23 de diciembre 2021
La decisión estadounidense de oponerse a la aprobación de nuevos préstamos para Nicaragua -y otros países- envía un mensaje directo al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, recordándoles que la Administración Biden está pendiente de ellos, y seguirá presionándolos en tanto no respeten los derechos humanos y políticos de los nicaragüenses.
Este martes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dirigió un memorando a su secretario de Estado, Antony Blinken, dándole instrucciones para que los representantes de ese país ante diversas instancias multilaterales, voten en contra de cualquier préstamo nuevo para Nicaragua, excepto los que se consideren ayuda humanitaria o que estén relacionados con el comercio.
Aunque esto solo rige -por ahora- para el año fiscal 2022, y se justifica porque Estados Unidos considera que el régimen Ortega - Murillo no hace lo suficiente para combatir la trata de personas, tres fuentes consultadas por CONFIDENCIAL, señalan que hay mucho más detrás de la decisión anunciada por la Casa Blanca.
“El mensaje es que no van a soltar la presión”, opina el economista Roberto McLean. “Cuando (Joe) Biden habla de Nicaragua, Venezuela y Cuba, (y lo hace casi en los mismos términos en que lo hacía Donald Trump), mantiene el discurso de las presiones, y de insistir con los esfuerzos diplomáticos para bloquear las estrategias del Gobierno de Nicaragua”, añade.
Lo que están diciendo es “Nicaragua sigue en el radar. No nos olvidamos de Nicaragua. La tenemos presente”, dijo un economista experto en comercio internacional que accedió a dar su punto de vista, a condición de mantener su nombre en el anonimato. “Esto de la trata de personas no tiene que ver con vos, pero estás en la mira”, insistió.
Sustenta esa aseveración con la opinión de que al imponer sanciones por el tema de trata de personas “meten a Nicaragua en un grupo de países donde nunca ha estado, a la vez que no incluyen a México, porque es un aliado suyo”.
El anuncio estadounidense “aumenta el distanciamiento de nuestro país con Occidente”, opina el exdiputado Agustín Jarquín, hecho que se profundiza más, después que el Gobierno cortó relaciones con Taiwán, pretendiendo suplantar la cooperación de Estados Unidos y las naciones europeas, con la que espera obtener con China y Rusia, amplió.
El peso del voto estadounidense y europeo
El economista McLean se centra en las posibles repercusiones económicas de esa decisión, al señalar que “lo más importante aquí es el voto estadounidense en las instituciones financieras multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pero no con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE)”.
Él observa que en el caso de los tres primeros, Estados Unidos tiene una cuota en esos organismos, lo que le otorga “un gran peso”, en la toma de decisiones, así como la posibilidad de cabildear con otros socios, como los europeos, a los que define como “un solo núcleo que agrupa a muchos países, y puede impactar en las disposiciones de préstamos”.
En donde no percibe que vaya a haber mayor afectación es en el tema de las donaciones bilaterales, porque “la mayoría de lo que recibe Nicaragua en ese campo, es multilateral”, precisó.
Jarquín entiende que en términos de recursos -al no incluir lo humanitario y lo comercial- Estados Unidos se está reservando mantener influencia sobre los préstamos para infraestructura, desarrollo institucional, entre otros, que pueda solicitar Nicaragua.
Otras opciones estadounidenses, al amparo de la Magnitsky, la NICA Act y la Ley Renacer, son aplicar nuevas sanciones de tipo personal; no enviar a nadie a la toma de posesión; y averiguar cuáles de los allegados al régimen y miembros de la familia gobernante, tienen cuentas en Suiza y otros paraísos financieros, para bloquearlas, opina el experto en comercio internacional.
EU atacará con banqueros, no con marines
Volviendo al tema del mensaje, las fuentes descartan que Estados Unidos vaya a actuar por la fuerza. “Esta no es una manifestación del tipo ‘vamos con todo’. Vos no ves que estén enviando destroyers (destructores), portaaviones ni el Pájaro Negro”, añadió el experto.
Para McLean, el contenido de fondo del mensaje estadounidense “queda a interpretación”. Lo que sí le queda claro es que no se trata de una situación del tipo ‘todas las opciones están sobre la mesa’, “porque la política fuerte fue en la era de Ronald Reagan. De ahí en adelante, eso ya no fue lo mismo”, precisa.
Observa que “ahora, la diplomacia estadounidense se dedica a buscar votos, a negociar con los aliados para aplicar sanciones de forma paulatina. Podrían buscar cómo expulsarnos del FMI, lo que nos dejaría sin derecho a nada, pero se abstienen de hacerlo”, mientras se limitan a operar dentro de lo que le permite la globalización de la política.
Al insistir en que los créditos orientados a infraestructura son los que corren mayor riesgo de ser vetados, Jarquín explica que Estados Unidos tiene un estándar de cero tolerancia a la explotación laboral, infantil, etc., recordando que los tratados internacionales de libre comercio incorporan estos aspectos, y que en la actualidad existe la conciencia de no comprar productos, bienes o servicios elaborados con mano de obra que sea efecto de trata o de abuso.