5 de diciembre 2021
Un estudio que analiza la política migratoria y de integración de Costa Rica, publicado en noviembre pasado por el Instituto de Políticas Migratorias, cuestionó que los estudiantes, particularmente de Nicaragua, enfrentan barreras como la discriminación y el racismo en el sistema educativo de ese país.
Datos de 2018, citados en la investigación de la socióloga costarricense María Jesús Mora y el gerente senior de la iniciativa para América Latina del Instituto mencionado, Diego Chaves-González, muestran que el 9 % de los estudiantes en Costa Rica informaron sentirse rechazados en el aula, pero en el caso de los nicaragüenses el número subió hasta el 57 %.
El documento añade que los niños nicaragüenses tenían también en ese momento 3.5 veces más probabilidades de haber tenido pensamientos suicidas y 2.9 veces más probabilidades de repetir un año académico.
La población nicaragüense es el grupo migrante más numeroso radicado en ese país, llegando a sumar al menos 367 000 residentes, entre temporales y permanentes, aunque Costa Rica ha sido siempre un país de acogida y recibe también migración de otras nacionalidades como colombianos, estadounidenses, salvadoreños, chinos, cubanos, venezolanos, entre otros.
Según Mora, la mayoría de los migrantes nicaragüenses laboran en sectores que históricamente han sido informales, como el sector doméstico y recolección de cosechas agrícolas.
Para ella, quien se desempeña como investigadora de América Latina y el Caribe también en el Instituto, a lo largo de su historia Costa Rica ha vuelto al nicaragüense ese “otro” que es objeto de “bromas degradantes”, lo que ha ocurrido a pesar de los esfuerzos realizados desde el Ejecutivo costarricense por promover la educación intercultural, la que forma parte del marco legal del país de acogida desde 2003.
“Ahí es donde debemos mejorar este tipo de comportamientos, pensamientos. Eso debe comenzar desde arriba, desde los funcionarios estatales que deben usar una retórica inclusiva; con los maestros, que deben denunciar estos comportamientos en las aulas; con las familias, que no deben enseñar esas formas de pensar y estos chistes que tienen repercusiones psicológicas en los estudiantes y niños nicaragüenses”, explicó la socióloga en entrevista con CONFIDENCIAL.
La “historia” proyectada sobre Nicaragua
Mora también se refirió al modo en que los nicaragüenses son proyectados en los libros de historia de su país. Eso está marcado por percepciones negativas a partir de ideas como que los nicaragüenses fueron aliados de William Walker, el estadounidense que se proclamó como presidente de Nicaragua y quemó Granada en el siglo XIX, lo que fue rechazado a nivel nacional y provocó una guerra para expulsarlo.
Recientemente, los nicaragüenses son proyectados como invasores, lo que provoca directamente que los costarricenses se formen una opinión negativa de sus vecinos también a partir de las actuaciones del presidente Daniel Ortega, o del fallecido comandante Edén Pastora que causó un conflicto entre los dos países vecinos cuando realizaba el dragado del fronterizo río San Juan.
Aunque desde la represión desatada por el régimen de Daniel Ortega en 2018, que causó 355 fallecidos y más de dos mil heridos según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), los nicaragüenses han vuelto a migrar en enormes cantidades a Costa Rica, en el pasado se han dado varios flujos, entre ellos también el de los años ochenta, cuando miles de ciudadanos huyeron para resguardar su seguridad en el contexto de la guerra civil.
Para Mora, lo que ocurre con los nicaragüenses en Costa Rica le recuerda otros patrones de exclusiones en otros países con otras poblaciones vecinas, y menciona el caso de los venezolanos en Colombia o los mexicanos en Estados Unidos. “Eso tiene que ver mucho con cómo Costa Rica percibe a los migrantes que están llegando a su país”, enfatizó.
El estudio también aborda las fallas estructurales de Costa Rica, que no ha actualizado, por ejemplo, su marco legal para acoger a los nuevos perfiles migratorios que existen en la actualidad. La experta considera que, entre los pasos que deberían realizarse, está la mejora de la comunicación entre instituciones para que exista una mejor respuesta a la realidad que afrontan como país.
Desde 2015, se ha visto la llegada a Costa Rica de migrantes que han manifestado distintas intenciones: desde solicitantes de refugio, inmigrantes estacionales, aquellos que quieren residir de manera permanente, aquellos que van de tránsito rumbo a Estados Unidos. Entre todos esos viajeros hay también variedad: mujeres, niños, poblaciones indígenas y afrodescendientes entre otras.
Pide más coordinación de instituciones
La socióloga explicó que muchos migrantes no reciben un servicio, porque a veces el funcionario que lo atiende no conoce la información o obedece a sus prejuicios. Si es el primer caso, podría mejorarse con una mejor comunicación desde las jerarquías institucionales hacia los funcionarios; y en el segundo, con una mejor capacitación.
Mora pone el ejemplo reciente de la coordinación que hubo entre el Ministerio de Agricultura, el Ministerio del Trabajo y el gremio cafetalero local, lo que permitió que los migrantes pudieran entrar en el contexto de la pandemia de manera ordenada, con un sistema “de trazabilidad”. “Lo mismo que un decreto de arraigo donde 20 mil solicitudes fueron emitidas y se han logrado regularizar el 50 por ciento”, detalló.
La investigadora se mostró preocupada por el área de registro y regularización, que es el primer paso para la inserción laboral y el derecho a la salud de los migrantes. Advirtió que resulta difícil para los migrantes regularizarse con las categorías migratorias disponibles, el gran número de requisitos y los altos costos.
“Por otro lado, a partir de 2018 han llegado muchos jóvenes profesionales de Nicaragua; mucho personal médico que no han podido convalidar sus títulos ni ejercer su profesión y están laborando en sectores donde no tienen experiencia laboral y en el sector informal, (lo) que tiene repercusiones para todas estas garantías sociales. También Costa Rica está perdiendo una oportunidad de aprovechar este capital humano que está llegando al país”, adujo.