7 de mayo 2020
Nicaragua ha entrado en la cuarta fase de transmisión de la pandemia de la covid-19, según epidemiólogos y salubristas independientes, pese a que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo insiste en que “no tenemos transmisión local comunitaria”, con un cuestionado registro oficial de solo cuatro casos activos.
El epidemiólogo nicaragüense y exfuncionario de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el país, Rafael Amador, explicó en el programa televisivo Esta Noche que la transmisión comunitaria significa que “ya no se sabe quién está contaminando a quién, ni donde se contaminó X o Y persona”, por lo tanto, cualquiera puede ser un potencial contaminado.
Ante el agravamiento del panorama, la respuesta del régimen ha sido el silencio: esta semana ha omitido el reporte oficial en dos ocasiones, y en el único comunicado hecho hasta ahora, el pasado cinco de mayo, no detalló el origen de contagio del décimo sexto caso. De hecho, en los últimos cuatro casos admitidos, desde el pasado 27 de abril, el Gobierno no ha precisado el nexo de estos casos.
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Según Amador, en el Gobierno “no tienen ya cómo disfrazar la realidad, y ante no poderlo hacer, callaron”. Esta actitud, advierte, “es aceptar que la realidad ya los desbordó”.
El “alarido” de Chinandega
En Chinandega, fuentes médicas y familiares han confirmado que en el Hospital España se han infectado la directora, el subdirector y el responsable de la Unidad de Cuidados Intensivos, además de una decena de trabajadores del sector médico y varios de sus familiares.
El Observatorio Ciudadano COVID-19, que monitorea el avance de la pandemia a partir de denuncias de la población, reporta 45 casos sospechosos en ese departamento del occidente de Nicaragua. Entre estos, habría diez muertos registrados del 30 de abril al cuatro de mayo: dos con diagnóstico de infarto, pero todos con sospecha de vinculación a covid-19 y con síntomas de la enfermedad.
Amador valora que los datos de Chinandega son alarmantes. “Primero te está pegando el alarido al cielo de que el personal no está siendo protegido, eso está poniendo en riesgo la posibilidad de atención de todas las personas que acudan en el futuro a recibir atención”, reclama.
La gravedad, agrega, es que varios han ameritado hospitalización, y eso también quiere decir que hay muchos más contagiados que “probablemente anden con sintomatología leve o moderada que no han llegado a los hospitales”.
“Este es un alarido que te está diciendo que la contaminación anda por todos lados”, añadió para destacar que este es otro indicio de la fase de transmisión comunitaria.
Tendencia al incremento exponencial
Desde que el Gobierno reportó el primer caso positivo de covid-19 en Nicaragua, el pasado 18 de marzo, ha admitido únicamente 16 casos positivos, mientras el conteo independiente del Observatorio Ciudadano COVID-19, registra más de 630 casos sospechosos, con más de 200 de estos en la última semana.
“Hay una situación de reportes de varios lados de Nicaragua, donde se ve una clara tendencia a duplicarse”, alertó Amador.
Según el especialista, esta “es una señal que la tendencia hacia el incremento exponencial (de la pandemia) ya se está comenzando”.
En entrevista con el periodista Carlos F. Chamorro, en el programa Esta Noche, Amador recordó que desde el primer caso confirmado han transcurrido seis semanas, siendo este el período en que el virus comienza a reproducirse y presentarse en mayor número de casos, y sostiene que este es un hecho que se repetirá también en Nicaragua.
“Ya se están viendo pacientes covid en los otros hospitales generales, como el Vélez Paíz y otros; también se están atendiendo al paciente en las clínicas médicas previsionales del INSS, que al inicio se dijo que no se iban a atender, porque ya los hospitales que se habían definido para esta atención, ya están colapsándose”, dijo.
A juicio del epidemiólogo, el incremento se está notando y se comienza a “poner en contradicho la posibilidad de responder de manera adecuada y responsable a los pacientes que ameritan el trato en los hospitales, y el comportamiento que se ha visto, es que en las siguientes semanas esto se duplica, se triplica, se cuadruplica de manera exponencial”.
Alto riesgo de contagio
Amador explica que aun cuando no haya una gran cantidad de casos reportados o aceptados, la forma en cómo estos se están presentando y el no poder identificar cuál es el nexo epidemiológico de la transmisión “nos obliga a sospechar que todos somos potencialmente contaminados”. Y agrega que el riesgo es mayor al tratarse de una enfermedad altamente contagiosa, con muchos pacientes asintomáticos.
Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha precisado que el período de incubación del virus es de hasta catorce días, y durante este tiempo también es posible que un contagiado lo propague a otras personas.
“Estas personas han andado por todos lados sin ningún control y la persona que hubiera estado cerca, a un metro y medio de estas, sin ninguna protección adecuada, puede haberse contagiado”, explica el epidemiólogo, que además ha sido catedrático de la UNAN-León y consultor para América Latina en temas de Salud.
Consecuencias por la falta de medidas
La falta de medidas de prevención es otra de las debilidades en Nicaragua, debido a que el régimen no ha adoptado las recomendaciones internacionales para prevenir la propagación de la pandemia. Por el contrario, ha promovido las aglomeraciones y el mismo mandatario Daniel Ortega se ha pronunciado en contra de la campaña cívica de prevención “Quédate en casa”.
Amador recordó que, de acuerdo con los protocolos de la OPS y la OMS, durante esta fase de transmisión “debería haberse realizado atención a todos los pacientes sospechosos y confirmados con la covid-19” y organizar su aislamiento, según la gravedad de la enfermedad y sus necesidades de atención. Además, corresponde continuar con el rastreo de contacto, la orientación de la cuarentena, y prepararse para un próximo escenario, que incluye una escalada en la demanda de la atención en los centros hospitalarios.
“Eso es lo que debería de haberse hecho técnicamente desde el inicio de haber identificado, y haber aceptado los casos. Pero, desafortunadamente, no se dieron todos los seguimientos”, lamenta Amador.
El epidemiólogo aseguró que él tiene constancia de al menos un caso en que una persona contagiada estuvo en exposición con un entorno laboral de 14 personas, que continuaron asistiendo al lugar de trabajo, sin tomar las acciones correspondientes hasta una semana después, y por incidencia de varios familiares y de los mismos trabajadores. “Ya se tomaron las respuestas de manera tardía. Ese es un caso que yo puedo constatar”, afirmó.
“En esta fase de hace rato, en el país ya debería haberse tomado acciones dirigidas por la autoridad sanitaria y el Gobierno, en el sentido que no se deberían de permitir las reuniones masivas de personas que andan descubiertas y sin ninguna protección, que definitivamente son situaciones de alto riesgo de contagio”, reclamó el especialista.
Un muerto debería bastar para reaccionar
Entre los 16 casos positivos que el Gobierno ha admitido, hay al menos cinco fallecidos reconocidos oficialmente, con lo que Nicaragua muestra un índice de letalidad superior al 30%, siendo este el más alto de la región. Además, otro de esos 16 casos confirmados que fue dado de alta por el Minsa, falleció días después en su casa de habitación, aunque el Gobierno lo cuenta como “caso recuperado”.
Asimismo, a dos muertes verificadas por CONFIDENCIAL, el pasado 29 de abril, se suman unas cincuenta registradas por el Observatorio Ciudadano COVID-19, pese a que el Gobierno las califica de “neumonías atípicas” u otras causas.
Amador considera que el Minsa no debería esperar más fallecidos para reaccionar ante la pandemia.
“Un muerto, ya debería haber reaccionado; un caso confirmado, ya era asunto para tomar las acciones pertinentes y necesarias para tratar de disminuir al máximo”, critica el especialista.
Sin embargo, también menciona que “desafortunadamente los números oficiales son subregistros que solamente nos permiten elucubrar algunos elementos que no son objetivos, porque es en base a algo que sabés que no es confiable ni correcto”.
Urge protección para personal médico
El epidemiólogo reiteró que el Estado tiene la responsabilidad de proteger al personal médico ante una exposición tan complicada. “Esto debería de haberse garantizado desde el inicio, pero lo que se ha visto en la práctica es que incluso les prohibían ponerse medidas de protección para no alarmar a la población. El propósito no es alarmar, es tomar las medidas objetivas correctas para evitar contagios”, reclama.
E insistió: “No se trata de un asunto de alarmar, se trata de un asunto de responsabilidad”, tras destacar que “se están buscando alternativas en paralelo de la sociedad civil, tanto fuera de Nicaragua como interno, para tratar de conseguir los medios de protección que los médicos y el personal de salud han identificado como necesarios e inmediatos para poderse proteger y así, de esa manera, poder atender a la población nicaragüense”.
No es momento de bajar la guardia
En Nicaragua, cientos de familias han adoptado varias medidas de prevención, incluyendo la cuarentena voluntaria. Amador orientó que quienes se han portado responsablemente ante la pandemia no deben bajar la guardia.
[cita]“Ahorita es momento de continuar y entender que esta es una carrera de mediano y largo plazo, que si echamos, si nos descuidamos y descargamos un poco todo el esfuerzo que se ha hecho se puede echar a perder”.[/cita]
Sobre todo, recomendó, “teniendo énfasis en el cuido de las personas más vulnerables” que incluyen a mayores de edad, pacientes crónicos y mujeres embarazadas. “Tienen que mantenerse aislados en su casa —insistió— para evitar contagio cruzado fuera de su casa”.