12 de febrero 2020
El joven presidente salvadoreño Nayib Bukele irrumpió en el congreso de su país, fuertemente custodiado por efectivos armados del Ejército y la Policía, ocupó el asiento del presidente del Parlamento y proclamó: “Ahora creo que está muy claro quien tiene el control de la situación”, en alusión al conflicto de poderes que mantiene con la Asamblea Legislativa.
Esta imagen transgresora de Bukele y los militares en el congreso, registrada el domingo pasado, ha sido “traumática” para los salvadoreños. “Bukele ha dado ya muestras suficientes de su talante autoritario, antidemocrático y peligroso para la estabilidad política del país”, dice el periodista Carlos Dada.
En una entrevista con Esta Noche y Confidencial, Dada, fundador del periódico El Faro, advierte la ironía de que siendo Bukele, un presidente que goza de alta popularidad después de haber sepultado al bipartidismo de Arena y el FMLN y es considerado “el rey de los símbolos”, se haya encargado el mismo de “derribar su imagen de presidente cool”.
La crisis política bautizada como "El Bukelazo", por algunos medios de comunicación, ha desatado temor y alarma, pero también ha provocado una reacción unánime de condena de los gremios empresariales, partidos políticos, defensores de derechos humanos, feministas, centros de pensamiento, y víctimas del conflicto armado. “Estamos viendo un nuevo país”, afirma Dada, y “hay que ver cómo se reconfigura todo”, en torno a las cruciales elecciones legislativas de 2021.
El presidente Bukele ha dicho que la presencia del ejército acuerpándolo en la toma del Congreso, el domingo pasado, es un asunto superficial. ¿Cómo ha sido leído este acto de fuerza en la sociedad salvadoreña?
Se ha leído exactamente como lo contrario. Las reacciones que vimos el domingo, y que seguimos viendo, son de una sociedad, en su conjunto, muy preocupada, alarmada, asustada por ver el ingreso de soldados pertrechados como si fueran a una guerra, con armas largas, chalecos antibalas, cascos, uniformes de campaña, y policías también fuertemente armados, ingresando al Salón Azul, y apostándose en el Salón Azul, que es el salón plenario de la Asamblea Legislativa.
No es una cosa superficial. Es, incluso, paradójico porque este es el presidente que más atención pone a las imágenes, es una imagen deliberada, pues.
¿Hay algún precedente en la historia salvadoreña, antes o después de los Acuerdos de Paz, sobre un hecho como este?
No lo hemos encontrado. Y te voy a contar una pequeña historia. Mi papá era diputado opositor durante los años de las dictaduras militares, el mismo domingo en la tarde, cuando los soldados abandonaron la Asamblea, tratando de entender qué estaba pasando, le llamé, le pregunté si esto le recordaba sus años de diputado opositor en la dictadura. Y me dijo que no. Que ni siquiera en los años de las dictaduras militares se habían atrevido a traspasar esa línea. Que jamás habían ingresado soldados armados al salón de plenarios de la Asamblea. No hay precedente para esto.
Bukele alega que él ha invocado una facultad constitucional para que el Congreso no siga obstaculizando la aprobación de un préstamo necesario para reforzar su plan de seguridad. ¿Tiene algún fundamento constitucional este argumento?
Hay un artículo de la constitución, el 167, que “faculta al Consejo de ministros a convocar de manera extraordinaria a los diputados a una sesión plenaria cuando así lo ameriten”, dice casi textualmente, estoy citando de memoria, “los intereses de la República”; es así de ambiguo. Es decir si tú no revisas el espíritu de la Constitución, eso básicamente le permitiría al Consejo de ministros todas las semanas a la Asamblea porque todos los asuntos que son objeto de legislación, por definición son de interés de la república. Es decir, para hacer la interpretación correcta de ese artículo constitucional se necesitaba la intervención de la Sala de lo Constitucional, que llegó apenas ayer, llegó tarde.
Y la sala constitucional se ha pronunciado de manera tajante, señalando que “no ha lugar” la invocación que hace Bukele de este artículo constitucional, y le llama a desistir de esta pretensión de someter al Congreso, y de usar al Ejército para ello. ¿Cederá Bukele?, ¿o va El Salvador hacia una crisis de poderes aún más grave?
Es una buena pregunta que no estoy en capacidad de responderte. Yo creo que el domingo, lo que vimos es, yo no tengo ninguna duda, el amago de un golpe al Congreso, que es un golpe de Estado. (Vimos) la usurpación y la militarización del Congreso salvadoreño. Es gravísimo lo que pasó el domingo, porque además, es la instrumentalización política del Ejército, que tanto nos costó separarlo de nuestra política.
Yo creo que Nayib Bukele ha dado ya muestras suficientes de su talante autoritario, antidemocrático y peligroso para la estabilidad política del país. Si en algún lado hemos de sembrar la esperanza de que esto no se repita, tiene que ser en las instituciones del Estado, su funcionamiento, y en la sociedad civil.
Ha pasado algo muy curioso, yo hace mucho tiempo no veía una reacción tan unánime en la sociedad civil, te estoy hablando desde las gremiales, empresariales, hasta los defensores de derechos humanos, colectivos feministas, universidades, tanques de pensamiento, organizaciones de víctimas del conflicto armado, Gobiernos extranjeros, partidos políticos. Todos coinciden en la condena a lo que vimos el 9 de febrero, yo creo que nos tiene asustados a todos.
A pesar de esas críticas y las reacciones que está señalando, Bukele tiene un apoyo político mayoritario de la población con el que desmanteló el sistema bipartidista. ¿Existe algún contrapeso político real a la fuerza y la convocatoria del presidente?
Ahora mismo estamos viendo un país nuevo, que estamos apenas conociendo y que apenas se está reconfigurando. Te doy un ejemplo: La Asamblea Legislativa por primera vez respondió como un poder del Estado y no como una colección de fracciones partidarias, que cada quien tiene expresiones distintas; ayer reaccionó por primera vez con una sola voz de condena a lo que había sucedido, y fuertemente reclamó, no podemos legislar con una pistola en la cabeza. El hecho de que, incluso, los sectores que le eran más cercanos a Bukele, algunas embajadas, algunos miembros del sector empresarial, se hayan manifestado con total vehemencia contra lo que sucedió, es sintomático del delirio de la acción que vimos el domingo.
Regresemos al origen del problema político reciente, el préstamo de 109 millones de dólares que Bukele había solicitado para equipar a la Policía con helicópteros y comprar un buque para reforzar su plan de seguridad. ¿Cuál es la controversia de fondo detrás de esta solicitud que fue presentada en noviembre?
En noviembre presentó esta, que es su octava solicitud de préstamo internacional, y si no me equivoco, la quinta que tiene que ver con seguridad.
Hay un presupuesto general de la nación, en el cual ya se le aprobaron 1000 millones de dólares, un poquito menos, en materia solo de seguridad. Y sobre los préstamos, él ha solicitado hasta hoy, un poco más, un poco menos, 2000 millones de dólares, se le ha aprobado también casi la mitad.
Este nuevo préstamo de 109 millones de dólares tiene que ver con equipamiento para la Policía y la fuerza armada, pero sobre todo tiene que ver, y esto es lo que ha despertado las sospechas, con la licitación de ciertos equipos, sobre todo de cámaras de vídeo, donde hay varios millones de dólares; drones; aparatos de reconocimiento facial; fibras ópticas; hay incluso la compra de un buque, que todavía nadie tiene muy claro para qué es porque no se ha explicado. Pero, las sospechas nacen a partir de que recientemente el director de centros penales hizo un viaje a México en un jet privado, y ahora sabemos que ese vuelo se lo pagó una empresa mexicana de seguridad, que en México tiene muchas denuncias de irregularidades en contratos del Estado. Entonces, ese hallazgo del viaje del director de centros penales ha detenido la aprobación de este préstamo de la Asamblea, porque necesitan, dicen los diputados, tener más aclaraciones sobre el control del proceso de licitación.
¿Hacia dónde apunta esta crisis en mediano plazo? En 2021 hay elecciones legislativas en la que Bukele, en base a su gran popularidad, espera ganar la mayoría del Congreso. ¿Lo que ocurrió este domingo es una batalla anticipada de esas elecciones?
Yo creo que lo que vimos el domingo fue un amago de golpe al Congreso. El presidente llegó al punto de sentarse en la curul del presidente de la Asamblea Legislativa, y rodeado de soldados pedirle a Dios que lo iluminara para ver si disolvía o no el Congreso en ese momento; las pretensiones que, entiendo, fueron frenadas por, sobre todo por algunas embajadas y muchas organizaciones, aquí en El Salvador, que le dijeron que no cometiera esa locura. Pero él había convocado a la gente para eso, los llamó a una insurrección contra los diputados si no se presentaban a la plenaria que él llamó, para disolver el Congreso y llamar a una constituyente.
Bukele no tiene diputados en la Asamblea porque su partido no compitió en las legislativas, no existía. Él compitió por la Presidencia con un partido vehículo, digamos, que tiene solo once diputados, insuficientes para garantizarle la aprobación de toda su agenda. Lo que tenemos ahora que cuidar, todos como sociedad, es que esto no suceda, que no haya una ruptura constitucional. Ahora lo que ha habido es que se ha violentado el orden constitucional, y se ha frenado, esa ruptura que se buscaba el domingo. Es así de grave lo que ha pasado.
¿Puede tener consecuencias políticas para la presidencia de Bukele? ¿El Congreso y la Sala Constitucional pueden investigar o deliberar si se ha cometido un delito?
La Fiscalía ya está investigando de oficio la solicitud del presidente de la Asamblea Legislativa, por lo pronto el ingreso de los militares al salón del pleno; la Sala de lo Constitucional está deliberando aun la legitimidad de la convocatoria a asamblea extraordinaria por parte del Consejo de ministros, y tenemos que esperar a que esa institucionalidad funcione.
Han cambiado otras cosas, sobre todo en materia política y en materia internacional. Yo creo que el domingo terminó la imagen de Bukele, del presidente cool, ese que llegó con todo ese aire fresco, que supo proyectar muy bien sobre todo en el exterior; ese presidente milenial que se toma selfis en Naciones Unidas; que es muy hábil con las redes sociales; que habla en otro idioma; que es muy cool, y a él le encantaba presentarse como el presidente cool.
Creo que esa imagen él mismo la derribó el domingo, porque no es cool meter al Ejército a la Asamblea, y no es cool ver a alguien en plena Asamblea trabando un los ojos mientras habla con Dios. Que afortunadamente Dios le pidió paciencia para que no disolviera en ese momento el Congreso.
¿Se puede vislumbrar cuál podría ser el impacto político de esta crisis a mediano plazo, en el proyecto de Bukele para lograr una mayoría abrumadora en el Congreso?
No te sé decir, porque como hablábamos al principio, estamos apenas descubriendo el nuevo país ante el que nos topamos el fin de semana, y hay que ver cómo se reconfigura todo. Yo creo que el juego democrático le permite a la fuerza de Nayib Bukele presentarse a elecciones en el 2021, y obtener todos los curules, si eso es lo que vota la ciudadanía. Yo no veo ningún problema en eso, veo un problema cuando no es ese el camino para llegar a la Asamblea Legislativa.
¿Qué creo yo que va a pasar en el 2021? No sé qué tanto le afecte lo que sucedió el fin de semana. Sí sé que las imágenes de una transgresión tan violenta como ver todos esos soldados apertrechados en la Asamblea Legislativa, son imágenes traumáticas que van a marcar una generación. Habrá que ver cómo eso afecta ya el resultado electoral.