2 de mayo 2020
En cuestión de días la rutina de médicos, enfermeras y demás personal sanitario cambió por completo en París, Francia. Llegó el coronavirus con fuerza y puso toda la presión en el sistema de salud que hasta hoy día sigue atendiendo a miles de pacientes infectados de COVID-19. Se trata de uno de los países europeos más golpeados por la pandemia, con más de 130 000 casos positivos y más de 22 000 muertes. Los hospitales se volcaron a salvar a los contagiados, el número de camas disponibles tuvo que ser duplicado y doctores como Bárbara Maraux Fauné, ginecobstetra nicaragüense francesa, tuvieron que priorizar a los enfermos por COVID-19.
En el hospital parisino Lariboisière, construido durante el siglo XIX tras la segunda pandemia del cólera, Bárbara Maraux atiende a embarazadas, algunas con el virus y en situación grave. En esta entrevista, la doctora explica el riesgo que corre esta población ante el coronavirus. Además, la también especialista en Salud Pública y Epidemiología, advierte con preocupación de lo ilógico de las acciones del Gobierno en Nicaragua en medio de esta pandemia, como el despliegue masivo de brigadistas de salud que realizan visitas casa a casa y que “puede ser una vía de contagio explosiva”.
¿Cuáles son los datos, el panorama de la pandemia del coronavirus que actualmente vive Francia?
Al día de hoy estimamos que hay alrededor de 121 000 casos de COVID-19 diagnosticados positivos en el país desde el principio de la epidemia, 2000 casos nuevo solo hoy y ya Francia alcanza un poquito más de 22 000 muertes.
¿Cómo cataloga usted la fase que actualmente está viviendo el país? ¿Ya pasó lo peor?
Es cierto que la cantidad de nuevos casos que ingresamos en el hospital han ido disminuyendo desde hace una semana, si lo comparamos a lo que vivimos al principio de abril, sí podemos ser un poco optimistas, ya que hubo un pico gigantesco y esto ya va disminuyendo. Sin embargo, tampoco hay que ser tan positivos, siguen habiendo nuevos ingresos en las unidades de reanimación, al día de hoy 200 pacientes. La cantidad total de personas en unidades de reanimación por COVID-19 ha ido disminuyendo en estos días, pero el país ha vivido un confinamiento extremadamente severo desde hace un mes y ya se ven los resultados… hemos logrado contener dentro de lo que cabe, pero es posible que haya otros picos importantes en las semanas que vengan.
¿Cómo cataloga usted la respuesta del sistema de salud público francés?
Ha sido impresionante la manera en la que el sistema se ha adaptado a esto. Se han duplicado la cantidad de camas, la capacidad del sistema para poder absorber estos pacientes gravísimos. En Francia se cuentan a principios de mes de marzo cinco mil camas para pacientes reanimatorios, hoy día estamos en alrededor de diez mil. El sistema ha encontrado una flexibilidad increíble, ha cambiado nuestra actividad cotidiana, ya que dejamos de hacer muchas de las cosas para concentrarnos en el COVID-19.
¿Cuál es la situación en el hospital que usted trabaja y cuál ha sido su función ante la emergencia?
Soy ginecobstetra, entonces en lo que concierne la maternidad como tal, hemos reorganizado todo. Las cirugías programadas han sido canceladas y nuestras enfermeras, camas, se han transformado en unidades COVID. Hemos tenido algunos casos graves y muy graves, hemos tenido que dar seguimiento a las pacientes embarazadas que han estado en reanimación, entubadas, que han necesitado cuidos importantes.
¿Ha tenido contacto con pacientes contagiadas?
Sí, hemos estado en contacto, con toda la dificultad como médico de que hay pacientes que sabemos, antes de entrar a consulta con ellas, que tienen COVID-19 y en ese caso hemos usado equipo adaptado y pacientes que no sabemos que son portadores de COVID-19 y que lo desarrollan después. Ha sido complejo el saber cómo protegernos frente a una enfermedad que algunas veces en silenciosa y contagiosa.
¿Cómo ha sido la situación para el personal de salud francés?
Ha sido bien difícil, fuente de mucha ansiedad para todo el personal y me incluyo. Es una enfermedad de la que sabemos poco de los diferentes modos de transmisión, de la gravedad y de la exposición real que tenemos como personal de salud. El acceso a la mascarilla no ha sido tan fácil, igual con la vestimenta que necesita para estar frente a un paciente COVID-19. Desgraciadamente el personal médico ha estado particularmente afectado. Hay un promedio de cien nuevos casos positivos diarios en el personal de la asistencia pública de París.
¿Qué opinión le merece a usted el manejo que ha hecho el Gobierno en Nicaragua ante la pandemia de COVID-19 desde su perspectiva como especialista en Salud Pública y en Epidemiología?
Estoy totalmente anonadada, no comprendo cuál es la lógica. Si bien conocemos pocas cosas de esta infección, algo queda claro: que el contagio es exponencial cuando las personas no toman distanciamiento y, aún cuando lo toman, las pandemias pueden ser particularmente severas. No entiendo por qué razón Nicaragua no solamente no ha impedido el contacto entre las personas, sino que ha promovido el contacto, ha promovido visitas casa a casa cuando ya sabemos que puede ser una vía de contagio explosiva.
No puedo entender el argumento detrás de esto y me deja extremadamente preocupada.
¿En este momento qué puede hacer la población nicaragüense considerando que el virus, en Centroamérica, empezó a detectarse en marzo? ¿Cómo pueden protegerse?
Se pueden tomar acciones a nivel local, tomar medidas de higiene que uno conoce, lavarse las manos, evitar el contacto con la mayor cantidad de gente posible. También se pueden organizar para reclamar su derecho de información, porque no sabemos lo que está pasando en Nicaragua. No hay cifras, esas cifras son poco creíbles.
Cuando te hablo de las cifras de mortalidad aquí (en Francia) es contando con organización, un equipo adaptado, no sé cómo esté esa situación en Nicaragua y creo que es una obligación que se aclare.
¿Por qué estas cifras no son creíbles? Hasta el 23 de abril, había tres muertes y once casos de coronarvirus en Nicaragua. Algunos médicos señalaron que la tasa de mortalidad por COVID-19 puede ser la más alta en el mundo, ¿son esos los datos que le inquietan?
Ese dato, sin duda, sorprende, en comparación con otros países que están registrando mejor los datos como El Salvador o Cuba. Es totalmente inverosímil.
¿Cuál ha sido la experiencia y las lecciones para usted como ginecobstetra en cuanto al riesgo que tienen las embarazadas ante la COVID-19 y qué recomendaciones puede hacer para esta población?
Un punto muy importante que no sabíamos antes que llegara la enfermedad a París cuál era la situación de las embarazadas. Las cifras siempre llegan tarde para las embarazadas en las enfermedades infecciosas. Mi mensaje principal es que el embarazo no protege del COVID-19, hemos tenido muchísimas pacientes infectadas por COVID-19, unas de ellas graves. Me preocupa porque la situación de embarazo vulnerabiliza la salud y el hecho de estar embarazada es un factor de riesgo para que el COVID-19 que uno atrape se vuelva severo. Hay que tener una atención particular hacia nuestras embarazadas y evitar al máximo el contacto con ellas. Por el momento, los datos dan tranquilidad respecto a la (no) transmisión materno-fetal del COVID-19, pero la enfermedad es demasiado reciente y en realidad no sabemos qué puede pasar en caso de transmisión materno-fetal.
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