11 de marzo 2020
El despale autorizado y la tala ilegal de los pinares en la cordillera de Dipilto y Jalapa, en la zona de Las Segovias, están dejando sin agua a los pobladores esta zona. Ambientalistas locales denuncian que el Instituto Nacional Forestal (Inafor) continúa autorizando permisos forestales para la extracción de madera de pino, a pesar que los ríos –que son la única fuente de agua la población segoviana– están prácticamente secos debido al despales.
Las autoridades prácticamente “no tienen control” sobre el aprovechamiento forestal de los bosques naturales. La cordillera de Dipilto y Jalapa “es un área protegida por la ley; sin embargo, esta desprotegida ante las autoridades”, aseguró Hasley Tournier, miembro del Movimiento Ambientalista Mogotón. “Vemos que ahí sacan camiones (cargados de madera) durante la noche, en el día, en la madrugada, hay un problema realmente serio”, enfatizó.
A criterio de este ambientalista, aunque buena parte de los extractores de madera de las montañas de Las Segovias cuentan con permisos forestales, ese negocio sigue siendo ilegal debido a que están cortando los pinares “en las vertientes y pendientes de los ríos” y “esta es una zona exclusiva para los Segovianos”, para suplir la necesidad de agua de la población. Los pinares son grandes infiltradores de agua y de extinguirse unas 300 000 personas serían afectadas.
Grito de Las Segovias: “No tenemos agua”
Cada árbol que cae en las montañas de Dipilto y Jalapa es lamentado en las comunidades de la parte baja. Bayardo Sánchez es originario de Cusmapa, en esa zona, relata, “habían bastantes pinares y los están explotando indiscriminadamente” desde hace cinco años. En su comunidad, el servicio de agua llega cuatro horas por día y le preocupa que la situación empeore debido al crecimiento de la población.
Una situación similar se vive en el municipio de Jalapa donde prácticamente “no tenemos agua”, asegura Sánchez, quien forma parte de uno de los diez Comités de Agua Potable y Saneamiento (Caps) de esa zona. “Estamos sectoriando (distribuyendo por sectores) el agua”, pero “la gente se va poblando y va demandando más servicios donde tenemos y cada día va minorando el servicio y la cantidad de agua”, continuó.
Pedro Guerrero vive en la comunidad de San Fernando, en ese lugar la escasez de agua ha impactado en la producción agrícola. “Vivimos de la (producción de) hortalizas y granos básicos, y vemos que los ríos se está secando”, lamentó.
Para Guerrero, quienes extraen madera de las montañas “no entienden que si esos cerro se descombran se van a secar todo los ríos y los afectados somos varias comarcas, ahí está: Aranjuez, San Nicolás, El Prado, Santa Clara, San Fernando, Salamají, Achuapa y San Antonio, que de ahí tomamos agua”, subrayó.
La industria ilegal
Según el grupo ambientalista Mogotón, en Las Segovias operan más de 30 industrias forestales. El problema –aseguró Tournier– es que “no todo se hace por la vía legal, también ahí hay corte y tráfico ilegal de madera”. Es por esta por esta razón que demandó al Estado de Nicaragua que cumpla con los planes de manejo y conservación de los bosques.
En la cordillera de Dipilto y Jalapa “cada quien se sirve con lo mejor que pueda”, explicó el ambientalista. “Hay permiso forestales que está dándose inclusive en áreas núcleo, en zonas sagradas de recarga hídrica, y no se puede permitir eso”, destacó.
A criterio de Tournier, “una cosa es lo que dice el permiso (del Inafor) y otra cosa es lo que se hace en el campo”. Relató que el grupo ambientalista visitó dos industrias forestales que estaban extrayendo madera en el sitio establecido por el Inafor y también a 500 metros; es decir, “con las mismas guías forestales ellos estaban trasegando madera legal e ilegal revuelta”, precisó.
Por su parte, los comunitarios enfatizaron que ellos no están en contra de la industria forestal sino de la explotación indiscriminada del bosque natural.
Los pinares “no son una milpa”
La cordillera de Dipilto y Jalapa comprende 43 000 hectáreas, pero según cálculos del grupo Mogotón esa zona boscosa se ha reducido a 17 000 hectáreas a consecuencia del despale, tráfico de madera y la plaga del gorgojo descortezador.
“El pino no está en recuperación, el pino se está extinguiendo”, advirtió Tournier. “Las autoridades no pueden seguir tomando la cordillera de Dipilto y Jalapa como una milpa. Decir cortamos pinos, sembramos y a los tres meses están. Eso es totalmente falso, los daños que hace una motosierra en dos horas necesitaríamos más de 30 años para recuperar esos bosques”, explicó.
Otro fenómeno que está ocurriendo en la cordillera de Dipilto y Jalapa es que mientras se talan los pinares, se siembran otras especies de árboles traídos de diferentes partes del país donde el ecosistema es distinto.
Según el artículo 7 de la Ley 647, Ley de Reformas a la Ley General del Medioambiente y los Recursos Naturales, la protección de los recursos naturales “es objeto de seguridad nacional, así como, de la más elevada responsabilidad y prioridad del Estado, dentro de ese espíritu en las áreas protegidas se establece veda para el recurso forestal total y permanente".