17 de enero 2020
En las oficinas de las instituciones del Estado en Nicaragua, una buena parte de los servidores públicos está en desacuerdo con la represión y la masacre orquestada por el régimen orteguista en 2018.
“Hay mucha gente que no está de acuerdo con el actuar de represión y de masacre que el gobierno ha tenido”, asegura Ligia Gómez, exgerente de Investigaciones Económicas del Banco Central de Nicaragua (BCN). ¨Puedo decir con certeza que toda esa masa de trabajadores del Estado que tienen participación activa, ya sea en la iglesia católica o en la iglesia evangélica, no apoyan ningún tipo de masacre. Cuando hablás con ellos a nivel privado, nadie puede decir ‘yo lo apoyo’, en eso no tengo dudas”, aseguró la también exsecretaria política del FSLN en el BCN
Gómez trabajó seis años en el BCN y en abril de 2018 renunció a su cargo como secretaria política del FSLN al rehusarse a ejecutar las órdenes de la represión orteguista. En julio fue despedida de su cargo como gerente de investigaciones y en septiembre de ese mismo año brindó un testimonio ante el comité de derechos humanos del congreso norteamericano, en la que reveló cuáles fueron las ordenes que emanaron de la presidencia durante la represión y la matanza en abril.
En esta entrevista con el periodista Carlos Fernando Chamorro, Gómez habló sobre el dilema que enfrentan los servidores públicos, civiles y militares, dentro de las instituciones ante la crisis del régimen Ortega-Murillo. Muchos están diciendo “¿bueno, y esto hasta cuándo? ¿cuándo termina?”, porque es como vivir en el limbo, indicó. También externó la incertidumbre de los funcionarios ante el surgimiento de una alternativa de cambio político.
Ligia, vos fuiste servidora pública, funcionaria del Banco Central durante seis años, también eras militante del partido Frente Sandinista, y en abril 2018 rompiste con el régimen por oponerte a la represión. ¿Qué tipo de reacciones generó esa decisión entre tus colegas y en el sector público? ¿Hubo un rechazo hacia vos o alguna solidaridad?
Hubo de ambas. Hubo personas que me mostraron su apoyo, me dieron abrazos, se sonreían conmigo, me decían que entendían mi decisión y que era totalmente aceptable la decisión que había tomado. Hubo otros que dejaron de hablarme, dejaron de saludarme y nunca más volvieron a acercarse a mi oficina.
Vos eras una funcionaria pública de nivel medio. ¿Se puede hacer una distinción entre el papel que juegan los empleados menores, y los técnicos y profesionales medios en el estado, de aquellos que ocupan mayores responsabilidades en sus cargos, ¿o se les puede meter a todos en el mismo saco?
No. Mientras más responsabilidad hay dentro de la estructura del aparato gubernamental también hay más responsabilidad política. Generalmente son puestos escogidos. No puede simplemente un Ministro, un viceministro, un director de un área concreta si no está avalado por la estructura partidaria. En el caso de los cargos medios ahí sí es más neutro. Hay cargos medios que forman parte de la estructura partidaria, pero hay otros cargos que no, que solamente son personas que nunca han estado involucradas en actividades políticas en esa estructura de trabajo técnico.
En el caso de los cargos que no tienen ese nivel de responsabilidad, son la gente que entró con el Gobierno y en esos casos esas personas entraron así atadas a una participación política, a esa gente el partido le está cobrando factura permanente de haberle dado esa oportunidad de trabajo. Pero hay muchos funcionarios que tienen 20 años o 15 años de estar trabajando en la estructura del Gobierno y han desempeñado los cargos antes de que llegaran al poder Daniel Ortega y Rosario Murillo, entonces no se puede relacionar esos cargos con participación política.
Las encuestas profesionales proyectan que en Nicaragua se mantiene una simpatía partidaria por el FSLN, que representa más o menos un tercio del electorado, entre veinticinco y treinta por ciento. ¿En el caso de los empleados públicos, en tu opinión, ese porcentaje sería igual, menor o mayor, que el conjunto de la sociedad?
La situación es muy similar. Hay mucha gente que no está de acuerdo con el actuar de represión y masacre que el Gobierno ha tenido. Puedo decir con certeza que toda esa masa de trabajadores del Estado que tienen participación activa, ya sea en la iglesia católica o en la iglesia evangélica, no apoyan ningún tipo de masacre. Esa gente cuando hablás con ellos a nivel privado te dicen que los hechos se imponen. No podés, si sos cristiano, decir que apoyás que un gobierno represor venga con francotiradores y masacre a jóvenes sólo porque iban en una marcha, es absurdo. Yo he hablado con ellos, no sólo con los que estaban más cerca de la institución, también tenía relación con gente de otras instituciones por la participación que tuve en los comités multidisciplinarios y tengo amigos en diferentes ministerios. Y sí, la gente que tiene principios cristianos está bien clara que la masacre es un hecho, que nadie puede decir “yo lo apoyo”, entonces en eso no tengo dudas.
¿Cuál es la percepción que hay dentro del sector público sobre el régimen y su futuro? Cuándo los empleados públicos aparecen en esos videos bailando y cantando el comandante se queda, ¿realmente tienen la convicción de que Ortega y Murillo, de que ese gobierno se va a perennizar en el poder?
Muchos están diciendo “¿bueno, y esto hasta cuándo? ¿Cuándo termina?”, porque es como vivir en el limbo. No hay que confundir que todo el aparato público depende de que esté en el poder Daniel Ortega o la Rosario. Muchos del aparato público llegaron ahí sin ellos y están ahí porque hacen su trabajo, no tienen nada que ver con que le hacen algún favor a alguno de los líderes o de los ministros, entonces esa gente sabe que llegó sin ayuda del Gobierno a ese cargo.
Ahora, si nosotros relacionamos la cantidad de crecimiento de los empleados del Estado, antes eran 80 000 trabajadores, ahora anda como en 100 mil y pico, el crecimiento sí está más relacionado a favores políticos, entonces hay gente que estaba en el desempleo y que probablemente todos los años 90 lo pasó muy mal y volvió a trabajar en estructuras formales del Gobierno con la llegada de Daniel Ortega, esa gente es la que tiene mayor temor y tiene miedo de perder su trabajo y anda con ese enfoque de “el comandante se queda”.
Pero esa otra gente que vos decís que está en una especie de limbo, y se pregunta, hasta cuándo. ¿Qué percepción tienen en relación al cambio político? ¿Tienen una expectativa positiva o tienen temor de que se vaya a producir una revancha en el Estado?
Los mensajes que manda la oposición y las personas que tratan de predominar en las redes sociales, son a veces demasiado extremistas. Y pareciera que una vez que se toma el poder y se saca a Rosario Murillo y a Ortega todo el aparato estatal tiene que desaparecer o toda la gente va para la calle, entonces esos mensajes son contraproducentes y no son realistas, porque no podés decir que alguien que le toca manejar todo un procedimiento, un proceso, y que lo ha hecho por 20 años, tiene que salir del Gobierno, simplemente porque ahora llegó la oposición.
La memoria institucional se tiene que mantener. Este tipo de ataques no cosechan nada porque en realidad el aparato estatal se mantiene por los impuestos porque tienen un papel fundamental en el funcionamiento de las sociedades. Imagínate alguien que maneja las reservas internacionales y que coloca la reserva en los mercados, es difícil de que lo vayan a sustituir de un momento a otro con alguien que nunca he hecho ese tipo de trabajo.
¿Qué percepción crees que existe en el sector público en relación a la oposición Azul y Blanco y el liderazgo de la Alianza Cívica o de la Unidad Nacional Azul y Blanco? ¿Consideran que representan una opción de poder para gobernar?
La imagen que se ha vendido siempre es la imagen del fuerte, del caudillo, del autoritarismo. Creo que la oposición está haciendo un esfuerzo bien grande por querer hacer las cosas de otra manera, pero en ese esfuerzo la señal es bastante confusa. Nos gustaría tener una oposición con una interlocución más propositiva. Siempre hay una justificación de que “estamos construyendo Nicaragua”, y Nicaragua no se va a reconstruir en meses, se va a reconstruir en años, pero si tenemos tareas prioritarias donde todos estamos de acuerdo. Y entonces por qué vamos a estar en que ahora me llamo Alianza, mañana me llamo Unidad, después me llamo de otra forma. No importa cómo nos llamemos, lo importante es el objetivo, que no lo perdamos.
Esa señal de cuál es el paso clave que vamos a dar para que se cambie este atolladero institucional y cómo vamos a hacer para que el país salga de ahí al siguiente paso, eso es lo único que necesitamos. Todos los trabajadores que están en el Estado y el pueblo en general está esperando eso.
Desde que ocurrió la masacre, vos rompiste con el régimen en abril 2018, unos meses después el exmagistrado Rafael Solís, en una posición política de mayor peso, rompió con el régimen y se conoce que hay policías que han pedido su baja, otros han desertado, pero la mayoría de los altos funcionarios del sector público siguen siendo cómplices del régimen. ¿Que los mantiene?
El problema es que ha habido una ola de antivalores en el Estado. El grupo núcleo de funcionarios que maneja Rosario Murillo y Ortega son personas que las han premiado en función de su lealtad, o sea, ellos no tienen un compromiso con el pueblo ni un compromiso con la sociedad. Ellos tienen un compromiso con estas dos personas y se manejan a nivel de relaciones de padrinazgo. O sea, yo te protejo entonces yo te regreso esa protección dándote estos servicios. Pero eso no sucede con el funcionario de abajo, el de a pie que tiene un salario bajo y que estuvo todo el tiempo en el Estado fungiendo tareas técnicas y puntuales y que no llegó a ese cargo a través del partido, sino que ya se encontraba en el Estado.
¿Hay diferencia entre servidores públicos civiles y militares? ¿Los policías y los oficiales del Ejército enfrentan los mismos dilemas y preocupaciones que los empleados públicos o es un mundo aparte?
Para mí si tienen muchos dilemas en común en el sentido de que muchos de ellos sienten que quisieran hacer las cosas de otra manera, pero no pueden opinar, no pueden irse, tienen que quedarse esperando qué pasará después.
Para mí la diferencia fundamental está entre los que han disparado y han reprimido y los que no lo han hecho. Una cosa es que te den la orden de matar y la ejecutés y otra cosa es que te quedés en una estructura haciendo labores de oficial de línea, por ejemplo, o de investigador delitos y no te involucrés a ese nivel de tortura, de maltrato a presos políticos o de asesinatos, porque si hubo policías que asesinaron, están los vídeos, y ahora lo que está pasando en el campo que lo está haciendo el Ejército y todo el mundo lo está denunciando: el montón de campesinos que están apareciendo muertos. Entonces esa es la diferencia, pero sí creo que hay un grupo grande de gente qué tiene una posición distinta y que han crecido con una vocación de solidaridad real, no de la que habla Rosario Murillo.
¿Hay espacio para alguna forma de resistencia cívica dentro del sector público? Algunos excarcelados dicen que vieron policías que no están reprimiendo y que se limitan a cumplir órdenes. Que pasa entre los empleados públicos, cuando les ordenan ejecutar medidas que implican violaciones a la ley, por la cual después los pueden hacer responsables. ¿Ha cambiado algo desde hace veinte meses a hoy?
Para mí si hay resistencia en el sentido de que hay gente que hace bien su trabajo y que no va a firmar algo que esté totalmente fuera de su función y de lo que la ley le mande, y conozco ese tipo de gente, por ejemplo, en el Banco Central, que no va a firmar algo que está contra la ley.
Para mí no solamente se da (la resistencia) en eso también se da por ejemplo en que la gente se contacta con otros que están en la misma situación que ellos, o sea, en desacuerdo con lo que está sucediendo, para darse apoyo. Uno sabe quién es quién en la estructura del Estado igual que en los barrios que uno sabe quién es quién y quién está involucrado con los paramilitares, con los que están informando.
En el caso de la gente del Estado, algunos me han contactado hace poco, un año después para saber si estoy bien, me dicen “estamos orgullosos”, “te tenemos mucha estima” y no solamente gente del Banco Central sino también de otras instituciones del Estado.
Esos empleados públicos que estás describiendo, ¿están esperando alguna señal de parte de la oposición política sobre cómo sería el futuro para que los servidores públicos puedan trabajar en un gobierno, de otra naturaleza?
Gente que ha hecho su carrera, que hace un trabajo técnico excepcional y que ha dedicado toda su vida para aprender eso y que no está de acuerdo con lo que está sucediendo. A mí me han preguntado ¿vos crees que esto se va acabar pronto? Yo les digo que estoy 100% segura que aquí no hay vuelta para atrás. Yo no me arrepiento de la decisión que tomé porque yo estoy 100% segura de que el pueblo, la sociedad nicaragüense no va a legitimar una masacre. Si nosotros volvemos a llegar a una elección y legitimamos a un gobierno de Ortega Murillo estaríamos legitimando la masacre y eso no lo va a hacer el pueblo, porque son nuestros hijos.
Tenés más de un año y medio de estar refugiada en Estados Unidos. ¿Aspirás a regresar a trabajar al sector público en Nicaragua?
Mi aspiración es regresar a mi país. Siempre fue mi sueño vivir allá, estudiar para servir a mi país. El rector de la UCA me dijo “mientras más estudies, más cerca de la gente vulnerable y pobre tenés que estar” y siempre traté de hacer eso. Algo que me reconfortaría a mí sería regresar al país, por supuesto.