A. Viendo el contexto
El trastocamiento del paisaje mediático provocado por el desarrollo de las tecnologías de comunicación ha generado una serie de apreciaciones erróneas. Los más atrevidos prescribieron desde hace más de cinco años la desaparición de la prensa escrita. En letras doradas esculpieron sobre su tumba el epitafio. Bill Gates, el patrón de Microsoft, certificó con cierto alborozo que esta no pasaría del 2018. Estamos en las puertas de la tercera década del siglo veintiuno y la prensa escrita persiste. El equívoco consiste en confundir el periodismo con sus soportes. El otro error se debe a la proliferación de millones de personas utilizando internet. Una de las virtudes de las redes consiste en otorgar voz a todos los seres humanos en el concierto de las naciones. Una añeja aspiración convertida en realidad. Su más grande aporte.
La tardanza en valorar las diversas opciones que ofrecen las redes para la permanencia del periodismo y no haber encontrado hasta ahora el modelo de negocios que posibiliten su subsistencia, conspiran sobre su continuidad en el tiempo. Lo primero ha sido comprendido cabalmente, mientras lo segundo continúa ofreciendo dolores de cabeza a sus gestores. Esto no supone su desaparición. Distintos reacomodos permiten visualizar un futuro equilibrio. Periodismo siempre habrá. Nada más que de una manera diferente a como estuvimos acostumbrados. Las distintas combinaciones que permite la revolución electrónica—texto, voz e imagen a la vez— ponen en perspectiva la existencia de un periodismo atento a todo lo que ocurre en el mundo, cargado de matices y asentado en análisis rigurosos. Un hecho en proceso.
B. Planteando las razones
- Sin información fluida sobre los acontecimientos más importantes que se suceden en el planeta, nuestras sociedades caminarían a tientas. Sin un horizonte claro resulta difícil, cuando no imposible, tomar decisiones acertadas. Entre más amplia y variada sea la existencia de medios en una sociedad, mayores posibilidades tendrán sus miembros para decidir cuál de las diferentes versiones les parecen más justas y apegadas a la realidad. Sin jamás perder de vista que a los medios corresponde la construcción de la realidad. La objetividad como la proclaman algunos insulsos jamás ha existido. El periodismo construye su versión de los acontecimientos. No existe un periodismo neutral. Este solo lo plantean algunas almas iluminadas que nos toman por incautos. Los creyentes cada vez son menos.
- Ningún profesional especializado —excepto los historiadores— lleva un registro diario de los sucesos que modelan el presente y el futuro de nuestras sociedades. Esto solo lo hacen los periodistas. Son los historiadores del presente. Asistiéndose de las reglas y métodos aprendidos en las aulas universitarias, logran determinar cuáles sucesos podrían impactar y determinar el curso del planeta. Sin obviar que no hay presente sin pasado, ni presente sin futuro. Estar en el centro de los acontecimientos permite a los periodistas obtener una visión aproximada de los factores que desencadenan los hechos. Los mejores periodistas son aquellos que contextualizan las informaciones. El contexto constituye el corazón de la noticia. Su omisión es una práctica aberrante. Ninguna información resulta fiable.
- En sociedades donde la rendición de cuentas de las autoridades no existe, el periodismo se empecina en fiscalizar la gestión pública. Una tarea tan delicada supone casi siempre entrar en contradicción con quienes mueven los hilos del poder. Cuando la división de poderes no funciona, el periodismo se ve obligado a asumir posiciones incómodas. Denuncian de forma permanente la sumisión de los demás Poderes del Estado al Ejecutivo. Al realizar esta tarea las amenazas y agresiones se multiplican. Los periodistas son los eternos sospechosos. El cumplimiento de su labor se estrecha. Es constreñida a la mínima expresión. No por eso cesan en su empeño. La contraloría social, política y económica ha pasado a ser una de sus principales funciones en la sociedad contemporánea.
- Una de las exigencias mayores en la era digital, es la práctica del periodismo investigativo. Ante la manera opaca que los gobernantes manejan la cosa pública, el periodismo investigativo trata de sacar a luz todo aquello que tratan de mantener lejos de la mirada de la ciudadanía. El periodismo investigativo trata de develar hechos y circunstancias que sus hechores desean permanezcan a oscuras. En el más absoluto secreto. El periodismo investigativo saca a la superficie los actos de corrupción y los abusos de poder. El periodismo investigativo se ha vuelto difícil de practicar en aquellas sociedades donde la misma existencia de un periodismo ajeno a las esferas de poder resulta inadmisible. Surge una contradicción que solo logra ser salvada poniendo en riesgo su propia vida.
- Más allá de ser un lugar común, los periodistas tratan de otorgar voz a los sin voz. Un imperativo que en las condiciones actuales resulta imposible de saltarse. Las redes ofrecen una prerrogativa semejante a todas las personas, con la salvedad que los periodistas al hacerlo, asumen todos los desafíos que implica otorgar voz a quienes están urgidos por dar a conocer su condición de víctimas del poder y de los poderosos. El periodismo se hace cada vez más cargo de temas que desafían a nuestras sociedades. Las denuncias sobre narcotráfico y crimen organizado, derivaron en el año 2019, en su principal causa de muerte. Así lo informaron el Comité para la Defensa de los Periodistas (CPJ) y Reporteros Sin Fronteras (RSF). Se produjeron 49 asesinatos, la cifra más baja (37) desde el año 2000.
- Una de las razones por las que el periodismo trascenderá en el tiempo, obedece a su carácter de institución especializada en la búsqueda y difusión de información. Contrario a lo que ocurre casi siempre en las redes, donde cada quien se interesa por difundir cierto tipo de acontecimientos, los periodistas por la misma naturaleza de su profesión, se ocupan de investigar e informar de hechos que tienen un impacto generalizado. Su condición sanguínea consiste en poner el dedo sobre las llagas. No está en su ánimo recortar el universo informativo a la mínima expresión. Sus conocimientos y experiencia son aliados insustituibles a la hora de discernir lo importante de lo trivial. Dejar a un lado lo intrascendente. Algunos medios solo se interesen por divulgar noticias banales. De eso viven.
- El talante ético ha pasado a ser piedra de toque para el aseguramiento de la existencia del periodismo. Mientras en las redes el enmascaramiento se ha convertido en una de sus peores plagas, los periodistas no pueden incurrir en estos desafueros. A través de la calidad de las informaciones ofrecidas por los miembros de sus equipos de redacción, los medios ponen en juego su credibilidad, su activo más importante. Periodistas hay de todos los tamaños y colores. Si un medio cae en el descrédito difícilmente va a concitar el interés ciudadano. El prestigio solo logra labrarse a través de los años. Nunca antes. Todos los ciudadanos toman como referente fundamental la fortaleza ética del periodista y la credibilidad que el medio ha acumulado a través de los años. Una verdad insalvable.
- Ante la concentración galopante que se perfila en el universo mediático, la pluralidad informativa es condición sine qua non para la democracia. De esta forma puede garantizarse la presentación de distintos enfoques, diferentes aspiraciones y diversos valores de la sociedad. Los medios responden a distintos intereses. El aumento significativo de las mentiras, de la posverdad, los bulos y los hechos alternativos, urge un periodismo que se oponga y se dedique a rectificar los infundios. Esta forma de periodismo demanda las más amplias libertades. La democracia, para que se nutra y mejore, requiere de una ciudadanía bien informada. El sensacionalismo y el amarillismo subsistirán mientras la mayor apuesta de las redes sea poner al rojo vivo los más bajos instintos.
- Para cumplir su cometido, el periodismo debe estar libre de censuras. En la actualidad predominan formas sutiles y variadas para acallarles. Junto con la imprenta, a nuestras tierras llegó la guillotina, como revela el cubano Alejo Carpentier. Gobiernos y anunciantes tratan de mediatizar sus políticas informativas y editoriales. Los políticos viven especialmente al acecho de todo cuanto dicen los periodistas. Cuando no están de acuerdo con sus posiciones se lanzan a aplastar cualquier forma de disidencia. Las contradicciones insalvables entre periodistas y gobernantes tratan de ser suprimidas ensayando diferentes recursos, incluyendo el silenciamiento de los periodistas. En casos extremos los acosan, persiguen y hasta terminan matándolos. Un recurso extremo.
- Una manera altamente eficaz para conocer las posiciones y el sentir de la clase política se logra mediante la interpelación que son objeto de parte de los periodistas. Con las redes los políticos se saltan los filtros. La crítica se convierte en blasfemia. Cada vez son menos los políticos que están dispuestos a someterse al escrutinio público. Los foros de debate se han convertido en auténticas plazas públicas. Medios y periodistas estimulan la discusión de los problemas más agudos que confronta la sociedad. Buscan su solución. No existe mejor metáfora para resumir esta perspectiva que llamarla “el ágora electrónica”. Las redes operan a la inversa: fragmentan a los lectores, escuchas y televidentes. Una expresión clara de su funcionamiento. No por eso dejan de auspiciar debates y discusiones.
Existen muchísimas más razones para la existencia del periodismo en la era digital. Una sociedad no podría subsistir sin información. La necesidad de información surgió desde los albores de la humanidad. Después surgieron las escuelas de periodismo, luego las carreras de comunicación. El periodismo es una práctica indispensable para conocer todo lo que acontece dentro y fuera del entorno inmediato. Todos tenemos derecho de informar y estar informados. Las transformaciones tecnológicas plantean enormes retos. La formación de nuevos profesionales. Las universidades deben estar prestas a responder a esta nueva realidad. Solo así estarán a tono con las exigencias que plantea al periodismo el Siglo XXI. Hoy es más necesario que nunca. El periodismo es el núcleo, la parte más noble de la llamada comunicación social.