18 de octubre 2021
El día que Lesbia Alfaro visitó a su hijo, el preso político Lesther Alemán, en la Dirección de Auxilio Judicial, conocida como "nuevo Chipote", quedó con una gran preocupación. Al joven de 23 años —quien lleva 104 días de encierro— se le adormecen las piernas, sufre mareos constantes, luce deshidratado, desnutrido y ha perdido 30 libras aproximadamente. Pero la mayor incertidumbre de ella es que su hijo está tomando pastillas sin saber para qué.
Aunque Alfaro reconoce que en la visita, el 13 de octubre pasado, encontró a su hijo "con un poco más de ánimo" con relación a la visita anterior, ocurrida el primero de septiembre, le inquieta saber que está siendo medicado sin explicación. "Yo desconozco que tratamiento le están aplicando", advierte, "a mí no me han presentado ninguna receta médica" enfatiza.
En la visita Alemán le contó a su madre que un médico de la cárcel lo valoró y le dijo: "vas a necesitar una pastilla que se llama bolaria" y no le brindó más explicación. Sin embargo, se trata de un fármaco recomendado para vértigo, por lo que su madre las ha estado llevando a la prisión.
Alemán también le comentó a Alfaro que en la cárcel "le dan otro tratamiento" para la debilidad en sus piernas, pero "yo lo desconozco y él me dijo que no sabe cómo se llama", comentó la mujer.
De acuerdo con Alfaro, antes que su hijo fuera encarcelado y convertido en preso político del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, gozaba de buena salud y solo experimentaba un problema de reflujo. Ahora, estima, "el encierro, la falta de acceso para caminar, la mala alimentación y la deshidratación" lo han desgastado físicamente.
Solo, sin libros, sábanas y alimentos
Alemán es uno de los presos políticos que permanecen aislados. Hace un mes lo cambiaron de celda y "ahora está solo", señala Alfaro. Todos los días es interrogado, "a veces (los interrogatorios) duran una hora o 40 minutos, pero es diario", enfatiza.
Desde que Alemán fue encarcelado, la noche del 05 de julio, la Policía solo les ha recibido a sus familiares "una toalla y su ropa interior", pero no admiten "ni sábanas, ni almohadas, ni un cobertor para la colchoneta, ni libros, nada de eso", comenta su madre.
Por otro lado, Alfaro recordó que en la cárcel donde está su hijo no reciben los alimentos que les llevan sus familiares y fue hasta hace dos semanas que admitieron una bebida hidratante. Esto a pesar que adentro los presos políticos están aguantando hambre.
"Yo lo que pido es que, si el Gobierno no tiene recursos del presupuesto (para la alimentación de los reos), entonces nos permitan pasarles nuestros alimentos, sus bebidas y las visitas con frecuencia, porque pueden estar privados de libertad, pero no hay porque privarles du sus alimentos y su familia", subrayó Alfaro.
Visitas a cuenta gotas
Alemán fue uno de los últimos presos políticos que el pasado 13 de octubre fueron visitados por sus familiares. La visita ocurrió entre las 3:30 p.m. y las 5:30 p.m., por lo que el joven le comentó a su madre que vio cuando sacaron al preso político Miguel Mora y que él pasó todo el día con la incertidumbre de si finalmente llegarían a visitarlo.
Las vistitas ocurrieron un mes y medio después que el régimen permitió la primera visita a los 37 presos políticos capturados en el contexto del proceso electoral en Nicaragua, en una jornada que duró del 11 al 13 de octubre, con visitas de hasta dos familiares por reo político.
Diariamente se realizaron unas diez visitas que tuvieron una duración de dos horas, que fue una hora y media más que lo facilitado durante las primeras reuniones a finales de agosto. Sin embargo, los familiares solicitan que les permitan llegar con mucha más frecuencia, con las visitas de una vez a la semana que establece la ley.