5 de octubre 2021
A mediados de agosto, la sala de respiratorio del Hospital San Juan de Dios de Estelí, en el norte de Nicaragua, comenzó a quedarse sin camas disponibles. Los pacientes poco a poco duplicaron, triplicaron y cuadruplicaron el número de ingresos diarios que se vio un mes atrás, y ocurrió en un par de semanas. La sala se amplió tanto que abarcó toda el área de Pediatría y las autoridades de este hospital también tuvieron que llevar más camas de otra unidad hospitalaria del departamento.
“Estamos rebasados”, dijo una fuente médica a CONFIDENCIAL, que entonces alertó sobre la segunda ola de contagios, hospitalizaciones y muertes que apenas ascendía en Nicaragua.
Un mes después, este nuevo brote ya supera el impacto de la primera ola de 2020, registrada entre mayo y julio de ese año, según confirman las estadísticas publicadas por el Ministerio de Salud (Minsa) y también el monitoreo independiente que realiza el Observatorio Ciudadano COVID-19.
Un análisis de los datos oficiales e independientes, realizado por CONFIDENCIAL, confirma que en las últimas nueve semanas los contagios y muertes por covid-19 han aumentado en Nicaragua. En este período, el Minsa admitió 4978 casos positivos y nueve fallecidos, mientras el Observatorio Ciudadano registró 9420 contagios y 1873 muertes sospechosas de covid-19.
Los reportes del Minsa y el Observatorio superan también, por separado, los récords semanales de contagios que se registraron durante la primera ola de 2020. Ese año, el máximo registrado por el Minsa fue de 480 casos en una semana, y el pasado 28 de septiembre la misma entidad reportó 718 contagios en siete días. Igualmente, el Observatorio informó un récord de 1057 contagios en una semana de 2020, y ahora ese pico fue de 1945 el pasado ocho de septiembre.
Muertes aumentan también
En los reportes, lo mismo ocurre con la cifra de muertes semanales. El Observatorio ha revelado un récord de 419 decesos semanales, que supera las 351 muertes reportadas en mayo de 2020; aunque el Minsa mantiene invariable el dato de una sola muerte por covid-19 cada semana.
Ante el rebrote, que pronto volvió a llenar las redes sociales de notas luctuosas y de personas buscando tanques de oxígeno, varios hospitales de referencia tuvieron que ampliar su capacidad hospitalaria. Uno de ellos fue el Alemán Nicaragüense que habilitó 500 camas para recibir a pacientes con covid-19, 200 camas más que en 2020.
Pacientes más complicados, y jóvenes
En 2020, el doctor “Lorenzo”, quien trabaja en un hospital del Seguro Social de Managua, atendió a sus primeros pacientes covid-19. En ese entonces poco se sabía de la enfermedad. Fueron jornadas extenuantes, afirma, pero no se comparan con las vividas en estas últimas semanas.
“El año pasado tuvimos casi 90 pacientes ingresados, pero no estaban como ahorita que dependen más de oxígeno o de intubación. Tampoco tenían una estancia hospitalaria tan prolongada. Ahora lo que estamos viendo es que son pacientes que llegan más complicados, se quedan más tiempo en el hospital, diez días o más, y son más jóvenes”, explica.
Si antes en el hospital había 90 pacientes internados, de esos, diez eran jóvenes; pero ahora la relación etaria se invirtió. En la última semana se han ocupado hasta 50 camas hospitalarias y de estas solo nueve son de pacientes mayores de 60 años.
La doctora “María”, quien trabaja en un hospital privado de Managua, coincide con el doctor “Lorenzo”. Explica que ahora hay más casos que durante la primera ola y muchos están ocurriendo en núcleos familiares enteros.
“Efectivamente hay muchos más casos que la primera ola; afección de personas más jóvenes, cuadro clínico más agresivo, complicaciones más tempranas. Todo esto se puede deber en gran parte a la introducción de la variante delta”, señala.
Según la doctora, el 90% de las hospitalizaciones que ha atendido en las últimas semanas son de personas que no estaban vacunadas. Los que ya estaban inmunizados tienen una progresión más favorable y casi nunca fallecen.
“Los síntomas han cambiado poco. Pero tal vez podría decir que ahora son más rápidos, hay progresión más agresiva en personas no vacunadas, nuevos datos de laboratorios, al menos más frecuente que en los primeros casos como plaquetas bajas, lo que lo confunde con dengue”, explica.
Otros médicos opinan que los cuadros sí han cambiado. Entre estos destacan una corta incubación del virus, y entre los síntomas que predominan son dolores de cabeza, fiebre, diarrea y dolores musculares. Además, señalan que la pérdida del gusto y del olfato, que el año pasado eran las primeras señales de covid-19, ahora son poco frecuentes y de corta duración.
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“Al hospital llegan hasta ocho pacientes por día. Hay muchos que llegan con síntomas moderados y graves, a esos los reenviamos al hospital departamental, porque allí es donde los conectan a los ventiladores. La pérdida del gusto y del olfato ya casi no se ve y lo nuevo de este año es que hay mucha gente joven, incluso niños que han llegado graves”, explica el doctor “Salvador”, quien trabaja en un hospital primario ubicado en el norte del país.
Letalidad incrementó, pero no en datos oficiales
El doctor “Esteban”, quien trabaja en Madriz, asegura que en este departamento ubicado en la zona fronteriza de Nicaragua con Honduras, “la pandemia está desbordada”. Cada día se ven entierros de personas “reconocidas en el pueblo”, y hay comunidades rurales completas con pobladores que tienen síntomas de covid-19.
La situación se repite en el ámbito nacional. Según fuentes médicas en el Hospital Alemán Nicaragüense, de Managua, cada día fallecen un mínimo de 20 personas. En Estelí calculan más de 280 muertos en el hospital departamental desde agosto; mientras en Granada más de 270. Sin embargo, en las estadísticas oficiales estos números no existen.
A pesar de que esta segunda ola ya supera en contagios a la primera, Nicaragua tiene el porcentaje de letalidad más bajo jamás reportado: 1.39% y la tasa de mortalidad más baja de la región centroamericana. Según los datos del Minsa, por cada 10 000 habitantes no fallece ni una persona. Mientras, en el resto de países la tasa va de 4 a 16; la más alta la tiene Panamá.
Las muertes en Nicaragua, al igual que en 2020, son ocultadas en la estadística oficial, al clasificarlas por otras causas, según comprueban varias actas de defunción a las que tuvo acceso CONFIDENCIAL a principios de septiembre pasado. Sin embargo, el porcentaje oculto es mayor que antes.
En las 13 semanas que duró la primera ola, el Minsa admitió 112 fallecidos, más de la mitad de los 204 reportados en 17 meses. Sin embargo, ahora sostiene que solo muere una persona cada semana. Un dato improbable estadísticamente, pues no coincide con el comportamiento de la pandemia, ni con el incremento de hospitalizaciones, ni con el testimonio de centenares de familiares de fallecidos en las últimas semanas.
Los sanitarios que aceptaron hablar con CONFIDENCIAL, bajo condición de anonimato —por temor a represalias de un Gobierno que califica de “terroristas” a los médicos y profesionales de la Salud que alertan sobre la pandemia— coinciden en que este incremento de casos, hospitalizaciones y muertes por covid-19 puede atribuirse a la circulación de las variantes del SAR-CoV-2, principalmente a la variante delta, que ya se reportó en todos los países de Centroamérica, a excepción de Nicaragua, que no revela avances en la búsqueda de variantes, pero tampoco niega su posible circulación.
“La letalidad se incrementó por la variante delta, la mortalidad llegó hasta en un 15% de los afectados. Cosa contraria al año pasado que osciló entre el 4% al 6%”, calcula el doctor “Santos”, quien trabaja en Jinotega.
El médico que ha atendido a pacientes con covid-19 de forma privada desde el año pasado, señala además que ahora el riesgo de lesiones pulmonares es mayor. “Los que se recuperan quedan con muchas secuelas, dolor en espalda, articulaciones y cansancio. El daño es mayor y en consecuencia la recuperación también”, dice.
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Los datos recogidos por el Observatorio Ciudadano respecto a las muertes son aún más alarmantes. De enero a septiembre de 2021, el monitoreo independiente ha identificado 2679 muertes, y de estas: 469 fueron en agosto y 1387 en septiembre.
Además, el 62.8% de las muertes sospechosas de covid-19, reportadas por el Observatorio Ciudadano durante septiembre, se registraron en cinco departamentos: Managua (340), Matagalpa (185), Estelí (123), León (115) y Madriz (108).
Sin embargo, los porcentajes más altos de letalidad (muertes en relación con el número de contagios), según estos datos, se reportan en la Costa Caribe Sur, Carazo, Boaco, Nueva Segovia y Estelí. De parte del Minsa, se desconoce el impacto por departamentos.
Más contagios si no hay cambios
Médicos independientes advierten que frenar la curva de contagios depende de que la población extreme las medidas de prevención y que las autoridades establezcan estrategias que incluyan el cese de aglomeraciones. De lo contrario, la curva seguirá creciendo junto con el número de fallecidos.
“Si el Gobierno para ya, y a partir del lunes dice: ‘no más aglomeración, debe haber distanciamiento físico, no hay más actividades masivas’. Si realmente se ponen en función de eso, te aseguro que en un mes nosotros miraremos un cambio radical; pero como no vemos que eso esté sucediendo, lo que te puedo decir es que estas cifras que ahorita estamos viendo muy alta, apenas están comenzando a subir”, señaló el epidemiólogo Leonel Argüello, en una entrevista con el programa Esta Semana.
El doctor Álvaro Ramírez, también epidemiólogo nicaragüense, proyecta un incremento de contagios a consecuencia de las aglomeraciones en las jornadas de vacunación, tal como ha ocurrido en los picos epidémicos previos.
“El impacto de estas aglomeraciones que estamos viendo ahora de las actividades patrias, la actividades de vacunación sin protección, lo vamos a ver en seis u ocho semanas, vamos a estar viendo un nuevo repunte de covid-19 porque la vacunación no va a parar la transmisión de covid-19. La vacunación previene las complicaciones, pero en vacunación masiva”, afirma.
De América, Nicaragua ocupa el segundo puesto, después de Haití, con el menor porcentaje de población completamente vacunada. Y en Centroamérica, es el país que menos vacunas ha recibido, con una suma de dos millones de dosis, de las que el 79% provienen de donaciones. Sin embargo, para ver un cambio significativo en las hospitalizaciones y las muertes se necesita un alto porcentaje de personas inmunizadas.