23 de abril 2020
Con la llegada del segundo año de lucha cívica en Nicaragua, muchos recuerdos se mueven dentro de la mente de cada uno de quienes, desde el inicio de todo, hemos estado firmes, luchado y resistiendo. Basta con una breve retrospección, para que se nos erice la piel, aumenten los latidos del corazón y se nos anude un sentimiento indescriptible en el pecho.
Indudablemente, a los estudiantes universitarios esta fecha del 19 de abril nos sumerge en una constante y turbulenta historia que no solo nos ha costado mucho, sino que además nos ha lastimado demasiado; perdimos vidas, estudios, familias, amigos, perdimos la seguridad, la libertad, quedando con secuelas físicas irreparables, y la lista sigue, como los cientos de estudiantes exiliados, sufriendo de todo en el exterior, pero condenados a no volver por el temor que les causa las amenazas y sentencias que los obligaron a huir.
Para los universitarios que día a día dimos nuestro esfuerzo para llegar a cumplir la meta del estudio, sin poder lograrlo por las represalias, es imposible no vivir un 19 de abril más, sin hacer una pausa para suspirar, sino es que incluso para llorar.
El tiempo pasa y muchos sienten su avance, siguen el camino como si no hubiera nada en lo cual detenerse, y bien, que sigan adelante. Pero estamos otros miles que sentimos desde hace dos años que el reloj avanza lento, que todo lo vivido en ese entonces pareciera haber pasado apenas ayer. Y Es duro chocar de vez en cuando en esa maciza pared llamada realidad, que nos hace reaccionar y ver que el tiempo sí importa, sí camina y sobre todo no espera, para la juventud dos años valen, han sido dos años robados.
Ese 19 de abril de 2018, del que muchos se enorgullecen, es el mismo 19 de abril que a todos los estudiantes de verdad, con valores humanos, consciencia social y libre pensar, nos atrapa en el tiempo. No es un día más, no tiene nada de normal y mucho menos algo que celebrar; pero si es un día de conmemoración al nacimiento de una lucha joven que aún sigue dando pequeños pasos, pero que pronto dará un salto a la victoria.
Esta es una lucha de todos, sí que lo es, pero dentro de esa masa de actores, no se olvide nunca, que, en el principio, una vez más, saltamos los jóvenes, los universitarios, los primeros en poner el espíritu valiente enfrente de tan monstruosa y sanguinaria tiranía, y es importante tenerlo en cuenta, porque ahora, a dos años después, los actores sobran, especialmente en el ámbito de la política.
Resulta ahora protagónico un adultismo mañoso, que escaló en las desgracias de los jóvenes y sus familias, para llegar a la cima y figurar como los grandes guerreros patrióticos, actualmente luchando entre sí mismos para ver de qué color será la bandera que se ice triunfal; después de cuidar sus intereses mientras el pueblo ardía bajo el fuego del tirano, salieron ahora a extender sus falsas buenas voluntades.
Pero no son todos, hay varios que, si han hecho mucho desde un inicio, y que reconocen además el valor que la juventud tiene para en esta incansable lucha.
No deja de ser triste para los universitarios victimas de ese 19 de abril, ver cómo estamos a dos años después, muchos olvidados, sobreviviendo el día a día, con la dificultad de no poder llegar a sus casas porque el régimen los persigue, pero tampoco tienen el apoyo de nadie para solventar sus necesidades, ni de los grandes “héroes” que han surgido últimamente, muchos están sin estudios y sin trabajo, sin espacios de participación y sin reconocimiento alguno a su entrega y labor; y es difícil ver la condición de estos hermanos, y duele más aun verles así y que siguen todavía aportando y sacrificándose por esta lucha que no termina.
Sin duda que en dos años trayectoria, ha habido de todo, más cosas por lamentar que por celebrar, valientes y nobles ciudadanos, y sinvergüenzas aprovechados que se han sabido involucrar y figurar, esto incluso en jóvenes, quienes, desde los puestos alcanzados en sus plataformas o movimientos, han servido para entorpecer, dañar y aprovecharse de la situación a su propio beneficio, lo joven no les quita lo mañosos.
A pesar de tanto, hay algo con lo que el pueblo de Nicaragua puede contar, y es la certeza de que aun cansados, abatidos, desesperados y a veces desanimados, no nos hemos rendido, seguimos firmes como el primer día, porque nuestra motivación de lucha no ha sido satisfecha, al contrario, cada día se suma algo nuevo por lo que luchar, los jóvenes y universitarios estamos aun de pie, dando nuestros esfuerzos para contribuir a que en nuestro país haya justicia, libertad, democracia y autonomía universitaria con educación de calidad, ya no somos ni seremos solo carne de cañón, tampoco el sacrificio de los aprovechados, somos parte del cuerpo que mueve a este país y aspiramos con las mejores intenciones a llegar a ser también la cabeza que nos guíe lejos de las destructivas costumbres que han sembrado los mismos de siempre, los políticos arcaicos y tradicionales.
A dos años después, la juventud sigue presente.
¡Viva Nicaragua Libre!