2 de abril 2020
El 2020 se nos vino con grandes desafíos para la humanidad. Desde los primeros meses del año hemos pasado en alerta por diversos factores. Si queríamos que el Año Nuevo nos sorprendiera, pues seguro que lo ha hecho, pero quizá no de la forma que esperábamos.
Ante la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad covid-19, y la forma en la que el tema se está abordando de parte de las autoridades nacionales y de Salud en Nicaragua, no puedo evitar cuestionar: ¿Dónde queda el pensamiento crítico en el área de la Salud?
Nicaragua, en general, cuenta con un sistema de Salud bastante deficiente, cosa que toda la población sabe perfectamente. Sin embargo, hemos escudado este hecho, bajo la idea de que esto se debe a que somos un país pobre en términos económicos, el segundo más pobre de América Latina, para ser exacto, y por ende, debe ser entendible que no tengamos un programa de Salud a la altura de países con mayor desarrollo económico. Realmente para mí, esta no es una justificación valida, pues el trasfondo del asunto no radica solo en una deteriorada economía, sino más bien en una pésima administración, pero ese es ya un asunto de política al cual por el momento no me quiero referir.
Retomando la esencia de este artículo, parto por tomar un poco de la definición de “Pensamiento Crítico”, la cual para muchos académicos del área de la Medicina es “la habilidad de aplicar destrezas cognitivas de alto nivel (conceptualización, análisis, evaluación) y la disposición de ser deliberado sobre el pensamiento propio (intelectualmente honesto, mente abierta) que lleva a una acción lógica y apropiada” (Revista en Investigación y Educación Médica, UNAM).
Desde mi perspectiva, yo concibo este término, como la capacidad que debe tener un profesional de la Salud, para interpretar un evento, analizarlo y con base en eso, tomar acciones lógicas, con criterio propio y médico, coordinadas y precisas, para aproximar una solución al problema que se esté presentando. Considero que debe ser una habilidad que todos los profesionales de la Medicina deben desarrollar, pues no es algo tampoco innato del médico, lleva su ciencia poder apropiarse de esta habilidad, y lo sé, porque como estudiante de Medicina (expulsado de la Universidad por represalia política en 2018), recibí un curso en línea al respecto, impartido por un gran neurocirujano pediatra de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), doctor Jorge Lazareff, en el cual adquirí varios conocimientos en el tema, pues despertó mi interés, especialmente porque es algo que no forma parte del plan de clases de la carrera de Medicina en UNAN Managua.
Aquella capacitación, me hizo entender muchas cosas, como que terminé siendo víctima de represalias, pero no porque mi actuar haya sido erróneo, sino porque si algo está claro en este país, es que es completamente prohibido pensar fuera de la caja que régimen dictatorial ha impuesto a toda la población, por lo que con pensamiento crítico puedo decir que no me arrepiento de aquello.
Pero entonces, comprendiendo un poco, porque tampoco soy experto en la materia, ¿qué pasa con el pensamiento crítico de los trabajadores de la Salud en Nicaragua, especialmente ante este contexto tan grave como lo es una crisis sanitaria mundial que ha cobrado la vida de decenas de miles de personas alrededor del mundo? Lo digo porque la profesión los inclina indudablemente a estar en la primera línea de batalla contra este virus, hay información amplia y científica de lo que esta enfermedad puede causar, datos fidedignos y sobre todo tangibles alrededor del mundo han hecho que la mayoría de países en todos los continentes activen sus alarmas y empiecen a tomar acciones extremas para poder crear barreras sólidas y extensas para frenar la propagación del virus, pero en Nicaragua en lugar de eso, se promueven todas las cosas que se deberían evitar, vemos aglomeraciones, apertura de ingreso internacional de personas, e incluso extremos, como prohibir el uso de elementos mínimos de protección en los hospitales, bajo la idea de que esto “alarma a la población”. ¿Qué opinan de eso?
Estoy seguro que un médico bien formado en la ciencia, está consciente de lo que se viene a Nicaragua en temas de salud sino se toman las medidas pertinentes, es grave, y sé que muchos lo saben, pero, ¿qué es el saber sin acción? Es nada, es un elemento dentro de la inteligencia que se desperdicia. El silencio de los trabajadores de la Salud, por el motivo que sea, entendible o no, es una irresponsabilidad también, en las manos de los galenos, desde ya, están las vidas de miles de nicaragüenses. Sí, hay que alarmar a la población, pero no con ánimos de generar histeria, no con intenciones de que el caos se apodere del país, sino porque la calma que desde las unidades de Salud se proyecta, hace que el pueblo se crea el cuento de que todo está normal, de que el virus no está en nuestro país y que tampoco vendrá, aunque estamos claros de que no toda la población se ha creído esto.
Hay criterio en los profesionales de la Salud, que saben lo que indudablemente pasará en poco tiempo de seguir así; es algo sencillo de entender, le estamos abriendo las puertas a la muerte, y ya en el país covid-19 cobró la vida de la primera persona, ¿Cuántas más son necesarias para que se tomen acciones? Sé que al leer esto muchos dirán que, sí tiene pensamiento crítico, pero es necesario que ese pensamiento llegue a la práctica.
Urge que los héroes de bata blanca, no sean solo la carne de cañón que se enfrentará cara a cara con la pandemia, porque es lo que puede pasar si se sigue permitiendo que los manden a una guerra, sin los elementos precisos para la defensa, hace falta apropiarse del principio de que es necesaria la autoprotección antes de intentar proteger a otros, con esto no quiero decir que deben hacerse a un lado, porque no es la idea, Nicaragua los necesita, y por eso deben ser protegidos, así como ustedes han de proteger a la población ante esta pandemia, pero también la sociedad espera de ustedes ese actuar lógico y apropiado que como profesionales de la Salud deben tener basados en el amplio conocimiento que varios años de estudio y la pericia adquirida les ha dejado, que salgan de la caja en la que los han metido, piensen fuera de ella, y no solo eso, sino que también actúen fuera de ella, usen su pensamiento crítico para exigir lo justo, la protección de cada uno de ustedes y de la población.
No se trata de política, sino de humanismo, la ideología política no salva contra la enfermedad, los actuares humanitarios pertinentes sí lo hacen. No basta con pedir a la población que se laven las manos o que se queden en casa, porque el pueblo desconoce en gran medida lo que ustedes saben, es justo que ustedes desde la trinchera médica sean de los principales actores que alcen su voz contra la indiferencia mostrada por las autoridades ante el inminente peligro en el que estamos sumidos.
Tómese esto no como una crítica a la magnífica labor que realizan, sino como una observación de alguien que conoce un poco el medio de la profesión y que está muy preocupado ante lo que puede llegar a pasar en este sufrido país, está minimizándose el valor de sus vidas y las de la población, que temeroso observa y espera una solución, no esperen a que los hospitales se desborden de pacientes afectados para empezar a materializar ese pensamiento que desde ya les indica que hay cosas que con tiempo se deben hacer, el pueblo soberano está con ustedes.
*El autor es estudiante de la carrera de Medicina, expulsado de la UNAN.
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