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Crónica de un fraude electoral masivo (y premeditado) el 7 de noviembre

En la cantidad de votos reportada a favor de Ortega, el fraude del CSE le agregó cerca de un millón extra de votos

Daniel Ortega y Rosario Murillo votaron en un centro habilitado en la Universidad Central de Nicaragua (UCN), en Managua. Foto: Tomada de El 19 Digital

Manuel Orozco

9 de noviembre 2021

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El 7 de noviembre concluyó un plan premeditado del Gobierno de Daniel Ortega para consumar su reelección haciendo uso de la criminalización de la democracia, por un lado, eliminando ilegítimamente a la oposición e intimidando a sus electores, y por otro lado, ejecutando un masivo fraude electoral.

El fraude electoral es un proceso que consiste en alterar los resultados de una elección a favor de quien realiza la adulteración. Esta acción ocurre en varias etapas y formas.  En muchos casos se da antes, durante y después del proceso de votación.

El Frente Sandinista ejecutó su fraude de manera descarada, primero, adulterando los registros, segundo, intimidando y forzando el voto, y tercero, ocultando la abstención, la que convirtió en votos para Daniel Ortega.

Antes de las elecciones

Para poner las cartas de la victoria electoral de Ortega sobre la mesa, el CSE procedió a aumentar el registro del número de personas elegibles a votar. Típicamente, un país no logra registrar al 100% de su población elegible para votar (en Nicaragua toda persona mayor de 16 años puede votar) por diferentes motivos, uno de ellos es la defunción, carecer de documentos de identificación, desinterés, entre otros más, incluyendo la intención del Estado mismo en no registrar a una persona. Además de una total ausencia de transparencia y rendimiento de cuentas, el CSE, en las últimas dos elecciones, nacionales (2016) y municipales (2017), ha registrado entre 80 y 90% de quienes son elegibles de votar. Sin embargo, para 2021 alega que registró al 97% de la población elegible de votar, cerca de 4.5 millones de nicaragüenses (en otros medios al reportar 4.7 millones, estaría registrando al 115% de los elegibles).


Este registro refleja un aumento de 600 000 personas elegibles para votar en cuatro años (2017-2021), presentando una tasa de crecimiento anual del 3.5% aunque el crecimiento anual natural de la población mayor de 16 años fue de 1.3%.  Esta diferencia en el crecimiento en los números refleja una inflación artificial.

Cabe recalcar que la popularidad y el apoyo a Daniel Ortega ya había decaído de forma abismal. Las encuestas de CID-Gallup y Borge y Asociados mostraban una caída gradual de la preferencia de Daniel Ortega (menos de 500 000 electores para este año). Sin embargo, la empresa consultora amiga del Gobierno M&R, estaba reportando popularidad del 68%.

FUENTE: Encuestas de Borge y Asociados (2014, 2019, 2020); IAD 4/2021; CID Gallup 10/2021

 

Durante la elección

Los informes de Urnas Abiertas, e incluso de los acompañantes electorales pro-Gobierno, confirmaron la ausencia de una presencia continua y masiva de votantes durante el día de votación en las Juntas Receptoras de Votos. La información accesible y visible para la población se refuerza con los reportes de empleados públicos forzados, otros amedrentados de retaliación por no ir a votar, en medio de un silencio generalizado, a excepción del bullicio propiciado por los seguidores del Gobierno.

Después del voto

El CSE publica su primer reporte ocho horas después del cierre de las JRV, cerca de las 2:15 de la madrugada del lunes 8 de noviembre, otorgando al FSLN una victoria de más del 74%, y confirmando con su segundo reporte de una victoria del 75% para Daniel Ortega.

Cabe recalcar que dos indicadores de las elecciones democráticas típicamente muestran competitividad reflejada en una diferencia mínima entre los dos contendores (generalmente menor del 7% de distancia entre los dos principales candidatos), y victorias que raramente superan el 60% del voto.

Los reportes preliminares del CSE muestran evidencia adicional de fraude.

Primero, el reporte de Unas Abiertas contrasta con el del CSE en relación con el tamaño de la abstención. El primero dice que participó el 19.5% (828 492) y el CSE que participó el 64% (2 860 559).  La diferencia entre ambas cifras sobrepasa los dos millones.

Tomando en cuenta los datos oficiales, en un país golpeado por tres diferentes crisis (económica, pandemia y política), la victoria de Ortega con dos millones de votos implicaría que acumuló más de 300 000 votos cinco años después de la última elección.

Mientras las encuestas demostraban el descontento sobre el Gobierno, indicando que es mal Gobierno, descontento sobre los encarcelamientos de los líderes opositores, sobre el mal manejo de la pandemia, la popularidad de Ortega no había subido sino decaído dramáticamente. Este contraste también es constatable con Urnas Abiertas y observaciones generales de la población.

Segundo, es importante recalcar que el interés por los otros partidos colaboracionistas del ya viciado proceso electoral carecía de popularidad, inclusive el PLC, que durante este período no ha recibido más del 5% de popularidad en encuestas en 2020 y 2021.

Todo esto indica que el CSE ocultó la verdadera cantidad de votos nulos y la abstención para adulterar el voto a favor de Daniel Ortega.

Tercero, la cantidad de votos reportada a favor de Ortega se ubica fuera de las encuestas nacionales (que oscilaban entre 500 000 y no suman más de 1.2 millones), y el sentimiento popular. El CSE le agregó a Daniel Ortega cerca de tres cuartos de un millón extra de votos que se obtienen de la abstención y posiblemente el voto nulo.

Usando los datos de la abstención de Urnas Abiertas y produciendo una mediana con el dato de CSE y Urnas Abiertas, se demuestra que el voto a favor de Ortega no supera 1.4 millones, cantidad similar a la elección municipal de 2017 y menor a la elección presidencial de 2016.

Pero ese fue realmente su techo electoral.

La segunda etapa del fraude no solo consiste en adulterar la abstención en al menos un millón de votos, sino en destinar la totalidad aritmética de esta a Daniel Ortega.

El espíritu democrático nicaragüense prevaleció toda vez que la población se quedó en casa. Los nicaragüenses han votado con sus pies, con más de 100 000 personas que han salido del país (más de tres cuartos de éstos mayores de 16 años), y la mayoría con su convicción de no hacerle el juego al régimen.

El pronunciamiento de la comunidad internacional es un respaldo al sentimiento democrático de los nicaragüenses y su derecho a una elección justa y libre, la cual no fue así este noviembre 7 de 2021.

 

Fuente: datos sobre elecciones reportados en:  https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Nicaragua_de_2006

https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Nicaragua_de_2011

https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Nicaragua_de_2016

https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Nicaragua_de_2021

Urnas  Abiertas tweet; https://www.facebook.com/csenicaragua


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Manuel Orozco

Manuel Orozco

Politólogo nicaragüense. Director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano. Tiene una maestría en Administración Pública y Estudios Latinoamericanos, y es licenciado en Relaciones Internacionales. También, es miembro principal del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, presidente de Centroamérica y el Caribe en el Instituto del Servicio Exterior de EE. UU. e investigador principal del Instituto para el Estudio de la Migración Internacional en la Universidad de Georgetown.

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