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Certámenes de belleza, Derechos Humanos y política criolla

¿Cuál es el aporte de Berenice Quezada, la candidata a vicepresidente de CxL? Si no suma, ¿Por qué resta?

El político Óscar Sobalvarro (der) y la modelo Berenice Quezada son la fórmula presidencial de ACxL. Foto: Nayira Valenzuela

Uriel Pineda

30 de julio 2021

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Ciudadanos por la Libertad (CxL) hizo público el pasado 28 de julio que la compañera de fórmula sería la Miss Nicaragua 2017, Berenice Quezada. Pero, ¿qué implicaciones tiene desde los derechos humanos esa designación?; más interesante aún, ¿qué impacto tiene en el actual contexto nicaragüense?

Los certámenes de belleza aparecen en Estados Unidos y Europa entre la segunda mitad del siglo XIX y los inicios del siglo XX, curiosamente sus auges de popularidad empalman con el reconocimiento del derecho al voto de la mujer. El primer certamen de Miss Estados Unidos fue en 1921, país en el cual la decimonovena enmienda de 1920 reconoce el derecho al voto de la mujer, mientras que, el primer concurso de Miss Universo fue en 1952, década en la cual la mayor parte de los países de Latinoamérica reconocen el derecho al voto de la mujer, incluido en Nicaragua que lo reconoció en 1955.

Existe otro factor que ha orbitado alrededor de la permanencia y desarrollo de los certámenes de belleza, es el aumento del poder adquisitivo en la sociedad, particularmente el surgimiento y crecimiento de las clases medias. Lo que nos lleva justamente al traslape de los certámenes de belleza y los derechos humanos. Los certámenes de belleza, son una de las máximas expresiones en el mundo de la cosificación de la mujer, donde un grupo de personas con base en cualquier cantidad de estereotipos deciden cual es la mujer más bella. Lo hacen, porque hay empresas y Gobiernos que apoyan ese tipo de certámenes y ese apoyo les resulta redituable, de otra forma no lo harían. De manera tal que, si un concurso de belleza no cosifica a la mujer o la convierte en un producto consumible en el mercado, no sé qué lo será.

Cosificar a la mujer, representa una vulneración al derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, por ser considerado violencia simbólica. La violencia simbólica por su parte, es aquella que expresa por medio de mensajes, valores, íconos o signos que trasmiten y reproducen relaciones de dominación, desigualdad y discriminación. Dicho de forma simple, los certámenes de belleza configuran violencia simbólica contra la mujer, porque el mensaje es que la mujer más bella vale más y crea estereotipos sobre lo que debe ser la belleza.


Si bien el Comité CEDAW de la ONU no ha establecido como un estándar internacional en materia de violencia contra la mujer expresamente la eliminación de los certámenes de belleza, si ha abierto el debate sobre el tema. En México, en febrero pasado la Cámara de Diputados aprobó una disposición legal sobre el alcance de la violencia simbólica, incluyendo a los concursos de belleza y prohibiendo el uso de fondos públicos para ellos.

Puedo entender que el salvajismo impuesto en Nicaragua por el régimen Ortega-Murillo nos haga tomar distancia de los debates internacionales en materia de derechos humanos, pero lo que no puedo entender es, cómo una oposición política a una dictadura criminal que ha asesinado, desplazado, torturado y encarcelado a miles de nicaragüenses en la peor crisis de derechos humanos que ha vivido el país, considere que su mejor carta para constituir una fórmula presidencial es una ex reina de belleza. Rechazo enérgica y categóricamente que los criterios para elegir a la candidata a vicepresidenta no sean diferentes a los que usa Gustavo Leytón para escoger sus bailarinas.

Pero el desatino de CxL no se agota en la reproducción y reforzamiento de estereotipos sexistas que configuran violencia simbólica contra la mujer, ya que es una candidatura que no suma nada y que además tiene el riesgo de restar. Si vemos la elección de fórmulas presidenciables en Nicaragua, se puede apreciar con facilidad una razón: Virgilio Godoy ayudó al consenso alrededor de doña Violeta en la UNO; Enrique Bolaños sumó al conservatismo y dio credibilidad a Alemán; José Rizo, concilió facciones del liberalismo; Agustín Jarquín era un recordatorio de toda la corrupción que representó Alemán; y Jaime Morales Carazo aplacó las críticas de que Daniel Ortega vivía en una casa robada.

¿Cuál es el aporte de Quezada?

Si no suma, ¿Por qué resta?

En 2008, en las elecciones de Estados Unidos John McCain pensó era buena idea elegir a Sarah Palin, gobernadora de Alaska, como su compañera de fórmula, Palin era carismática y muy buena recaudadora de fondos. Al poco tiempo salieron a relucir sus limitadas cualidades intelectuales, expresó que Rusia era vecino de Alaska y fue incapaz de mencionar un diario, un solo diario en el cual se informara del acontecer noticioso. Más de un líder republicano recriminó a McCain ¿qué pasaría si ganaba la elección y moría?, ya que en ese caso Sarah Palin debía asumir la presidencia de Estados Unidos.

Si escuchamos el discurso de Quezada, nos daremos cuenta que, con una suerte de comodín, igual nos sirve para una entrevista de trabajo o bien para un concurso de belleza. Fue incapaz de usar términos como “dictadura”; “régimen”; “víctimas”; o “represión”, aunque sí tuvo oportunidad de referirse a sus redes sociales y lo accesible que es para tomarse selfis si la encuentran en algún restaurante. Es una pena que Quezada pueda incluir en su hoja de vida que fue candidata a vicepresidenta, mientras que tres o cuatro mujeres líderes y jóvenes dentro de CxL comprometidas con la lucha contra la dictadura y sin fotos con Camila Ortega, pudieron haber hecho mejor papel, pero no tuvieron esa oportunidad. Claro, ellas no han sido reinas de belleza.

*Maestro en Derechos Humanos.


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Uriel Pineda

Uriel Pineda

Abogado nicaragüense, máster y consultor independiente en Derechos Humanos, radicado en México.

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