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Nicaragua abre sus puertas a turistas que llegan en cruceros

Los gobernantes dicen que Dios los protegerá contra el coronavirus

Nicaragua recibió este 14 de marzo al Crucero Amadea en Puerto Corinto. Foto: El 19 Digital

Colaboración Confidencial

Circles Robinson

17 de marzo 2020

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Mientras el resto del mundo va en la otra dirección, intensificando serias medidas de prevención, los gobernantes de Nicaragua, Daniel Ortega y su esposa / la VP Rosario Murillo, creen que Dios los ha convertido en un pueblo elegido, no susceptible al coronavirus.

Mientras echaba mi vistazo diario al sitio web oficial del Gobierno nicaragüense, el19digital.com, me sorprendió por enésima vez en los últimos dos años.

Si bien alimentar el fuego para crear histeria y confusión, como lo ha hecho Donald Trump, claramente no es la respuesta inteligente a la pandemia del coronavirus, hacer todo lo contrario y tratar dicha enfermedad como una simple broma es igual de malo o mucho peor, especialmente en Nicaragua, el segundo país más pobre de las Américas.

Unos cuantos detractores o simpatizantes del Gobierno de Ortega, que saben que la vicepresidenta Rosario Murillo es quien lleva las riendas de la nación, piensan en público (detractores) o en privado (simpatizantes) que ella no está en todos sus cabales. Murillo ha estado perdiendo el juicio durante mucho tiempo y nadie sabe dónde podría estar el límite.


Si se están preguntando por qué Ortega la deja dirigir el Gobierno, solo remóntese a 1998, cuando Murillo estuvo dispuesta a encubrir los 19 años de violación y abuso de su poderoso esposo contra su hijastra, la hija de la propia Murillo. En ese momento tomó una decisión calculada y ha valido la pena por completo. Cuando su esposo regresó a la presidencia en 2007, ella inmediatamente movió sus fichas y tomó el poder.

Las ansias de poder de Murillo, y sus muchos subordinados obedientes, le han permitido hacer lo que le plazca, sin importar cuán loca parezca. Su constante mezcla de religión, odio, amor y lavado de cerebro ha dado un duro golpe a la nación nicaragüense. Una vez que haya desaparecida de la escena, puede llevar un buen tiempo recuperarse de los efectos de su locura autoritaria.

Eso me lleva a sus últimos actos de estupidez. El sábado 14 de marzo, Murillo y Ortega llamaron a sus empleados públicos y otros simpatizantes a realizar manifestaciones en todo el país, llevándose a cabo una masiva en Managua, la capital.

Mientras el resto del planeta había cancelado las grandes reuniones y los eventos públicos, incluidos los deportes y las actividades de entretenimiento, a Murillo no le preocupaba creyendo que su Dios había elegido al pueblo nicaragüense para que no tuviera que tomar las precauciones que el resto del mundo está tomando.

Ese mismo día, el Gobierno nicaragüense dio la bienvenida, sin precauciones de ningún tipo, a 800 turistas en un crucero que ancló en el puerto de Corinto, en la costa del Pacífico. Luego, los viajeros visitaron León, Chichigalpa, Chinandega y El Viejo, saludando a la gente como si el coronavirus no existiera para ellos o para Nicaragua.

Las palabras a continuación son lo que la VP y Primera Dama del país expresó en su monólogo diario sobre la bienvenida a los visitantes:

“Todo gracias a Dios, adelante en nuestra Nicaragua donde vamos adelante porque confiamos en Dios y donde vamos adelante siempre más allá con esa esperanza siempre creciente y con el conocimiento de que somos un pueblo capaz de transcender y un pueblo capaz de vivir, promoviendo cada día convivencia armoniosa, responsabilidad ciudadana, atendiéndonos, queriéndonos y enfrentando los retos juntos”.

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