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Palabras de Baltasar Garzón para Nicaragua

El legado de Daniel Ortega hoy ya no importa, él será recordado por sus crímenes de lesa humanidad

Baltasar Garzón, jurista español | Foto: EFE/Pedro Bazil

Uriel Pineda

16 de enero 2020

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El 16 de octubre de 1998 fue arrestado en Londres el dictador chileno Augusto Pinochet por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante su “dictablanda”, la noticia dio la vuelta al mundo y más importante que eso, es el hecho que su arresto encendió una luz de esperanza para que sus víctimas obtuvieran justicia. El artífice de su detención fue Baltasar Garzón y su arma, la jurisdicción universal.

Para entonces, todos miraban a Pinochet como inalcanzable, justo como muchos miran a Daniel Ortega hoy en día. Al dictador chileno le tomó por sorpresa su arresto y solo alcanzó a decir: “Ustedes no tienen derecho a hacer esto, no pueden arrestarme. Yo estoy en una misión secreta” En Nicaragua, la demanda de justicia por los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen Ortega-Murillo parece una realidad distante, además de condicionar con razón la transición democrática.

El problema con la demanda de justicia en Nicaragua es que el Poder Judicial y los demás operadores de justicia se encuentran colapsados sustancialmente, es decir, carecen de independencia e imparcialidad para llevar a cabo investigaciones y procesos judiciales eficaces para garantizar la justicia a las víctimas. Esta situación ha sido señalada por la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el punto recomendatorio 3 del primer informe preliminar sobre su visita in loco, lo cual nos deja dos escenarios, el primero implementar mecanismos de justicia transicional una vez que concluya la dictadura o bien, buscar como ejercer el principio de Jurisdicción Universal que permite a un país procesar a personas responsables de Crímenes de Lesa Humanidad aunque estos no hayan ocurrido en el país que inicia el proceso, tal como lo recomendó el Grupo Internacional de Expertos Independientes conformado por la CIDH en su informe de diciembre del 2018.

El estudio de la Justicia Transicional como la Jurisdicción Universal y su aplicación al caso Nicaragua, han ocupado parte importante de mi tiempo desde el estallido de la crisis socio-política, llevándome incluso a abordar personalmente a Baltasar Garzón sobre el caso de Nicaragua. Sus palabras no fueron otra que la condena a lo que ha ocurrido en el país y aunque parezca soberbio, no brindó información que las personas que estamos con el interés de ejercer la Jurisdicción Universal contra Daniel Ortega no supiéramos, aunque recomendó estar atentos a las posibles reformas que se realizarán en España sobre el tema.


Irónicamente, en un conversatorio público que sostuvo Baltasar Garzón con Santiago Nieto, jurista mexicano a cargo de la Unidad de Inteligencia Financiera del país azteca, me dio mayores pistas. Garzón destacó la importancia estratégica de los controles financieros para prevenir el lavado de dinero por parte del crimen organizado. Además, señaló la importancia de diferenciar las estrategias de lucha contra la corrupción y el crimen organizado, justamente por la finalidad que ambos tienen.

La dictadura que encabeza Daniel Ortega no sólo es autoritaria, es cruel, desalmada y ha demostrado no tener límites. No podemos seguir viendo a Ortega como un dictador, hace mucho que dejo de defender un interés político que no sea su permanencia en el poder. A Rosario Murillo le enardecen más las sanciones de EEUU y sus consecuencias en el patrimonio familiar, que cualquier señalamiento de graves violaciones a Derechos Humanos.

Los políticos tienen razón y yo no, Daniel Ortega no saldrá del poder por sus graves violaciones a los Derechos Humanos, sino por su corrupción, lavado de dinero y colaboración con el crimen organizado. Por su parte, Garzón sugiere como medida eficaz contra el crimen organizado perseguir el dinero; y tal vez no haya castigo más cruel para la dinastía Ortega-Murillo que verse obligados a trabajar y ganarse el pan de cada día con su esfuerzo y el sudor de su frente.

Hay muchas diferencias entre Augusto Pinochet y Daniel Ortega, pero la que me interesa destacar es que el arresto a Ortega no lo tomará por sorpresa, es cuestión de tiempo para que el brazo de la justicia lo alcance, cuenta con tiempo suficiente para hilvanar algo mejor que lo que dijo Pinochet. Para quien no se ha percatado, el legado de Daniel Ortega hoy ya no importa, él será recordado por sus Crímenes de Lesa Humanidad y tal vez lo único que pueda agregar a ese hecho irrefutable, sean sus palabras al momento de ser arrestado.

*Maestro en Derechos Humanos


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Uriel Pineda

Uriel Pineda

Abogado nicaragüense, máster y consultor independiente en Derechos Humanos, radicado en México.

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