13 de febrero 2020
Contar la historia de los nicas en Costa Rica es conocer de las vidas de decenas de miles de personas que han hecho su vida en otro país distinto al suyo, donde les han acogido, pero también rechazado. Un país en el que han echado raíces, han hecho familia y amistades, pero también en el que han enfrentado hostilidad por su nacionalidad, por su acento, por sus circunstancias económicas.
En esta cuarta y última entrega del Especial sobre la Migración Nicaragüense en Costa Rica, abordamos los aspectos sociales de este fenómeno que empezó hace varias décadas.
La xenofobia hacia los nicas en Costa Rica
“Hay una idea de que el extranjero constituye una amenaza. Es verdad, esa es una realidad frecuente y es una realidad también presente en Costa Rica. Es decir, por muchos años hemos asociado a los nicaragüenses con aquellos problemas que más nos aquejan. Por ejemplo, el tema de la seguridad, el tema de los servicios públicos, el tema del empleo”, dice el investigador de la Universidad de Costa Rica (UCR) Carlos Sandoval.
Uno de los mitos sobre los nicaragüenses, es que le quitan el empleo a los nacionales, aunque por años los nicas han ocupado plazas que ya no son atractivas para la mayoría de ticos en construcción, agricultura o servicios domésticos y de seguridad.
Otro mito es que los nicas se aprovechan del sistema de salud pública, aunque el gasto público en inmigrantes en este rubro es apenas de 8%. Otra creencia es que las cárceles están llenas de migrantes, aunque en realidad la población carcelaria está compuesta en un 87% de costarricenses.
Hay algunos ticos, incluso, que usan la frase “No seas nica” de forma despectiva. “‘No ser nica’ se dice o se emplea cuando se quiere censurar una cierta conducta que no se considera apropiada. Puede ser una forma de hablar, una forma de comportarse que se juzga inadecuada. ¿Por qué no es adecuada? Bueno, porque se asume que lo correcto es lo que es de Costa Rica, de clase media urbana. Aquello que se sale de eso produce un cierto ruido social, un cierto ruido, diría yo, de clase también”, comenta Sandoval.
La protesta de hoy en San José reunió a gente con distintas disconformidades, entre ellas la política de refugio del actual gobierno que recibe a los nicaragüenses. Entre quienes rechazan a los nicas existe una serie de falsas creencias y mitos en torno a los migrantes. pic.twitter.com/P3ezVr1xpG
— Cindy Regidor (@cindyregidor) September 2, 2018
El uso de la palabra “paisa” para identificar a los nicas también es común, aunque su significado depende del tono y contexto. “Yo escucho que sí es como insulto, pero a mí no me insulta nada porque soy orgullosamente nicaragüense”, dice una joven nicaragüense vendedora ambulante en San José Centro.
“El gran reto que tenemos en Costa Rica es justamente reconocer nuestra interdependencia, es decir, que esta sociedad costarricense no sería lo mismo sin nicaragüenses, por la historia, por la geografía, por la demografía, somos pueblos hermanos y el gran reto cultural y político que tenemos. Es reconocernos en esa interdependencia”.
Ante algunos brotes de expresiones abiertamente xenofóbicas, como una violenta manifestación ocurrida en agosto de 2018 en el Parque La Merced, en que algunos ticos gritaban 'Fuera nicas', se han producido respuestas de la sociedad costarricense, como la marcha convocada la semana siguiente, en el centro de San José, en que ticos coreaban "Ticos y nicas somos hermanos'.
De igual manera, la xenofobia hacia los nicaragüenses es rechazada por el gobierno como política de Estado. “Frente a llamados de odio o violencia, debe prevalecer la sensatez, la prudencia, la inteligencia y la solidaridad. En ese esfuerzo necesitamos de usted, y de todas las personas del país”, dijo el presidente de Costa Rica Carlos Alvarado en cadena de televisión días después de el inédito hecho violento en el parque, donde tradicionalmente se reúnen los nicas en la capital josefina.
Aporofobia es otro término que se ha colado recientemente en la discusión. Es el rechazo hacia el pobre. ¿Hay en Costa Rica xenofobia o aporofobia? Vea la historia completa, a continuación, en nuestro reportaje audiovisual:
Los nicas en Costa Rica “que no parecen nicas”
En Costa Rica existe la percepción de que la comunidad nicaragüense es homogénea. Esa apreciación se basa en algunas características de la mayoría de los migrantes que por décadas ha llegado al país. “Nica, en el contexto de Costa Rica, designa a los nicaragüenses pobres, a los nicaragüenses de piel oscura, a los nicaragüenses con menor experiencia y con menos educación formal. Los otros nicaragüenses no son nicas”, explica Sandoval.
Sin embargo, la comunidad nica en Costa Rica es variada en su apariencia física, en su tono de piel, acento o “hablado” y en su origen o procedencia. También, a pesar de que son un porcentaje menor, hay nicaragüenses de distintas profesiones, universitarios y de diferentes estratos socioeconómicos.
Consuelo Mora, profesional de la Comunicación, forma parte de ese grupo de migrantes. De padre costarricense y madre nicaragüense, nació en Costa Rica y vivió su niñez en este país. Su más reciente mudanza a Costa Rica fue por una oportunidad laboral como oficial de comunicación de una organización internacional hace cinco años.
“(Había) un señor que hacía la mensajería, pero este es un ejemplo de lo que me pasaba con todos los taxistas, con todos los conductores de Uber, que me decían ‘No, pero usted no parece nica. Yo siempre voy a pensar que usted es venezolana, por la forma en la que habla y cómo se ve”, cuenta Mora. No es a la única que le ha pasado.
A Jorge Lola y Melissa Miranda, también nicaragüenses en Costa Rica, les ha tocado escuchar ese tipo de comentarios. “Que no parezco de Nicaragua, que si soy venezolano. A Melissa le pasa bastante también, (preguntan) si somos de Colombia”, comenta Lola. Miranda, quien cuenta que tuvo un recibimiento muy positivo en este país, recuerda un comentario que le causó ruido: “Estaba en una reunión con gente que habla inglés, normal, y me preguntaron mi nacionalidad, les dije y me dijeron que no sabían que los nicaragüenses podían hablar inglés”, cuenta con expresión de asombro.
Esas expresiones, que pueden parecer inocuas, esconden prejuicios culturales. Para Mora, esconden una mezcla de aporofobia, es decir rechazo hacia los pobres, y xenofobia, o sea rechazo hacia los extranjeros. Ambos, fenómenos que se manifiestan de formas distintas según quien los experimenta.
“Mi vivencia en Costa Rica no se puede jamás comparar a la vivencia de un migrante nica que viene con condiciones económicas de desventaja”, analiza Mora. Esas condiciones terminan por dar privilegios o ventajas a algunos. “Yo no tengo que pretender, no tengo que fingir ningún acento tico, por ejemplo, para poder funcionar en sociedad, poder hacer mis cosas de todos los días, mientras que la gente que migra acá en condiciones socioeconómicas de desventaja, creo que buscan de alguna manera buscar cómo camuflarse”, ejemplifica.
La frase “no parecer nica” en Costa Rica pareciera revelar una creencia dentro del imaginario social costarricense sobre la población nica, una que desconoce la diversidad, y que, indirectamente, podría interpretarse como si parecer nicaragüense fuese algo negativo. “El hecho de que una no viva ciertas agresiones y cierta violencias sociales no significa que no existen y es importante que pongamos atención cuando la gente dice que está viviendo xenofobia o que están viviendo exclusión, clasismo, racismo”, reflexiona.
Vea aquí el reportaje audiovisual:
Hogares binacionales: el nexo más fuerte entre Nicaragua y Costa Rica
Solo en 2018 el 18% del total de nacimientos en Costa Rica fueron de padre o madre nicaragüense, apunta Anthony García, investigador de la Universidad Nacional a Distancia (UNED). Es un dato que demuestra la importancia de las familias mixtas. Son familias que viven y forjan una identidad tico- nicaragüense.
Jorge Lola es nicaragüense y costarricense. Su historia familiar es una de idas y venidas entre Nicaragua y Costa Rica. “Es gracioso porque, en Nicaragua, era el de Costa Rica; y, en Costa Rica, era el de Nicaragua”, cuenta Lola.
Todo empieza con su madre nicaragüense, cuando era una adolescente, en el año en que triunfó la Revolución Sandinista. Karla Moreira se mudó a Costa Rica en 1980, fue parte del flujo de nicas que saldrían del país por razones políticas: Su familia la sacó del país junto a su hermana debido a las presiones del Gobierno sandinista para que la ciudadanía se integrara a proyectos y movimientos partidarios ideológicos.
Karla se casó con un nicaragüense y tuvo a sus tres hijos en Costa Rica. Tras quince años de vivir en el país vecino, decidió regresar a Nicaragua en 1992, tras la salida de Ortega del poder y la llegada a la presidencia de Violeta Barrios. “Nunca nos desprendimos de Costa Rica, porque mi mamá y mi hermana quedaron viviendo aquí, entonces, a los niños les encantaba venir. Eran dos veces al año, religiosamente en vacaciones”, recuerda Moreira.
Fruto de la historia personal y también de los contextos históricos, la familia de Karla es binacional. Nuevamente, por razones políticas, Karla y su familia salieron de Nicaragua, de regreso a Costa Rica, en 2007, tras el retorno al poder de Daniel Ortega. “A partir de ese momento yo entré en temor, porque yo no quería que mis hijos pasaran una etapa que mis padres no quisieron que yo viviera tampoco”, dice.
En 2013, Moreira volvió a Nicaragua, esta vez por una oferta de trabajo, hasta que llegó la rebelión cívica de abril de 2018 que fue brutalmente reprimida por el régimen de Ortega. “Muchos de los que salimos en los años 80 de Nicaragua para acá estamos viviendo un deja vu, definitivamente”, afirma.
A Karla la han separado de su país tres veces la inestabilidad política, Daniel Ortega, y el FSLN. En medio de los vaivenes, ella y su familia han construido en Costa Rica un hogar que aprecia su aspecto binacional. “Siempre te topás con una familia que de alguna manera en la colita va un nicaragüense o está vinculado con Nicaragua”.
Jorge, el hijo de Karla se casó con Melissa Miranda, nicaragüense, y ahora ambos viven en Heredia con su hijo, nacido en Costa Rica. Ambos desean mayor estabilidad para él y la han encontrado aquí. Agradecidos y con sentido de pertenencia al país que les acogió, también mantienen en su identidad el país de origen. “Simplemente es más diversidad, hay más riqueza. Qué bonito ver realmente esa integración, (es) hacia donde deberíamos de ir. El día de la Independencia él andaba un farolito con la bandera de Nicaragua al lado de la bandera de Costa Rica. No pretendemos perder jamás la identidad nicaragüense. Queremos enseñarle a él valores y que él se sienta seguro también de su identidad, irlo educando como nicaragüense, costarricense y todo lo demás”, asegura Miranda.