 personas), con lo que la suma de ambos renglones hará que hasta 1 274 000 personas (32.1% de la PEA) no generen ingresos, creciendo cuatro puntos porcentuales con respecto al 28.1% en que cerró en 2019.
A pesar del panorama desastroso que pintan esas cifras, el entrevistado descarta que el pago de las pensiones esté en riesgo, porque “ningún país en el mundo observa a un instituto de Seguridad Social quebrado. Nunca ha ocurrido”. En el caso del INSS, seguirá “recibiendo el auxilio del Tesoro, que emitirá más deuda pública para sostenerlo”, con lo que “somos los contribuyentes quienes lo mantenemos, con el pago de la deuda pública interna”, graficó.
Como piezas de un dominó
Avendaño también ve desplomarse los principales rubros productivos, con la industria decreciendo -3%; la agricultura, -4%; electricidad y agua potable, -4%; la actividad bancaria, -6%; y la ganadería -8%.
Aunque no ofreció porcentajes, también ve caer la construcción residencial, comercial e industrial, “que está como al 10% de lo que fue el 2019. El turismo está golpeado, igual que los servicios comunales y personales, y la minería, porque no se está produciendo oro”.
Si el panorama interno es desalentador, no hay nada en el panorama externo que invite al optimismo, siendo que las principales fuentes de divisas, que también apuntalan el crecimiento, muestran caídas por todos lados.
El de las remesas es el más trágico de todos, porque después de ser prácticamente el único rubro que crecía año con año, Avendaño calcula que en 2020 “pueden caer en 800 millones”, a causa del desempleo en Estados Unidos, que afecta más a los latinos que a los estadounidenses.
El resultado directo, desde la óptica de las familias, es “menos consumo, más pobreza, más migración hacia Centroamérica, porque es cada vez más difícil llegar a Estados Unidos”, admitió.
El resultado de esa baja es que “habrá importaciones que ya no serán financiadas con las remesas. Los llamados angustiosos a los organismos financieros multilaterales, pidiendo el fin de las sanciones, muestra la carencia de recursos externos. Si (esos recursos) no entran, se reducen todos los tipos de importaciones”, advirtió.
Sin esos recursos, para mantener la garantía de libre convertibilidad de la moneda, será necesario retirar córdobas del mercado, sea colocando más títulos valores, o subiendo la tasa de encaje legal.
Otra gran fuente de divisas es la inversión extranjera, que Avendaño calcula en “prácticamente cero, y si llega algo de dinero, no será mayor a 100 millones de dólares en todo el año”.
La mora preocupa a la banca
Otra opción es la cooperación oficial al sector público, que se ha reducido a la mitad de lo que se recibió en 2009. Puesto en metálico, eso significa que solo se percibirán 400 millones de dólares en préstamos y donaciones, como resultado directo de las sanciones financieras internacionales, aunque antes de eso, Europa ya se había retirado desde 2009.
“La cooperación financiera con el sector privado también se desplomó por el retiro de la cooperación petrolera venezolana. Aun sumando todo eso, solo recibiremos un tercio de lo que entró al país en 2017, lo que tendrá un severo impacto en el desempeño de la economía, al caer la inversión, y caer el consumo de los hogares a una tasa cercana al 5% para este año”, añadió.
En todo este proceso, hay un sector que puede ser clave en la recuperación económica, o terminar de determinar su hundimiento: los bancos, cuya preocupación principal al momento actual, es la mora, lo que cobra aún más sentido cuando se contrasta con la realidad que la cartera en riesgo de la banca es 11.5% de la cartera total, cuando antes de abril 2018 era 3%.
“A medida que hay más desempleo, disminuye el ingreso de la población, lo que puede llevarlos al incumplimiento del pago de sus obligaciones… y no solo con el sistema financiero. Hay que pensar en medidas extraordinarias como reprogramación del pago de deudas, o una suspensión temporal del pago, disponiendo que esas cuotas se cancelen después de concluido el plazo del préstamo”, detalló.
Avendaño no cree que implementar una disposición de ese tipo se constituya en un gran problema porque “igual, la gente no les pagará si no puede. El problema más bien, es que haya voluntad política en la Superintendencia de Bancos para reformar las normas prudenciales de la banca”, aclaró.
En otros indicadores, el economista explicó que los bancos tienen liquidez, pues han dejado de prestar dinero, “por los altos riesgos económicos y políticos. También están sólidos, porque su adecuación de capital (la relación entre capital y activos en riesgo) es de 20%, cuando lo legal es 10%”, detalló.
En cuanto a la tasa de rentabilidad, esta es de 5% del capital al primer trimestre de 2020, (10% al cerrar el primer trimestre de 2018, y 5% en marzo 2019) aunque era 41% al cerrar 2018, y 22% al finalizar 2019. “Veo un esfuerzo no muy grande en recortar gastos administrativos, pero es insuficiente para hacer que los bancos sean más productivos”, diagnosticó el experto.
Todos, menos uno
Todos los indicadores se desploman, excepto uno, el de la inflación, que según Néstor Avendaño, presidente de Copades, este año no será positiva, sino que caerá 1.9%.
Datos oficiales del BCN muestran que la última vez que ocurrió eso fue en 1962, cuando el Índice de Precios al Consumidor (IPC), marcó -0.73%, lo que significa que el precio promedio de todos los bienes y servicios transados en el territorio, disminuyeron en ese porcentaje.
Si se cumple el pronóstico de Avendaño, los ciudadanos verán poco beneficio de esa extrañeza económica, por lo escaso del desplome: 1.9%. Quien lo sufrirá es el fisco, porque el crecimiento de la inflación lleva aparejado un incremento de las recaudaciones, pero la caída del IPC, sumada a la caída del producto interno bruto (PIB), augura un desastre recaudatorio.