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No atender la crisis educativa generada por la covid-19 en Nicaragua es un crimen

Un Gobierno solidario con la niñez y su ciudadanía, desde marzo dedicaría esfuerzos para crear una oferta alternativa para el servicio educativo

Una mujer junto a su hijo (d) utilizan tapabocas al salir de una escuela pública en Managua (Nicaragua). // Foto: EFE | Jorge Torres

Vanessa Castro Cardenal

16 de mayo 2020

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Hay una crisis histórica de la educación en Nicaragua. En gran medida por mala gestión gubernamental pero también porque en varios años no se ha priorizado este servicio público manejándolo como instrumento de proselitismo y politizando la enseñanza y los textos sin destinar suficientes fondos para su funcionamiento eficiente.

Como consecuencia el aprendizaje es limitado y quienes están en desventaja por no haber asistido a preescolar y haber nacido en hogares donde hay baja escolaridad y pobreza están recibiendo el servicio de peor calidad. Esto genera más desigualdad.  No en balde la tasa de graduación de primaria entre los estudiantes de menos recursos es del 20%, mientras que el promedio nacional –el más bajo de Centroamérica—, no supera el 60% desde hace décadas.  Diversas fuentes, entre otras el Banco Mundial, y datos de pruebas internacionales SERCE y TERCE indican que entre el 70 y el 80% de los estudiantes de primaria, no aprende a leer.  No saber leer en el siglo XXI hace imposible el progreso, el ejercicio pleno de los derechos humanos y la continuidad del aprendizaje. Y este círculo vicioso de niños que desertan por no poder aprender genera analfabetismo funcional, violencia y resta al país potencial para su desarrollo.

La covid-19 sólo ha venido ahondar la crisis, y el manejo del Gobierno ha contribuido a que en las escuelas pública —las cuales hace meses deberían haber cerrado responsablemente—, no haya suficiente asistencia y los maestros y estudiantes que llegan estén poniendo su salud y la de sus familias en alto riesgo.

Quienes no están asistiendo a clases además de privarse de recibir la comida que dona el PMA y otras instituciones, no están continuando su aprendizaje. No asistir a clase es la actitud responsable ante esta pandemia, así se cuidan y cuidan a su familia y comunidad. Sin embargo, al mantener el MINED las escuelas abierta coloca a un alto porcentaje de estudiantes que no asisten en riesgo de desertar para siempre del sistema educativo. Es irresponsable continuar las clases sin tomar en cuenta la pandemia y sus consecuencias. La inasistencia además está contribuyendo a empeorar la desnutrición, pues estos estudiantes pierden una comida importante que a estas alturas de la crisis el gobierno debería estar distribuyendo vía las comunidades.


Un Gobierno solidario y que tiene alguna consideración por la niñez y su ciudadanía desde en marzo hubiera dedicado esfuerzos para crear una oferta alternativa para que el servicio educativo por el cual pagamos los ciudadanos no se detuviera. Ya desde ese mes era conocida la gravedad y mortalidad de la covid-19 y que el manejo del mismo requería de distanciamiento social.  Países como Suecia que implementaron políticas diferentes buscando la “inmunidad del rebaño” están ahora sufriendo más que sus vecinos.

Ciertamente se ha perdido tiempo valioso en materia de aprendizaje, pero todavía el Gobierno puede dar muestras de responsabilidad si organiza servicios de educación a distancia.

En Nicaragua ha habido experiencias exitosas en el campo de la educación a distancia, en los setenta existió un programa radial para enseñar matemáticas que fue evaluado por el Banco Mundial y considerado un ejemplo a seguir. El país cuenta también con un canal de TV el 6, que es de la nación, y varias radios también nacionales que deberían en estos momentos usarse para promover al menos la lectura y la comprensión lectora. Además, se pueden usar celulares cuyo uso efectivo para educación familiar conozco por experiencia propia. El Banco Mundial usó celulares no inteligentes en un proyecto para mejorar las prácticas de crianza y la educación de primera infancia que funcionó eficientemente.

El Gobierno está en el deber de enfrentar esta crisis educativa y para ello tiene que aprovechar todas las lecciones disponibles tanto de Nicaragua y su sociedad civil, como de otros países, e instituciones internacionales: Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Mundial, UNICEF, UNESCO, Save the Children, PCI internacional, etc.

Ciertamente, la cobertura digital en la nación es baja —menor al 18%— y se concentra en las ciudades, pero siempre se puede expandir si el Gobierno negocia con las empresas de telefonía y compra servicio para dotar del mismo a los departamentos y regiones con menor acceso digital y un mayor porcentaje de estudiantes en riesgo como Jinotega, Rio San Juan, la RAACS y RAACN, y las zonas secas de los departamentos norteños.

En caso esto fuera muy difícil, con voluntad política MINED puede impulsar la educación en línea combinando los medios disponibles: celulares inteligentes y no inteligentes, televisión y radio.  Se puede iniciar brindando contenidos básicos de matemáticas, lectoescritura y formación en valores ciudadanos.

Combinar televisión que llega al 75% de los hogares de acuerdo a fuentes de Funides, con servicios de cable de TV privados cuyos espacios se pueden comprar, las radios nacionales, departamentales y municipales, y celulares daría al menos oportunidades básicas a los estudiantes de escuelas públicas.

Para ello, es indispensable que el MINED detecte que servicios están disponibles en cada territorio para educación a distancia. Que radios funcionan, sus frecuencias, si hay sistemas de cable, televisión y disponibilidad de conectividad celular. El MINED debe conocer que docentes pueden dar una buena clase “en línea” en al menos las asignaturas mencionadas, para escoger a los mejores docentes en el nivel nacional, departamental y municipal. Seleccionar a los mejores maestros de cada grado y de cada contenido es indispensable para que ellos los impartan con asesoría del MINED. Estoy segura sobran también educadores que pueden apoyar este esfuerzo de forma solidaria y trabajar en educación en valores para hacer una diferencia positiva para la niñez y la juventud.

Programas como Plaza Sésamo están a disponibilidad del BID y no dudo esta institución prestaría para la televisión nacional esta programación, y compartiría también su experiencia en enseñanza de matemáticas radial en preescolar para comunidades indígenas de Perú, Paraguay y Panamá que ha sido altamente efectiva.

Es importante fomentar el involucramiento de la comunidad, en un esfuerzo nacional porque se continúe el aprendizaje, organizar alianzas a favor de la niñez y la juventud, reconociendo que el problema que enfrentamos afectará severamente al país si se insiste en mantener clases abiertas a las cuales no asisten los estudiantes.

Es hora de actuar por el bien de los nicaragüenses y el futuro de nuestra niñez.

*Doctora en Educación


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Vanessa Castro Cardenal

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