30 de diciembre 2021
Es difícil predecir qué pasará con la covid-19 durante el 2022, pero el 2021 fue peor que 2020, cuando se registró el primer año de la pandemia.
En América “vimos tres veces más el número de infecciones de covid y de muertes en comparación con 2020 (...) Nuestros sistemas sanitarios fueron puestos a prueba como nunca antes”, valoró la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne.
La segunda ola de covid-19 golpeó a Nicaragua en 2021 y lo hizo más fuerte. El rebrote llegó en agosto y se extendió durante septiembre y octubre, rebasando la capacidad de varios hospitales públicos, con un incremento de contagios que ni el mismo Ministerio de Salud (Minsa) pudo ocultar un estimado de 2229 fallecidos en 90 días, según datos de monitoreos independientes.
Etienne reiteró que los países han aprendido las herramientas para controlar al virus y se logró avanzar en la vacunación.
Sin embargo, en Nicaragua el Minsa no solamente persistió en ocultar los datos sobre el verdadero impacto de la pandemia, sosteniendo por más de 16 meses el improbable de un único fallecido a la semana, sino que también calló sobre la circulación de las cuatro variantes de preocupación del SAR-CoV-2, principalmente sobre delta, que habría detonado el rebrote, según opiniones médicas y especialistas independientes.
Las autoridades, además, silenciaron las voces de los médicos que alertaban sobre la covid-19, citando y amenazando a personal de salud y cancelando personalidades jurídicas.
Nicaragua cierra así su segundo año de pandemia repitiendo el hermetismo, la opacidad y la tragedia que vivió en 2020. Un impacto que en números se traduce en 19 210 contagios y 3092 muertes en 2021, según el independiente Observatorio Ciudadano COVID-19, mientras el Minsa solo admite 11 839 casos y 52 decesos, según datos actualizados hasta el 28 de diciembre.
Aún con estas cifras, los nicaragüenses no conocen el número real de fallecidos por la covid-19. Solo en primer año de pandemia, en el país ocurrió un estimado de 9000 fallecidos atribuibles a coronavirus, según demostraron estudios de sobremortalidad. Estos fueron clasificados por otras causas como neumonías, diabetes, hipertensión e infartos y por eso se omitieron de la estadística oficial. En la segunda ola de 2021 no se sabe cuántos pudieron sumarse a esta cifra porque el Minsa ocultó los datos que un año antes permitieron estimar este número de pérdidas humanas.
Larga espera por la vacuna contra la covid-19
En enero, el Minsa presentó un ambicioso proyecto de compra de vacunas que permitiría adquirir 7.4 millones de dosis para aplicar al 55% de la población. Además de 2.4 millones de vacunas que el mecanismo COVAX donaría para inocular a un 20% de los nicaragüenses.
Sin embargo, en los primeros nueve meses del año Nicaragua permaneció, junto a Haití, en la cola de la vacunación de todo el continente. Las dosis prometidas por COVAX no llegaron en el plazo establecido y las vacunas prometidas por el Gobierno de Ortega tampoco. Las autoridades solo concretaron compras con Rusia, que llegaron en lotes pequeños.
La escasez provocó largas filas afuera de hospitales desde un día antes, incluso bajo lluvia. Otros viajaron a vacunarse a Honduras (que inoculó a más de 100 000 nicaragüenses) o Costa Rica (con 360 000 vacunados, entre residentes, refugiados, solicitantes de refugio, migrantes irregulares y turistas).
Fue hasta el último trimestre de 2021 que Nicaragua agilizó las vacunación después de recibir 5.6 millones de dosis donadas por diferentes Gobiernos a través de COVAX y por la compra de más de 8.8 millones de dosis a Cuba, Rusia y a OPS, para un total de 14.4 millones de vacunas. Con esta llegada de vacunas, el país rápidamente pasó de una cobertura inferior al 5% a alcanzar un 39.98% de población con cobertura completa y un 69.06% parcialmente vacunada.
Minsa silencia voces médicas
Una docena de médicos que durante el primer año de pandemia brindaron información sobre el impacto de la covid-19 fue citada por el Minsa en junio. Las autoridades les cuestionaron sus opiniones brindadas a los medios de comunicación y les recordaron la existencia de la Ley de Especial de Ciberdelitos. Durante el citatorio, de “carácter obligatorio”, algunos fueron amenazados con la suspensión de sus licencias médicas.
Las amenazas provocaron que algunos médicos se exiliaran, otros callaron y algunos continúan aportando información, pero desde el anonimato. El Comité Científico Multidisciplinario, que durante el primer año de pandemia aportó información preventiva y de análisis ante la covid-19, se autodisolvió. Además, el Gobierno canceló la personería jurídica de al menos 15 organizaciones médicas que tenían entre siete y 40 años de trayectoria. Entre estas la Asociación Médica Nicaragüense y la Asociación Nicaragüense de Infectología.
La represión también disminuyó la capacidad de monitoreo del Observatorio Ciudadano COVID-19. Durante la segunda ola que salió con luz propia por la enorme cantidad de contagios y de muertos, el Observatorio logró acercar a la población al impacto real de la pandemia, pero desde noviembre redujo su reporte semanal a quincenal, por la falta de información de varios territorios.
La temida segunda ola
En agosto, los contagios y muertes por covid-19 se multiplicaron tanto que superaron los récords que dejó la primera ola, registrada entre mayo y julio de 2020.
El norte de Nicaragua fue el más golpeado con la segunda ola de la pandemia. Según el Observatorio Ciudadano, Madriz y Estelí están a la cabeza de los departamentos con más casos y muertes por millón. CONFIDENCIAL pudo confirmar que en el hospital San Juan de Dios, de Estelí, hubo más de 280 fallecidos en mes y medio. En Managua, la demanda de atención también rebasó la capacidad de los principales hospitales. El hospital Alemán Nicaragüense tuvo que cerrar la atención a otras enfermedades y amplió el número de camas durante el pico máximo, alcanzado en septiembre.
Los contagios fueron tantos que la población se desbordó en búsqueda de tanques de oxígeno y en los hospitales varios murieron esperando turno por un ventilador en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), según fuentes médicas.
Minsa ocultó variantes y se promovió el contagio
Antes que la segunda ola de covid-19 alcanzará su pico máximo, el Minsa supo que en el país había casos diagnosticados clínicamente con la variantes delta, que es ocho veces más contagiosa que el virus original, confiaron a CONFIDENCIAL médicos de hospitales públicos que reportaron algunos casos.
La alerta sobre la circulación de delta también fue hecha por médicos independientes que a diario veían decenas de pacientes con los síntomas de delta. Sin embargo, el Minsa no se pronunció ni aceleró la búsqueda de las variantes tras disponer del equipo de tamizaje molecular y acompañamiento de la OPS para identificarlas.
En cambio, desde el Gobierno y las Alcaldías se continuó la promoción del contagio con la realización de más de 4500 actividades recreativas, culturales y religiosas en las cuales no se cumplió con las medidas de prevención.
Mientras las variantes se esparcieron por todo los países de Centroamérica, en Nicaragua se ocultó y se sigue callando sobre estas. El Minsa informó a la OPS sobre su circulación hasta mediados de noviembre, cuando la segunda ola ya había disminuido, pero a nivel nacional no informan sobre el impacto que dejó.
Un estudio realizado por la Universidad de Michigan junto al Centro Nacional de Diagnóstico y Referencia (CNDR) del Minsa revela que entre marzo y octubre de 2021 en el país predominaron las variantes gamma y delta, lo cual indica que las autoridades tienen esta información, pero la ocultan.
Poca ejecución del “presupuesto covid”
Entre 2020 y 2021, estos organismos multilaterales aprobaron préstamos que ascienden a 185.4 millones de dólares para atender la pandemia de la covid-19 en Nicaragua, con los cuales se planeó comprar vacunas, modernizar salas de urgencia, hospitalización y unidades de cuidados intensivos para aumentar la capacidad de atención de pacientes con coronavirus, adquisición de equipo médicos y de medicamentos.
Hasta septiembre de 2021, Nicaragua disponía de 5014.7 millones de córdobas destinados a la pandemia de la covid-19, pero a pesar de la urgencia de vacunas y de atención ante la ola de covid-19, solo el 20.5% de se ejecutó, reveló el informe de ejecución presupuestaria publicado por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público.
Se desconoce por qué el Estado ha ejecutado únicamente una quinta parte del monto destinado a la atención de la pandemia, principalmente porque Nicaragua fue el país de Centroamérica con más rezago en el acceso a vacunas e incluso, durante los primeros ocho meses de este año, dependió casi en su totalidad de las donaciones de vacunas.
Asimismo, se conoció que el Gobierno de Daniel Ortega ejecutó el 50% del préstamo de 185.32 millones de dólares (C$6549.7 millones) que adquirió con el Fondo Monetario Internacional (FMI), destinado a atender la pandemia de covid-19, para pagar deudas de la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados Sanitarios (ENACAL) y también del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), confirma el informe de ejecución presupuestaria de 2020, publicado por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público (MHCP).
Para acceder a los fondos destinados a la pandemia, el Gobierno de Daniel Ortega aceptó una serie de compromisos con los organismos multilaterales como el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en estos acuerdos accedió a transparentar: el número de contagios, fallecidos, las pruebas de covid-19 procesadas, la cantidad de estas que dieron negativas y positivas, los “contratos covid”, entre otros.
Desde que los acuerdos fueron firmados, durante el 2020, el régimen ha ido liberando cierta información sobre esto. Lo primero que se liberó fueron algunas de las compras realizadas para atender la pandemia, pero estas no incluyen todas las adquisiciones y no están actualizadas en tiempo real. Recientemente, el Minsa también publicó algunos de los boletines epidemiológicos donde incluyó información sobre el número de pruebas realizadas.