5 de octubre 2021
En el recién finado mes de septiembre, desde Shanghai, China, se informó que el supuesto canal interoceánico por nuestro país, según el tratado firmado en 2013 entre Daniel Ortega y Wang Jing, solo fue una cobertura para las estafas del millonario chino. Ahora Wang Jing está en quiebra, Nicaragua se quedó con una humillación más en su historia.
Mucho ha tenido que ver en ello la situación geográfica de nuestro país. Situado en el centro del continente americano, su Lago Cocibolca de más de ocho mil kilómetros cuadrados con el Río San Juan que desemboca en el mar Caribe y cercano al océano Pacífico por el istmo de Rivas, ha despertado ambiciones.
A los españoles del siglo XVI les despertó el sueño canalero interoceánico. Pero pasaron unos 300 años para que Estados Unidos pensara en realizar un canal interoceánico por Nicaragua.
En su relativa corta historia como república no tan independiente de doscientos años, Nicaragua no ha podido divorciarse de su condicionada relación con los Estados Unidos, también con una relativa corta historia imperial de –más o menos— 150 años.
II
El científico nicaragüense, doctor en ingeniería Pedro J.J. Álvarez Alvarado, registra 1867 como la fecha de cuando “…en la literatura fue Lous-Napoleón III…” quien mencionó por primera vez la idea del canal por nuestro país. Lo dice en el libro El Canal Interoceánico por Nicaragua, Aportes al debate (Academia de Ciencias de Nicaragua, segunda edición, 2015, página 37).
Y cuando en el año 1849 el diplomático estadounidense George Squier ingresó a nuestro país a investigar sobre la posibilidad de construir el canal, el primer jefe de Estado Norberto Ramírez, le mencionó que años antes ya se había firmado un tratado canalero con otro estadounidense, “el Doctor Brown”.
En ese encuentro con Squier, Ramírez sembró la semilla del servilismo que después cosecharían casi todos los presidentes nicaragüenses, pues le confesó que:
“Hace mucho tiempo Nicaragua sentía la necesidad de abrigarse bajo el esclarecido pabellón de Norte América; pero no había llegado aún la hora en que el Árbitro de las Naciones debía levantarnos a tan alto grado de dicha y prosperidad”. (Del libro de Squier Nicaragua sus gentes y paisajes, página 166).
El doctor Emilio Álvarez Montalván (en el libro citado de la Academia de Ciencias, página 18) se refirió al conocido hecho histórico de que el tratado canalero que consiguió Squier, no fue aprobado por el Congreso estadounidense, pero que…
“A partir de entonces, Nicaragua firmó con los Estados Unidos al menos diez tratados con el mismo fin, sin resultados, hasta que el 14 de enero de 1914 fue firmado el Tratado Chamorro-Bryan…”
Seguramente que, por haberse editado ese libro para abordar el tema canalero en sus aspectos técnicos científicos, Álvarez Montalván omitió referirse al lado político; o sea, que ese tratado fue firmado a dos años de haberse iniciado los 21 años de la intervención militar de los Estados Unidos.
Todo el mundo recuerda que ese tratado lesivo de la soberanía nacional fue firmado por un Gobierno conservador, también impuesto por la intervención militar, motivó que el pueblo llamara “vende patria” a los conservadores.
III
En verdad, los Estados Unidos impusieron el tratado Chamorro-Bryan, más que por su interés en construir el canal, para asegurarse de que ningún otro país intentara construirlo, y así evitar un competidor para su canal de Panamá, construido once años atrás.
La prueba de eso, está en que Estados Unidos derogó el tratado en 1970, cuando necesitaba fortalecer la dictadura somocista de los herederos Luis y Anastasio, catorce años después del asesinato de su ahijado, el dictador Anastasio Somoza García.
Su interés concreto fue presentar al general Somoza Debayle como el gestor de la derogación para elevarlo a la condición de héroe y fortalecer su candidatura presidencial repudiada por el pueblo. Para entonces, el pueblo ya había sido víctima de la masacre del 22 de enero de 1967 por el mismo motivo: oponerse a su candidatura.
En su tiempo, el tratado canalero Chamorro-Bryan reforzó la injerencia militar y política de los Estados Unidos, y su derogación 56 años después, fue para mantener su injerencia política.
IV
Y llegó el momento de la gran paradoja, quizás deba decir, de la gran traición: Daniel Ortega, quien suplantó en 2007 a la revolución fracasada en 1990, firmó el tratado canalero con Wang Jing … ¡aún más lesivo que el Chamorro-Bryan para la soberanía nacional, y con un mayor entreguismo ante el concesionario!
Cierto o no que detrás de ese tratado está el interés del Gobierno de la República Popular de China, por sí mismo el tratado Ortega-Jing despertó el celo geopolítico de parte de los Estados Unidos, con lo cual nuestro país siguió en el área de conflictos internacionales.
Pero el espurio tratado sigue vigente y también la estafa para nuestro país. Es oportuno preguntar: ¿se seguirá sangrando el Presupuesto general de la República con la partida millonaria destinada al mantenimiento de la “comisión” canalera que preside un agente de Ortega de apellidos Coronel Kautz?
V
Otro problema es que este Gobierno autoritario de Nicaragua es un socio fraudulento de la izquierda y del progresismo internacional que lo sigue creyendo “revolucionario”, con lo que ha logrado granjearse la solidaridad de muchos Gobiernos con diferentes matices de izquierda.
Eso significa, que la solidaridad con la dictadura Ortega Murillo, de hecho y, en consecuencia, se ha convertido en una acción contraria a los intereses del oprimido pueblo nicaragüense.
Esos Gobiernos de países del progresismo y de la izquierda múltiple, con su solidaridad con el opresor del pueblo nicaragüense, se crearon una contradicción: admiten a la dictadura Ortega Murillo en su club de los defensores del multilateralismo en las relaciones internacionales, mientras ellos, sus aliados, le roban al pueblo sus derechos y sus libertades.
De ahí nace otra contradicción: con su apoyo a la dictadura ponen en duda ante el mundo la sinceridad de su oposición a los esfuerzos de los Gobiernos estadounidenses y europeos que, con su unilateralismo, mantienen y aumentan las desigualdades entre los países pobres y unos pocos países muy ricos.
Entre esas contradicciones transcurre la dramática situación de la mayoría de los nicaragüenses:
—Por un lado, tienen que enfrentar la represión de la dictadura orteguista y el ataque de quienes, dizque en nombre del progresismo social y de la izquierda política, se solidarizan con sus opresores.
—Por el otro lado, los Gobiernos estadounidenses, representantes de los intereses imperiales que históricamente y en varias ocasiones han humillado a nuestro país y a su población, hoy figuran entre quienes se solidarizan con nuestra causa, tomando acciones y medidas en contra de nuestros opresores.
He ahí nuestra situación como pueblo. ¿No les parece dramático, el hecho de que apoyen a nuestros opresores quienes se declaran oficialmente amigos de Nicaragua, mientras recibimos solidaridad de parte de quienes históricamente le han humillado?
¿Cuánta sinceridad puede haber en el apoyo internacional de los Estados Unidos a la lucha emancipadora del pueblo nicaragüense frente a la dictadura Ortega Murillo? ¿No será ese apoyo solo un recurso para reafirmar su histórica injerencia en nuestro país?
Mientras la realidad actual y futura nos dan las respuestas, aún hay algo más…
Al margen de estas cuartillas
*El conflicto político en que ha colocado la historia a nuestro pueblo, lamentablemente, no es cabalmente comprendido por todos los opositores a la dictadura actual…
*Eso equivale a decir, que tal situación les provoca una confusión en términos políticos a ciertos sectores nacionales que sufren, se oponen y luchan contra esta dictadura…
*Por eso no sorprende escuchar opiniones desenfocadas de la realidad, como, por ejemplo:
*Que Daniel Ortega es “marxista-leninista”, siendo que –se puede comprobar— apenas balbucea en su pobre discurso ideas sueltas y esquemáticas de un antiimperialismo elemental…
*Que esta situación no se resolverá, “hasta que los Estados Unidos decida llevarse a Ortega en un avión como lo hizo con Noriega…”
*Se dicen otras cosas parecidas no solo desenfocadas, sino también invocando la injerencia extranjera, como resultado de la desesperación creadas por:
*Las continuas medidas represivas orteguistas cada vez más alejadas de las leyes y de la Constitución Política…
*Las conductas crueles con las mujeres y hombres secuestrados, como no permitirles ni un minuto de libertad a quienes se les ha muerto la madre o familiar cercano, para asistir a su funeral…
*No son esas todas las crueldades de la dictadura con sus víctimas, pero suficientemente reveladoras de una deformación ideológica, política y la pérdida del más elemental sentido de humanidad de los Ortega Murillo.
*Los amigos del exterior que tienen más o menos una idea de la real situación nicaragüense, nos dan su solidaridad en la lucha contra la opresión, y se la agradecemos…
*Y a los no amigos de nuestra causa en el exterior, que les ofrecen su solidaridad a los dictadores, nos duele su incomprensión, y pensamos en que su rectificación luce bastante imposible...
No es pesimismo gratuito, sino devenido de la realidad nacional e internacional del momento, pero en la lucha cívica sin dobleces.