21 de octubre 2021
La resolución aprobada este miércoles en una sesión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), revela un amplio consenso en los países latinoamericanos sobre la gravedad humanitaria de la crisis sociopolítica de Nicaragua, sus implicancias geopolíticas y migratorias para la región, y abre las puertas para un eventual desconocimiento de las elecciones del próximo 7 de noviembre, de acuerdo a Eduardo Stein, exvicepresidente de Guatemala (2004 y 2008) y exministro de Relaciones Exteriores.
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En una entrevista en el programa Esta Noche, Stein explicó los complejos escenarios diplomáticos con los que lidiará el régimen orteguista, que, en el caso de la OEA, tendrá su culminación en la Asamblea General de cancilleres del organismo regional, prevista para el próximo 10 de noviembre, tres días después de las votaciones que el orteguismo prepara junto a cinco partidos políticos colaboracionistas.
La resolución fue aprobada con 26 votos a favor, ninguno en contra, un país ausente (Nicaragua) y siete abstenciones (Barbados, México, Argentina, San Vicente y las Granadinas, Bolivia, Guatemala y Honduras). Para el exvicepresidente guatemalteco, que no hubiese votos en contra manda un mensaje claro: el orteguismo tiene que “replantear el proceso electoral con todas las libertades vigentes”. Además, “es una alerta sobre la invalidez de estos comicios”.
¿Cuál fue la finalidad de esta resolución del Consejo Permanente de la OEA previa a la votación del 7 de noviembre en Nicaragua y también para la Asamblea General que se celebra a partir del 10 de noviembre?
En la perspectiva de las próximas elecciones (nicaragüenses) hubo una alarma general en la región, comenzando por Centroamérica, ya que lo que pase en cada uno de nuestros países, afecta a todas las vecindades. Estamos muy interconectados y somos muy interdependientes. Se veía con claridad una ruta de irrespeto a los derechos ciudadanos, a los derechos humanos básicos, a los derechos políticos para una libre competencia electoral, cuando se empezó a meter a la cárcel de forma tan arbitraria a potenciales candidatas y candidatos y a otras personas representando visiones diversas o abiertamente opuestas al régimen de Daniel Ortega.
Durante muchas semanas se trabajó con figuras y personalidades, no solo de los países centroamericanos, sino también de otros países, para ver si era posible que en el seno de la Organización de Estados Americanos, los países se pusieran de acuerdo, no solo en alertar sobre la gravedad de los atropellos político y diplomáticos que esto representaba, también por supuesto con los atropellos a los derechos políticos.
Esta decisión del Consejo Permanente (de la OEA) va al corazón de estas violaciones, al reclamar la libertad inmediata de candidatos y personas de oposición, por una interpretación muy antojadiza de leyes por la propia administración del presidente (Daniel) Ortega. Entonces, para la región, para los centroamericanos, en particular, es una bocanada de aire fresco, si se quiere interpretar de esa manera. De forma abrumadora, los Estados miembros participantes en el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos aprobaron esta resolución, ya con las elecciones generales casi encima, alertando sobre la invalidez de estos comicios.
En esa resolución también se pide que haya una observación por parte de la OEA y entes internacionales creíbles. ¿Por qué cree usted que se contempla esa observación, si de todas maneras se sabe que es una votación en la cual hay un estado policial de facto en el país, el Consejo Supremo Electoral está en control absoluto del presidente Daniel Ortega y hay aspirantes presidenciales detenidos?
Lo que quisiera insistir es que no hubo ni una sola representación en contra, que hubo nada más una ausencia que fue la de Nicaragua. Pero nos inquietan las abstenciones de Honduras y de Guatemala. También es importante ligar esta especie de petición, requisito o exigencia de los Estados miembros del Consejo Permanente de la OEA a que se replantee el proceso electoral con todas las libertades vigentes; es decir, liberados las candidatas y candidatos, liberados los presos y presas políticas, y que en efecto pueda llevarse a cabo un proceso electoral distinto. Esto lo que quiere decir, en un buen lenguaje político- diplomático, es: organice las elecciones de otra manera, de acuerdo a lo que son las convenciones internacionales y organizadas, sin mencionar específicamente que habría que replantearse los procedimientos y posponer la fecha de la elección. Entonces, si cabe el pedir que tengan una observación electoral internacional que sea reconocida igualmente a nivel internacional como una observación independiente, así es como leo esta resolución.
Hubo una mayoría de 26 votos a favor de la resolución. ¿Considera usted que esta resolución y esta votación fue un sondeo de los votos de los países para una eventual votación sobre una posible suspensión de Nicaragua de la Carta Interamericana?
Esto es digamos una opción perfectamente posible en un relativo corto plazo. Creo que esta decisión conjunta es una campanada muy importante para toda la región, a partir de los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos; pero también una llamada de atención al régimen de Ortega que tiene validez internacional, pero comenzando por donde debería haber comenzado desde hace meses, que es en nuestro hemisferio. Creo que costó llegar si se quiere hasta acá; tal vez, porque algunas de las representaciones en OEA no estaban tan claras del tipo de consecuencias que podía tener uno u otro de los caminos posibles. El camino correcto permite además una salida operativamente viable, que por supuesto obliga a que el régimen del presidente Ortega retroceda y corrija lo que se ha producido en estos indefendibles e impresentables atropellos a las libertades políticas.
En el caso de Guatemala llama la atención que el presidente Alejandro Giammattei estuvo en Costa Rica un junio pasado durante un encuentro del SICA y ahí manifestó públicamente que él le recomendaba a Daniel Ortega liberar a los presos políticos, incluyendo a los precandidatos presidenciales. ¿Por qué este cambio y por qué abstenerse de votar y justamente en una resolución que menciona lo mismo que él dijo?
No sé realmente qué estamos viendo del presidente Giammattei, como no sean algunos acuerdos secretos que desconocemos. Podemos por supuesto especular. Una de las especulaciones que he podido compartir con gente interesada en los temas regionales, es que quizás tanto la Presidencia hondureña como la Presidencia guatemalteca han llegado a algunos arreglos en la perspectiva de temer que la región también pueda organizarse para examinar situaciones internas, tanto en Guatemala como en Honduras, que están desarrollándose y que desatan una serie de preocupaciones también en virtud de lo que aparentan ser amenazas a las libertades democráticas en ambos países.
No hubo votos en contra en esta resolución. ¿Podemos decir entonces que existe un consenso sobre lo que está sucediendo en Nicaragua, que hay una crisis y que hay que resolverla, hay consenso en el hemisferio?
Diría que es lo más cercano a un consenso en la historia de los temas críticos que se tratan en la Organización de Estados Americanos. Si es muy ilustrativo y, como dije al principio, es una bocanada de aire fresco para la región, que haya ese nivel tan elevado de acuerdo para señalar los temas más graves de esa crisis, que nos afecta todos, y señalar también temas muy concretos, que deberían modificarse y atenderse para ir resolviendo.
Vemos incluso los casos particulares de México y Argentina que han sido cercanos al Gobierno de Ortega. Argentina incluso en algún momento habló de un rol de mediador, pero vemos que ahora ambos se abstienen. ¿Habría alguna posibilidad de que en algún momento puedan tener alguna especie de liderazgo en la búsqueda de una solución?
Es posible, si vemos algunos elementos recientes de parte de México, que prohijaron la posibilidad de pláticas entre el Gobierno venezolano de Maduro y la oposición venezolana, la mayoría en la diáspora. Vemos a un México que estaría, no quiero ser irrespetuoso, pero tratando de recuperar la prestancia político diplomática que alguna vez los ministerios de relaciones exteriores de México ejercieron para beneficio de toda la región.
En ese sentido, ¿qué podemos esperar entonces el 10 de noviembre, cuando inicia la Cumbre de la OEA?
En la expresión de gente muy versada en asuntos interamericanos y gente que ha conocido y seguido muy de cerca la crisis nicaragüense, una de las preguntas fundamentales es si la región va a reconocer los resultados de una elección que no va a ser ni libre ni justa ni representativa, sino que es una elección amañada, cuyos resultados se pueden anticipar porque las únicas fuerzas que están compitiendo son las que el régimen considera aliadas o, por lo menos, no riesgosas. Entonces, ¿aceptará el hemisferio el resultado de esa elección? y si no lo acepta, ¿en qué papel queda Nicaragua con ese nivel de aislamiento internacional? Esa sería una de las preguntas que esperamos se pueda trabajar y responder a tiempo.
Ojalá, para que se modifiquen las condiciones y la fecha de la elección y se recuperen los espacios democráticos a los que la población nicaragüense tiene derecho. Pero todo parece indicar que el régimen de Ortega va a proseguir en llevar a cabo una elección a todas luces amañadas. Entonces, ¿Cuál es el camino que los países miembros de la OEA van a tomar después de este resultado? Ese sería como la pregunta fundamental y lo ideal es que llevaran ya a esa Cumbre algunos pasos dados de antemano que pudieran facilitar la búsqueda de opciones y soluciones para la crisis nicaragüense.