7 de septiembre 2021
La consulta que recibí de un periodista nicaragüense desde el exterior –no sé si en condición de exiliado— sobre el sindicalismo actual, me hizo pensar en cuanto olvido existe en torno al sindicalismo y qué penosa es su situación ahora.
En nuestro país, la clase trabajadora actualmente carece de un sindicalismo dinámico y autónomo como arma de lucha para la defensa de sus derechos, porque el que se había forjado durante cien años cayó en la triste condición de marioneta en manos de un grupo político oportunista.
No pude evitar la sorpresa ante la consulta, y tuve que hacerme la pregunta acerca de cómo el sindicalismo perdió autonomía y convicción clasista:
¿Por qué un movimiento social que necesitó cien años de lucha para sobrevivir a la doble represión patrono-estatal, y que pese a ello mantuvo dignamente su independencia, terminó doblegado ante una corriente oportunista del sandinismo que, traicionando su propia historia, también traicionó la historia del sindicalismo?
Esa pregunta no tiene respuesta única. Pero le di al colega ausente una resumida al máximo, omitiendo detalles y fijando mojones históricos del desarrollo del sindicalismo, hoy postrado, inerme y sujeto a un liderazgo político usufructuario del poder no solo a espaldas de toda empresa social progresista, sino también actuando en su contra.
II
Decenio 1920: el movimiento social nicaragüense comenzaba a mudar su característica de sociedades mutualistas desde los últimos años del siglo XIX y principios del siglo XX, para convertirse en sindicalismo, aunque no de una manera dominante, pues aparecieron unas formas de organización intermedia entre las sociedades mutualistas y los sindicatos: las Uniones Obreras.
El mutualismo y el unionismo obrero, tuvieron su desarrollo en las condiciones de un estado pre-capitalista, porque el capitalismo pleno solo tenía presencia expoliadora en los enclaves del Caribe (las empresas mineras, madereras y bananeras de canadienses y estadounidenses).
La producción nacional era básicamente artesanal, y bajo la intervención militar el control económico y económico lo ejercían los Estados Unidos (1912-1933) que le daba apoyo armado a la oligarquía, a la naciente burguesía y sus partidos políticos, todos beneficiarios de un orden económico y social, casi exclusivamente importador.
III
Decenio 1930: al calor de la guerrilla campesina de Augusto Calderón Sandino, desde 1927, combatiendo la intervención militar, el movimiento social tomó impulso con la organización del Partido Trabajador Nicaragüense (1931) el que les dio a los sindicatos un nuevo proceso de desarrollo. Es el momento en el que se fija la consolidación del movimiento sindical nicaragüense.
La intervención militar terminó a principios de 1933, y un año después (1934), el general Sandino fue asesinado por Anastasio Somoza García, convertido en director de la Guardia Nacional creada en 1927, y ambos engendros de la intervención imperial.
No hubo una larga transición entre el asesinato de Sandino y la represión contra el sindicalismo de 1934 a 1939 (año final del PTN), pero el sindicalismo sobrevivió bajo la represión; pero antes de desaparecer el PTN, Somoza ya había comprado la conciencia de varios de sus líderes para que le organizaran sindicatos oficialistas. Fue la primera gran división del sindicalismo.
IV
Decenio 1940: (II Guerra Mundial 1939-1945); nueva etapa de desarrollo del sindicalismo; se organizó el Partido Socialista Nicaragüense, que a su vez organizó las federaciones sindicales de los departamentos del Pacífico y la primera Confederación de Trabajadores de Nicaragua; promulgación del Código del Trabajo; Somoza expulsó del país a cuatro dirigentes y encarceló en masa a más de 300 socialistas y sindicalistas de todo país (1948).
V
Decenio 1950: Después de esa represión, en Managua solo sobrevivían activos tres sindicatos independientes (zapateros, construcción y obreros gráficos), los que fueron ilegalizados en 1951 acusados de estar “infiltrados por el comunismo internacional”; los sindicatos, debilitados, se reorganizaron en todo el país, superando los obstáculos legales y para actuar con relativa libertad, concertaron la unidad en la acción con los sindicatos oficialistas para organizar la Confederación General del Trabajo.
Entre huelgas y otras luchas laborales, se rompió la unidad en la CGT, quedando en manos de los oficialistas, por lo cual los sindicatos independientes organizaron la Unión General del Trabajo.
Se organizaron sindicalmente nuevos gremios (periodistas entre ellos) y surgieron la Confederación Nacionalista de Trabajadores Democráticos (somocista); los Sindicatos Libres (vinculados a la embajada USA); y los sindicatos cristianos (bajo influencia del Partido Social Cristiano).
VI
Decenio 1960: creció el movimiento sindical independiente, bajo la conducción de la Federación de Trabajadores de Managua; en un congreso que pretendió ser unitario, esta vez entre sindicatos de la CGT y la UGT, hubo una ruptura de la cual salieron dos CGT: la oficialista y la independiente; los Sindicatos Cristianos se transformaron en el Movimiento Sindical Autónomo de Nicaragua (Mosan); se organizó la Confederación Campesina de Trabajadores Agrícolas de Nicaragua (organizada por Domingo Sánchez (Chagüitillo) de la CGT-I); se dividió la CGT-I, de lo cual nació la Central de Acción y Unidad Sindical (CAUS).
VII
Decenio 1970: el Mosan se transforma en la Central de Trabajadores de Nicaragua; se organizan la Federación Sindical de Maestros; la Federación de Trabajadores de la Salud; la Asociación de Trabajadores del Campo; la Unión de Periodistas de Nicaragua; el Movimiento Popular Marxista-Leninista organiza el Frente Obrero; una división más de la CGT-I y quedan dos: la CGT-I de San Cristóbal y la CGT-I de Altagracia; la Federación Sindical de Maestros se transforma en Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua; triunfa la Revolución Popular Sandinista y se organiza la Central Sandinistas de Trabajadores (1979).
Origen de la CST: cuando el FSLN se dividió en tres tendencias, cada una de ellas organizó su propio grupo obrero, más con fines militares que laborales: Comités Obreros Revolucionarios, Movimiento Sindical Pueblo Trabajador y Comités de Lucha de Trabajadores. Estos tres grupos, los sindicatos nacionales de la CGT-Independiente de San Cristóbal y los centenares de sindicatos que surgieron al calor de la revolución, se unieron para integrar la CST. Fue un acto unitario lleno, pero de contradicciones, y pronto la dirección de la CST quedó en manos de improvisados líderes sindicales sandinistas.
VIII
Decenio 1980: se organiza la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos; surge el primer intento por unir al sindicalismo en una sola central sindical, con el Consejo Nacional Intersindical de la CST, la CG-I de Altagracia y la CAUS (no tuvo trascendencia); en un segundo y último intento por organizar una sola central sindical, se creó la Coordinadora Sindical, donde participaron las centrales sindicales nacionales de todas las tendencias, menos una CTN que había nacido de la división de la CTN social cristiana (las somocistas ya no existían).
Fue un esfuerzo frustrado por las contradicciones políticas del momento; unas centrales estaban vinculadas a la oposición, pero también influyó el sectarismo de la CST y demás centrales afines que pretendieron convertirse en la “vanguardia” de todo el movimiento sindical.
Por causa de la guerra contrarrevolucionaria creada por los Estados Unidos, el sindicalismo sandinista desvió la línea de la defensa de los derechos laborales hacia la defensa armada de la revolución, creando Batallones con obreros de las empresas estatales, lo que ahondó las contradicciones con las otras corrientes sindicales y produjo la frustración en trabajadores afiliados a los nuevos sindicatos pro sandinistas.
XIX
Decenio 1990: la pérdida de las elecciones del Gobierno del FSLN, selló la suerte del sindicalismo nacional, pues lo que sobrevivió del sindicalismo (primero independiente y después sandinista), se organizó en el Frente Nacional de los Trabajadores, desvirtuando su carácter clasista, perdiendo autonomía y convirtiéndose en instrumento de la política del FSLN (a su vez ya desvirtuado por el orteguismo). Este viraje, lo condujo Gustavo Porras, de origen somocista y actual presidente de la Asamblea Nacional controlada por la dictadura.
Porras, en plena campaña electoral de Daniel Ortega (2006), y por iniciativa de este, orientó en una carta la tarea de: “…lograr que Fetsalud disminuya su beligerancia para que al estar en el Gobierno contemos con una fuerza sindical adormecida…”
Fue la misma receta aplicada a todos los sindicatos afiliados al FNT y las dos CST (dividida por caudillejos, pequeños Danielitos, cuyo fin es mantener la dependencia ante el Gobierno), con la lógica pérdida de su autonomía y de su carácter clasista: cero acciones reivindicativas, y total control del gobierno por medio del Ministerio del Trabajo.
Es la desgraciada situación del sindicalismo nicaragüense; los sindicatos de las otras tendencias vinculados a partidos políticos tradicionales casi han desaparecido, y han sido objetos de las políticas represivas del gobierno.
Al margen de estas cuartillas
*En el Gobierno corporativo, de “diálogo y consenso” con los empresarios del Cosep, el sindicalismo mediatizado no dialogó, solo tenía que obedecer dentro del consenso inter capitalista…
*Este modelo fascista, terminó durante la represión y las muertes contra los manifestantes de abril 2018…
*Ahora se vive un contrasentido histórico: la clase trabajadora, fuerza social productora por antonomasia, sufre la crisis económica con pasividad, porque no tiene partido político propio ni autonomía sindical para luchar…
*Del centenario sindicalismo, solo queda su humillada memoria bajo una dictadura de oportunistas…