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No es sandinismo, es sadismo

El Chipote es la caja negra de la crueldad, que por efectos de la ocultación, paradójicamente, se ha convertido en la mayor vitrina del sadismo

Silvio Prado

28 de octubre 2021

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El Estado Islámico no dice: “es la guerra,

tenemos el triste deber de cometer

atrocidades para el bien triunfe”.

No; reivindica el sadismo.


Para convertir, cuenta con el sadismo,

con su exhibición, la autorización de ser sádico.

Emmanuel Carrère

 

La mascarada que se escenificará el 7 de noviembre no tendrá ninguna significación para el futuro de Nicaragua. No implicará cambio ni estabilidad. La autocoronación del dictador, aparte de más de lo mismo, estará signada por la inminencia de una nueva crisis. Mucha de su precariedad se deberá a la crueldad en contra de los potenciales opositores en cualquiera de las modalidades. Será una cosecha lógica de sus políticas de la violencia sin discurso y del discurso de la violencia, del ensañamiento como política oficial; del sadismo que ha desplazado al viejo pensamiento sandinista.

Hay dos imágenes que reflejan este desplazamiento de la narrativa por ganarse el corazón del pueblo con la iconografía. En la primera un grupo guerrillero posa en la montaña a cara descubierta; en la segunda posan los paramilitares en una plazoleta de Masaya con camisetas azules y la cara tapada por pasamontañas. La primera era la que ofrecía patria libre o morir, que los guerrilleros firmaban en sus comunicaciones con el acrónimo de PLOM; en la segunda ofrecen PLOMO, la balas de la muerte. Es decir, han mutilado la promesa de la libertad y se han quedado con la muerte causando el mayor daño y el mayor dolor posible. Ofrecen la violencia sádica.

Apunta el periodista y escritor Emmanuel Carrèrre en sus crónicas desde el viejo Palacio de Justicia en París donde se juzga a los terroristas del 13 de noviembre de 2015, que “la propaganda nazi no mostraba Auschwitz, la estalinista no mostraba el Gulag, la de los jemeres rojos no mostraba el centro de tortura S.21. La propaganda normalmente oculta el horror; aquí (el ISIS) lo exhibe”. Traducido a Nicaragua se puede afirmar que la propaganda del orteguismo lincha a quienes consideran sus enemigos, los tirotea a mansalva con francotiradores, los apresan en condiciones infrahumanas y los torturan a todas horas. Primero autorizan los comportamientos sádicos de sus agentes y luego se jactan en El Chipote de las mayores cuotas posibles, pero no para convencer a nadie sino para aterrorizar, para sojuzgar a posibles rebeldes.

El Chipote es la caja negra de la crueldad, que por efectos de la ocultación, paradójicamente, se ha convertido en la mayor vitrina del sadismo. Las últimas detenciones ilegales de los opositores políticos han retratado la brutalidad sin límites de la dictadura, con el único propósito de la venganza en contra de las personas que enfrentaron abiertamente al caudillo o que osaron disputar el poder en elecciones abiertas y competitivas.

¿Cómo llamar, si no sadismo, a la política puesta en marcha por la dictadura para encerrar por más de 150 días sin pruebas de ningún tipo, a personas que a todas luces no están implicadas en ninguno de los delitos que la propaganda oficial ha inventado?. Es sadismo mantenerlas aisladas en condiciones solo comparables con los campos nazi de exterminio; es sadismo matarlas de hambre para provocar un desplome orgánico; y es sadismo torturarlas dejando las luces encendidas para que no duerman, o confinarlas en celdas oscuras hasta provocarles ceguera; también es sadismo no darles ni un trozo de tela para cubrirse en las noches, impedir que se comuniquen entre sí, e interrogarlas a cualquier hora para quebrarles la moral. ¿Por qué siguen interrogándolas después de casi cinco meses en su poder si no es por sadismo? ¿Qué pruebas esperan obtener que no hayan podido lograr ya a estas alturas?

Pero también es sadismo en contra de los familiares que no pueden verles ni llevarles ni pedazo de tortilla o peor aún, que en los escasos minutos que han podido verles en todo este tiempo han comprobado el deterioro físico en que se encuentran sin poder recurrir a ninguna institución del Estado que los ampare. Hay que decirlo alto y claro: es un sadismo del sistema en contra de ciudadanos inocentes. ¿Por qué, si no es por sadismo institucional y cálculo político, no permiten que se vea a luz pública a las presas y presos políticos? Esta es la razón para realizar juicios sumarios en secreto y dentro de las propias mazmorras de la dictadura. No quieren que se conozca el resultado de las prácticas sádicas. ¿Cuánto tiempo estuvo aislado y siendo torturado Tomás Borge? Pues bien, sin ser parte de un movimiento armado ni haber asesinado a nadie, estas personas  en conjunto llevan más tiempo aisladas y sometidas a torturas bajo el más absoluto desamparo. Cualquier terrorista de los que está siendo juzgado en París tiene más derechos que los rehenes del orteguismo.

Un eslabón clave de esta brutalidad son los torturadores, a quienes el régimen ha dado carta blanca para perpetrar cualquier atrocidad con la que quieran congraciarse con sus amos. Estos burócratas del terror, son los mensajeros escrupulosos de la nueva narrativa con que la dictadura quiere someter todo atisbo de protesta social. En sus manos hay que abandonar cualquier esperanza porque de El Chipote, como de todo agujero negro no escapa ni la luz. Al igual que otras dictaduras latinoamericanas que tuvieron Manuel Contreras y Alfredo Astiz, Nicaragua tiene a Luis Alberto Pérez Olivas, amo y señor de El Chipote y brazo ejecutor de las órdenes de El Carmen.

Al contrario de los sandinistas que proclamaban vivir como los santos, no hay épica ni mística en el oficio de estos personajes oscuros, solo dedicación fanática para desgarrar cuerpos y voluntades de sus víctimas. Como denunciaba Galeano en 1983:

“¿Quiénes torturan? ¿Cinco sádicos, diez tarados, quince casos clínicos? Torturan los buenos padres de familia. Los oficiales cumplen su horario y después ven televisión junto a sus hijos. Lo que es eficaz es bueno, enseña la máquina. La tortura es eficaz: arranca información, rompe conciencias, difunde el miedo. Nace y se desarrolla una complicidad de misa negra”

No por mucho que la dictadura lo intente disfrazar en su campaña electoral, no es la disyuntiva entre “sandinismo sí o sandinismo no” lo que se dirime el 7 de noviembre, es entre sadismo y empatía, entre la doctrina del exterminio y la derecho irrenunciable a la vida, entre el placer por la crueldad y la vocación humanista. Pero aún con toda su barbarie el sadismo tiene poco recorrido. El pasillo a los tribunales, como se ha visto en otros países, termina siendo corto. La justicia al final se impone siempre al sadismo.


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Silvio Prado

Silvio Prado

Politólogo y sociólogo nicaragüense, viviendo en España. Es municipalista e investigador en temas relacionados con participación ciudadana y sociedad civil.

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