11 de febrero 2020
Amaya Coppens, excarcelada política y una de las líderes estudiantiles de rebelión cívica, abandonó el movimiento universitario al cual pertenecía para sumarse a la Articulación de Movimientos Sociales desde la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB). Coppens -con esa franqueza que la caracteriza- asegura que, más de un año después de estallada la crisis sociopolítica, los estudiantes protagonistas de abril en la actualidad están “más dispersos”.
Al igual que Coppens, otros universitarios han dejado los movimientos universitarios, ya sea por razones personales, exilio o diferencias con organizaciones como la Alianza Cívica y la UNAB. Ante ese panorama, Coppens asegura en esta entrevista que los estudiantes y otras agendas, como la feminista y la ambientalista, han sido “relegadas” de la discusión política.
Sin embargo, sostiene que muchos universitarios siguen a “título personal” tratando de influir en las decisiones tanto en la Alianza Cívica como la UNAB. Ella atribuye estos cambios al nuevo contexto sociopolítico, que pasó de la turbulencia en las calles a una “lucha más burocrática”.
Amaya, ¿dónde están los estudiantes ahora, tras la lucha cívica iniciada en abril? ¿Por qué hay varios grupos? ¿Dónde está Amaya Coppens?
En lo personal creo que ahora estamos más dispersos en general. Por ejemplo, Nahiroby (Olivas), Byron (Estrada) y yo venimos del mismo movimiento. Pero ahora hemos variado dónde estamos. En lo personal estoy en la Articulación de Movimientos Sociales que forma parte de la Unidad Azul y Blanco.
¿En la UNAB cuántos movimientos estudiantiles son? ¿Están con la Articulación de Movimientos Sociales o con quién? ¿Qué peso e influencia tienen los estudiantes en estos espacios políticos?
En lo que es la Unidad, y tras la salida de varios estudiantes, permanece la Coordinadora Universitaria, que es conformada por varias expresiones estudiantiles. Respecto al peso, ha venido variando. Al inicio, los mecanismos de resistencia, de lucha, eran completamente diferentes. A nivel de organizar marchas fuimos los actores políticos más importantes en ese momento. Ahora siento que somos organizaciones de estudiantes e individuos, a título personal en los diferentes espacios que formamos parte.
Entonces, ¿qué influencia tienen ustedes? En espacios como la Alianza Cívica y la UNAB, por ejemplo, ¿pueden sus opiniones influir en las decisiones que se toman?
Siento que es más a título personal influyendo en los grupos. La parte estudiantil, la agenda estudiantil, al igual que otras agendas como la feminista o ambientalista, han quedado un poco relegadas a un segundo plano por todo lo que sucede. Ha sido una lucha mantener estas agendas dentro de las discusiones políticas. Los estudiantes no somos los únicos que nos hemos visto un poco relegados. Hay, de alguna manera, molestia en ese sentido.
La forma de lucha es más burocrática que al comienzo de todo esto. En lo personal me sentía más involucrada en la toma de decisiones. Siento que ahora estamos en un contexto diferente, con gente que ha trabajado de una manera durante años y, en cambio, nosotros no. Intentamos influir cómo podemos. Pero estamos sentados en la misma mesa, discutiendo. Nos deja de cierta manera con un desequilibrio que se nota. Intentamos seguir y no nos retiramos, justamente, por seguir fiscalizando lo que sucede y por intentar poner estas agendas en discusión.
Cambiando un poco de tema, ¿estos movimientos universitarios tienen alguna conexión real con las universidades, con los estudiantes que siguen en la UNAN de León, en la UCA, en la UNI, en la Agraria? ¿Conexión de ustedes como líderes con los estudiantes?
Mira: hay ciertas diferencias dependiendo de las universidades. En el caso de León, es una situación bastante particular por el nivel de violencia que se vive en las calles. Ha habido agresiones físicas dentro de la universidad. Eso inclusive después que salimos de la cárcel. Todavía mantienen los grupos de defensa de la universidad entre comillas. Eso vuelve muy difícil que una persona de manera pública se relaciones con nosotros, a quienes ya nos conocen. La mayoría de nosotros hemos sido amenazados, y a León solo podemos ir de manera muy discreta. Se han visto los asedios públicos que hicieron a Nahirobi (olivas) y a Byron (Corrales). Esa es la situación para todos nosotros. Se vuelve difícil tener un mayor contacto con la gente en las universidades por su misma seguridad. Hay muchas limitaciones, pero hemos intentado mantener el contacto. Los que en ese entonces dimos la cara en la lucha, ahora tenemos que resguardarnos. Prácticamente todos nosotros estamos fuera de la universidad. No es el mismo vínculo cuando estábamos dentro y manteníamos contacto con nuestros compañeros. Es una limitante por la que el régimen está apostando.
¿Es posible ver otra vez a todos los estudiantes juntos?
Yo creo que es posible. Es algo que se ha intentado hacer desde diferentes espacios. Por ejemplo, desde la Coordinadora Universitaria. Esa era la idea. Sin embargo, los contextos han cambiado y siguen cambiando. Es algo que hemos tenido que ir variando, creciendo. Espero que sí se pueda. Que todos los movimientos, y no solo la parte estudiantil, puedan juntarse y tener un solo objetivo. Esa es la idea planteada.