6 de febrero 2020
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Inicia un nuevo año académico y, después de celebrar algunos logros en matrícula, seguiremos cargando con la deuda histórica de la calidad educativa, impagable si persiste la crisis sociopolítica. Cenicienta del sistema educativo, de la inversión pública y privada; asimismo debilitada por la incidencia partidaria, su marginación aporta más pobreza y división social. Pero si el Gobierno diera una tregua este año para que la calidad educativa esté en el pensamiento y quehacer de los actores educativos, aún con las limitaciones materiales, financieras y profesionales existentes, iniciaríamos una disposición consensuada para una sociedad de paz, democracia y desarrollo. Un mensaje de fondo para superar la crisis sociopolítica.
Es cierto que lograr calidad educativa como eje del desarrollo humano sostenible requiere profundas reformas. Pero si padres, madres, docentes, estudiantes, funcionarios, especialistas, empleadores, emprendedores, organizaciones, iglesias, medios, priorizamos este año el aprendizaje estudiantil, más que calificaciones y certificados académicos, encaminaremos al estudiantado y actores de la comunidad educativa a desarrollar competencias y valores sustanciales para el país, demostrando saber, saber hacer, saber emprender, saber ser, saber convivir. Podemos lograrlo implementando elementos de las siguientes condiciones de calidad educativa.
Relevancia. Promovamos aquellos aprendizajes importantes descuidados por décadas y más en el contexto de crisis. Competencias útiles para la vida social y académica, el trabajo y la convivencia, como: una lectoescritura fluida y comprensiva, razonamiento matemático, sentido de investigación científica, pensamiento crítico, habilidades para la vida o socioemocionales, educación vocacional y tecnológica. Sensibilidad para respetar diferentes pensamientos u opciones, cuidado ambiental, equidad de género, interculturalidad, y prevenciones de enfermedades, embarazo adolescente, violencia y abusos.
Pertinencia. Las y los estudiantes aprenden cuando saber y educadores están cercanos. Acerquemos la temática de estudio en el aula, hogar y todo espacio de aprendizaje, favoreciendo su contextualización y familiaridad con cada realidad: cultural, económica o histórica; del campo o ciudad; norte, centro, occidente, o del Caribe. Propiciemos el diálogo estudiantil sobre los temas importantes entre pares, la familia y actores educativos locales.
Acercarnos con afecto a niños y niñas de primeros grados de primaria, favoreciendo el juego es vital en esta etapa de vida y un reto para el sistema. A la adolescencia de primer ingreso en secundaria, generarles confianza con comunicación efectiva y sostenida. Y a la juventud de ingreso a la universidad apoyarles su vocación y autonomía personal.
Eficiencia. Sensibilicémonos entre todos que la educación no es gasto ni asistencialismo, sino inversión pública, privada y familiar. Asegurémonos del buen uso de recursos que ponemos como ciudadanos y familias para educar a nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Y hagamos cumplir los 200 días clase establecidos por ley. Así disminuiremos reinversiones anuales por abandonos y repeticiones.
Eficacia. Propiciemos impacto educativo verdadero, favoreciendo que estudiantes y egresados se comprometan con causas nobles. Compromiso para aplicar competencias y valores a problemas sociales, de salud, nutrición, medioambiente, economía, producción, cultura, tecnología, democracia y paz.
Y Equidad. Esforcémonos por ofrecer igual calidad entre distintos estudiantes en la familia; afines o no al gobierno, pobres o no, rurales, urbanos, costeños.
Si el Gobierno diera una tregua a todos los actores de la comunidad educativa para enfocarnos en algunos de estos aspectos de calidad educativa, daría un paso para superar a fondo la crisis sociopolítica. Pero si continúa con su estrategia partidista, entonces para que el país avance algo en calidad educativa, los diversos actores educativos debemos autoeducarnos y apoyarnos unos a otros entre pares, como familia, comunidad y organizaciones, disponiéndonos a ser una sociedad que promueve aprendizajes de paz, democracia y desarrollo humano sostenible, clima indispensable para superar la crisis a largo plazo.
