21 de septiembre 2021
“Julio” y su esposa “María” llegaron al Hospital Manolo Morales, en Managua, al menos 17 horas antes de que iniciara la vacunación contra la covid-19. Pensaron que serían los primeros en la fila, pero nueve ciudadanos ya estaban ahí. Con el pasar de las horas, más y más ciudadanos se sumaron a la cadena humana, que la pareja y nueve capitalinos habían iniciado. En la fila, muchos cargaban sillas o taburetes de plástico para descansar durante una espera, que en promedio tarda entre diez a doce horas para ser uno de los 400 000 nicaragüenses de 30 años en adelante inmunizados contra la pandemia.
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“Julio” y “María” llegaron a las once de la mañana del domingo, conscientes que no dormirían, pero prefirieron eso a pasar horas bajo el sol o la lluvia en espera de su primer pinchazo contra la pandemia. La jornada de vacunación inició antes de lo previsto en Managua y Carazo, los únicos dos departamentos del país, donde se inoculó a la población este lunes 20 de septiembre. A las cuatro de la madrugada, las enfermeras ya estaban midiendo presión e indicando la secuencia de orden.
Para ese momento, la ola humana en el interior del Manolo Morales superaba fácilmente las 1000 personas, entre las que estaban sentadas bajo toldos coloridos y las que caminaban en el parqueo, intentando engañar el hartazgo por las horas de espera y el sueño sostenido con vasitos de café. A la par de “Julio” y “María”, un señor de 75 años también esperaba ser vacunado.
Le comentó a “Julio” que no había llegado antes porque “estaba esperando una buena vacuna” y por “temor a la aglomeración”. En este hospital, los primeros en ser vacunados fueron ancianos, personas discapacitadas y policías; poco después, empezaron con quienes llegaron desde un día antes.
La pareja de capitalinos salió vacunada a las cinco de la mañana del lunes. “Sabíamos que sería un sacrificio no solo por el desvelo, sino por la incomodidad, el riesgo que supone la aglomeración después de cuidarnos tanto por meses, pero también sabíamos que valdría la pena. Puede valer una vida vacunarse”, expresó “Julio”.
Adultos mayores en filas para vacunarse
Mientras ellos salían, la fila, afuera del Manolo Morales, crecía de forma desenfrenada, rodeando la manzana donde está el hospital. Los recién llegados no ocultaban su asombro al ver el enorme caracol humano hacia el que corrían para no quedarse de último lugar.
Hany Urbina fue una de las que se apresuró. Llegó a las 5:30 de la mañana. Se alegró porque pronto avanzó unas dos cuadras y dijo “va rápido ahorita”. Pero el cálculo falló, apenas a las 9:35 de la mañana la dejaron entrar al portón principal del hospital y la vacunaron hasta las cinco de la tarde; casi doce horas después que arribó con la esperanza de salir pronto.
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La inyección le provocó “mareo y comezón en sus manos”, relató. “Lo único malo es la espera, que es horrible, tremenda”, se quejó. Como ella, miles de nicaragüenses esperaron en el Manolo Morales por más de diez horas para protegerse con la primera dosis de AstraZeneca contra la pandemia.
Durante las horas muertas, había unos que se sentaban sobre sus taburetes bajo la sombra de árboles sembrados a las orillas de las casas del barrio circundante al hospital, conversaban con sus familiares o allegados. Otros se zambulleron en la lectura o estaban inmersos en sus teléfonos, con los que grababan las inmensas filas. Muchos más, oteaban cada cierto tiempo, intentando averiguar cómo estaba la fila adelante.
Aunque la convocatoria especificaba jóvenes de 30 años a más, la hilera estaba nutrida por adultos mayores, inclusive, sostenidos en andariveles o bastones, esperando su turno. En algunos casos, los pasaban de forma directa por su discapacidad.
El avance de la cola se daba en intervalos de diez a quince minutos y luego, permanecía estática. Parecían ir rápido y de repente, se detenían. El distanciamiento físico, una de las medidas claves para evitar más contagios de covid-19, no existió en este proceso de vacunación. Dejar un espacio prudente entre los asistentes, significaba que otro aprovechara el espacio y se “metiera”, como había ocurrido en ocasiones anteriores, contaron los pobladores.
El “caracol” del Bertha Calderón
Además del Manolo Morales, el Ministerio de Salud (Minsa), dispuso del Hospital Bertha Calderón y del Hospital Antonio Lenín Fonseca para esta jornada de vacunación que en Managua se mantendrá por toda esta semana.
Contrario al Manolo, donde había una sola fila y al ingresar, se debían de seguir otras hileras internamente, en las que también había confusiones porque algunas personas peleaban con otras por querer usurpar sus lugares, en el Bertha Calderón, la demanda de la población abarrotó el espacio de parqueo interno desde muy temprano y era muy difícil seguir el orden de las filas.
“¿A dónde va la fila?” o “¿Dónde comienza la fila?”, preguntaban los recién llegados. Confundidos se formaban detrás de la persona que los demás le indicaban, y trataban de seguir la secuencia del caracol humano, pero era muy fácil perder el orden porque el espacio era muy reducido para la cantidad de personas que esperaba por su vacuna, además de las que seguían llegando antes de las ocho de la mañana de este lunes.
Un hombre de guayabera blanca intentaba organizar las filas, pero aparecían las discusiones de quienes reclamaban su lugar o el orden que tenían, según ellos. Muy cerca, había montones de gente apiñada, aglomeraciones que eran imposibles de esquivar ni siquiera con un brazo de por medio.
En este hospital aclararon que una persona que no viva en Managua no será vacunada —los originarios de algún departamento deben presentar documentos que comprueben su actual domicilio en la capital—, tampoco están inoculando a embarazadas, confirmó CONFIDENCIAL.
Los ciudadanos deben presentar su cédula de identidad. Los pobladores de Managua pueden vacunarse en cualquiera de los puestos habilitados en la capital, según el Minsa.
Situación en el “Lenin Fonseca”
En el Hospital Antonio Lenín Fonseca, la población se desbordó también pasadas las cuatro de la madrugada. Hernaldo Aburto, de 31 años, quien llegó a la una de la mañana, y encontró a unas 200 personas haciendo fila para inmunizarse, relató que, una vez con las enfermeras, la parte más tardada es el proceso de registro y del consentimiento informado, pero cubierto ese requisito todo avanza más rápido.
En su caso, esperó ocho horas para ser vacunado, y no pasó por un tiempo de observación posterior a la vacunación, aunque otras personas señalan que sí cumplieron con ese requisito.
Aunque en el Hospital Antonio Lenín Fonseca, en comparación con el Bertha y el Manolo, estuvo un poco más vacío y ordenado, la espera para inmunizarse excedió las cinco horas, según consultas de CONFIDENCIAL.
Mientras en Carazo, donde la población hizo filas desde el domingo, para garantizar su vacuna, pasadas las seis de la mañana de este lunes, al menos, en tres puestos de vacunación se agotaron los sueros, confirmó La Prensa.
Para este martes, la jornada de vacunación seguirá en los tres hospitales mencionados de Managua, pero se abrirán puestos en Tipitapa y Granada, según el calendario del Minsa.