9 de noviembre 2021
La comunidad internacional debe actuar con premura ante la farsa electoral consumada en Nicaragua este siete de noviembre, o corre el riesgo de que otros dictadores -o aprendices de dictadores- decidan emular a Daniel Ortega, al comprobar que se le permitió subvertir el orden constitucional y pervertir la democracia en el país, sin apenas tener que enfrentar consecuencias.
Actuando igual que en las elecciones generales de 2011 y 2016, la ciudadanía nicaragüense decidió no participar de un proceso electoral diseñado para tratar de legitimar la decisión de otorgar un nuevo periodo presidencial a Daniel Ortega, que llegó al poder en enero de 2007, luego de ser nombrado vencedor en primera vuelta de unos comicios en los que solo obtuvo el 38% de los votos.
“América Latina no puede seguir jugando con los conceptos de izquierda y derecha”, dijo el politólogo Daniel Zovatto, director regional de IDEA Internacional para América Latina, y poseedor de una amplia experiencia en procesos electorales.
“Esto no tiene nada que ver con izquierda o derecha, ni con injerencia en asuntos internos: o dejamos que se consolide una dictadura familiar, o la enfrentamos con todos los recursos y todas las medidas, para demostrarle que no hay carta de impunidad en la región”, advirtió.
Zovatto hizo notar que “lo que hagamos en Nicaragua puede constituirse en luces rojas, (por sus efectos negativos), o en luces verdes, para que otros se animen y digan ‘si Ortega puede hacer lo que quiera y actuar como un sultán dentro de su país, yo también voy a hacer lo mismo’. Este es el mensaje que esto manda a Venezuela, El Salvador, y otros países”, señaló.
Aprendiendo del peor
Si bien hasta ahora, el acompañamiento de la comunidad internacional ha rendido pocos frutos, Jennie Lincoln, directora para América Latina del Centro Carter, opina que la dictadura cruzó una línea, y que eso se verá reflejado en las reacciones de países y organizaciones multilaterales.
“Nicaragua vivió un momento histórico este siete de noviembre”, dijo vaticinando que a partir del ocho de noviembre, se haría sentir “la reacción de todo el mundo, ante estas elecciones que no son creíbles ni inclusivas”.
Desde su vasta experiencia como observadora electoral, Lincoln asevera que “no hay otro ejemplo en la historia: ni Pinochet, ni Noriega... ninguno de ellos puso sistemáticamente a sus opositores en la cárcel. Ni en Venezuela. Lo que pasó en Nicaragua puede servir de inspiración a los dictadores -o los dictadores electos que quieren ser dictadores- para sacar lecciones aprendidas del caso Nicaragua. Es muy preocupante”.
Zovatto confirmó las apreciaciones de Lincoln, al expresar que la conclusión de la pantomima, como le llamó el presidente estadounidense, Joe Biden, es algo que no solo importa a Nicaragua, sino a toda la región.
“Desde el inicio de la tercera ola democrática, en 1978, no habíamos tenido una elección como esta. Y no solo una elección: la construcción de una dictadura durante 14 años, a plena luz del día, con la connivencia de actores nacionales e internacionales, o al menos con la desidia e incapacidad internacional, de ponerle un freno, pese a 328 jóvenes asesinados, cuyos crímenes de lesa humanidad siguen impunes, como lo acaba de confirmar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”, reflexionó.
Presión externa e interna contra Daniel Ortega
Zovatto y Lincoln abogan por una actividad internacional coordinada, que apunte a presionar a Daniel Ortega -incluyendo la aplicación de sanciones específicas contra él, su familia, y quienes sustentan a su régimen- para obligarlo a volver a una mesa de negociación.
“La única opción que queda es presionarlo fuertemente, interna e internacionalmente, para obligarlo a sentarse a una mesa, y aumentar el costo de su permanencia. De lo contrario, vamos a quedar como en Cuba, con sesenta años, o en Venezuela, con 20 años”, advirtió pidiendo recordar que “estamos enfrentando un nuevo tipo de autoritarismo”.
El experto en temas electorales dijo que “ojalá Biden firme rápidamente el acta Renacer, porque ahí hay una buena cantidad de medidas para ir imponiendo. Hay que arrinconar” a Ortega para obligarlo a negociar, pero va a depender muchísimo de la capacidad que tenga la comunidad internacional.
“Tengamos en cuenta que nunca vamos a derrotar a una dictadura, únicamente desde la comunidad internacional. Esto requiere también que desde lo nacional, se logren limar las diferencias, y se articule un frente común multisectorial para enfrentar a esta dictadura, en colaboración con la comunidad internacional”, recomendó.
Sin negar la importancia que tienen las salidas negociadas, Lincoln confesó que no tiene mucha confianza en una propuesta de negociaciones. “No porque no sea una buena idea, sino porque después de hoy, ¿qué razón tendría Ortega para volver a la mesa de negociaciones? Creo que eso va a pasar hasta que él sienta una presión que venga de dentro, y de fuera, y eso no va a pasar en poco tiempo”, vaticinó.
Es hora de su liberación
Sin olvidar que Ortega “tiene una historia de incumplir las negociaciones”, Lincoln dice que “hay que comenzar insistiendo en la liberación de los presos políticos”, argumentando que no hay excusas para que sigan detenidos, “porque ya no son candidatos en una elección”.
Zovatto advierte que “la libertad de los presos políticos no puede ser utilizada como una moneda de cambio, o como parte de una negociación en la cual el régimen quiera entregar ciertos presos políticos, para obtener concesiones. Eso es requisito sine qua non para comenzar cualquier negociación”, reiteró.
Ese proceso debe “crear las condiciones para repetir estas elecciones fraudulentas, e ir a un proceso totalmente legítimo. Si Ortega se niega, no hay que darle un plazo demasiado largo, o si vemos que comienza a querer manipular el proceso, como lo hizo en el pasado reciente, hay que escalar el tema de las sanciones”, propuso.
Después de la cascada de desconocimiento internacional del proceso que culminó este siete de noviembre, los expertos esperan que hable América Latina: tanto las naciones, como la Organización de Estados Americanos que se reúne de forma virtual en Guatemala a partir de este miércoles 10 de noviembre, sin desestimar lo que puedan hacer la Unión Europea, las Naciones Unidas, y hasta el papa Francisco.
“América Latina tiene que hablar de manera clara, y no hay excusas. En Guatemala, hay una oportunidad histórica, para que la región y el sistema interamericano estén a la altura del desafío, apliquen el artículo 21 de la Carta Democrática Interamericana y suspendan al régimen dictatorial Ortega Murillo, como paso inicial, no como paso final, porque eso es solo el inicio”, sentenció.