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Laura Chinchilla: Urge más presión contra Ortega en OEA y BCIE

Expresidenta de Costa Rica: “Tenemos que hacer más desde Centroamérica ante la crisis de Nicaragua”

Laura Chinchilla, expresidenta de Costa Rica. Foto: Archivo/Efe

Carlos F. Chamorro

5 de julio 2021

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La expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, considera que los 26 votos de condena a Daniel Ortega en la Organización de Estados Americanos (OEA) representan una votación sin precedentes ante las violaciones a los derechos humanos, pero lamenta las abstenciones de Honduras y Belice. “Estamos viendo actitudes ambivalentes ante el régimen Ortega - Murillo en la región, y tenemos que hacer algo más desde Centroamérica”, indica, en especial ante el financiamiento que brinda al régimen el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).

La crisis de Nicaragua, explica, tiene implicaciones económicas, sociales, humanitarias y políticas para la región centroamericana, y aboga por una acción concertada entre la OEA, Estados Unidos y la Unión Europea, para ejercer presión para lograr elecciones libres.

En esta entrevista con CONFIDENCIAL, Chinchilla indica que el momento es ahora, “lo antes posible”, y no después de las elecciones del 7 de noviembre, que se llevarán a cabo sin ninguna garantía de transparencia ni competencia política.

¿Cómo valora el impacto que está teniendo la crisis política de Nicaragua, en la región centroamericana? En la última votación en que se debatió el tema en la OEA dos países de la región, Honduras y Belice, se abstuvieron de condenar al régimen de Ortega.


Sin duda todavía estamos viendo actitudes ambivalentes hacia el régimen Ortega - Murillo en la región centroamericana, que no solamente se confirma con esos votos de abstención; también con la carta que Belice envía a la presidencia pro tempore del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) solicitando que se apoye una elección de un representante de Daniel Ortega frente al SICA; y se mira también con la reciente aprobación de un crédito de más de 100 millones de dólares en el BCIE para Nicaragua.

Creo que nos hemos concentrado mucho en tratar de conseguir la movilización de la comunidad internacional en contra del régimen, pero tenemos que hacer algo más en lo que respecta a Centroamérica.

¿Recientemente terminó su periodo como director del SICA Vinicio Cerezo, bajo su liderazgo el SICA nunca se pronunció sobre la crisis de Nicaragua? Ahora Ortega pretende asumir la dirección del SICA. ¿Es posible?

Yo no veo que eso sea posible. Y me parece que aquí la movilización de la opinión pública sigue siendo importantísima. Hubo pronunciamientos de medios de comunicación que hicieron ver al Gobierno de Costa Rica, que tiene la presidencia, que sería un gravísimo error hacerlo; después de Costa Rica sigue Panamá, tampoco veo a Panamá fácilmente concediendo eso.

Es muy probable que lo que suceda es simplemente que nos quedemos sin presidente del SICA de manera definitiva hasta dentro de un tiempo. No queremos quitarle esa presidencia Nicaragua, pero tenemos que poder entregársela a una Nicaragua democrática, con un Gobierno que de verdad represente su pueblo.

El Banco Centroamericano de Integración Económica alega, según su presidente Dante Mossi, que en la asignación de créditos se rige por criterios estrictamente técnicos y que no entra en otra clase de consideraciones. ¿Esa es la posición de todos los socios del BCIE? ¿Cómo reaccionan ante la crisis de derechos humanos que hay en Nicaragua?

Este es un tema de fondo sobre el cual yo he venido argumentando en varios foros internacionales. Estamos viendo de una acelerada degradación de las democracias en el mundo con la llegada de estos autócratas, dictadores de nuevo cuño, y la comunidad internacional no sabe cómo articular sus acciones para evitar estos procesos.

El Fondo Monetario Internacional, el BID, el Banco Mundial, el Banco Centroamericano de Integración Económica de alguna manera siguen ese canal de verse a sí mismos como una mera caja chica, y deberían, en consecuencia, quitar de sus estatutos y de su misión, la preocupación por variables como los derechos humanos, como el Estado de derecho y, obviamente, la democracia.

Tenemos que hacer algo, y eso solamente se podrá transformar con una verdadera acción decidida de los países del G7, entre ellos Estados Unidos, para conseguir alinear la acción de los organismos financieros internacionales con la observancia en aquellos Gobiernos, hacia donde fluyen los recursos, de temas tan importantes como los derechos humanos, la democracia y el Estado de derecho.

En el caso de Nicaragua, hay que seguir presionando para conseguir que Estados Unidos, con su músculo político, pueda ayudarnos a frenar ese tipo de decisiones. Pero los centroamericanos tenemos que hacer más. Así como se recibió el mensaje de que no queremos que la presidencia del SICA quede en manos de Nicaragua, es hora de que, en el Banco Centroamericano y los representantes de los Gobiernos, también reciban el mensaje de que no pueden seguirle abriendo las llaves a Nicaragua para que Daniel simplemente siga haciendo lo que le da la gana con esos recursos.

Veintiséis países votaron en la OEA, condenando a Ortega y demandando la liberación de los presos políticos, pero para suspender a Nicaragua de la OEA y aplicar la Carta Democrática se necesitan 24 votos, ¿se puede reunir en la Asamblea de cancilleres ese mismo apoyo que se logró el Consejo Permanente?

Sí, hay mucha discusión al respecto, se dice que los votos estuvieron para lo que se consiguió, cosa que no hay que minimizar, fue una votación que no se recuerda en la OEA, jamás imaginar que, por ejemplo, (contra) Maduro hubiese obtenido una votación de este tipo. Pero ya para la aplicación de la Carta Democrática, que claramente llevaría a la expulsión de Nicaragua, lo que he escuchado es que hay algunos países que no están todavía en condiciones.

Yo creo que tenemos que seguir ejerciendo una presión internacional, movilizando tanta gente que está del lado, efectivamente, de la restitución de la democracia y de los derechos humanos en Nicaragua. Si se sigue insistiendo, es probable que se consiga esto. Ya están los informes, que debería haber una segunda reacción del Consejo Permanente. De manera que no es momento de detener esa acción.

¿Considera que la decisión de México y Argentina, que también se abstuvieron en esa votación, es una posición invariable en esta crisis?

No estoy tan segura. En primer término, llamó la atención de que, en esa votación de la OEA, ni Argentina ni México estuvieron con Nicaragua, simplemente se abstuvieron, es decir, presentaron objeciones a la resolución, pero también expresaron sus preocupaciones sobre lo que pasaba en Nicaragua, ya este es un paso importante; y luego, pocos días después de que esto sucediera, llamaron a sus embajadores.

No podemos dar por sentada la posición de Argentina y México, de total desinterés en relación con la situación interna, es decir, esa posición, que clama por darle prioridad a una salida soberana frente a cualquier tipo de acción internacional. Yo esperaría que esto se vaya revisando, porque ciertamente ni ha sido consistente con la política de ninguno de esos dos países, hay muchos ejemplos en donde México y Argentina se han pronunciado en relación con violaciones flagrantes de derechos humanos en otros países; y segundo, porque prácticamente todo el tinglado del derecho internacional, lo que llama es a anteponer la preocupación, ciertos valores esenciales, como los derechos humanos, ante los temas propiamente de soberanía. Yo confiaría en que se pueda mover un poco esa aguja en favor de la defensa de la democracia en Nicaragua.

¿La política del BID, en relación a Nicaragua depende de si Ortega es suspendido de la Carta Interamericana Democrática, o tiene el BID, dentro de sus atribuciones, espacio para tomar decisiones en relación a esta crisis?

Si vemos el antecedente de Venezuela, que es el más reciente que tenemos, el BID hizo muchas cosas sin necesidad de esperar una decisión en el seno de la OEA, no solamente se suspendieron préstamos, sino que además se terminó nombrando un representante ante el BID, que no era representante de Maduro sino de Juan Guaidó. Así que estoy segura de que también hay espacio, como lo tiene que haber en el BCIE y como lo tiene que haber en otros organismos que son los que le siguen dando oxígeno al régimen, porque Daniel ha destruido la economía nicaragüense. Hoy lo único que está sosteniendo a la economía nicaragüense es que Daniel está endeudando a cada uno de los nicaragüenses para poder sobrevivir él, esto es de lo más inmoral que hay, y los organismos financieros deberían entenderlo así.

¿Qué impacto tiene la crisis nicaragüense en la región, en términos de migración, la eventual salida de Nicaragua del Cafta, si se llega a aplicar la Ley Renacer; y el impacto de esta crisis en otras tendencias de Gobiernos autoritarios en la región, en Honduras, en El Salvador?

La preocupación es grande porque está es una región que está sumamente integrada. En lo económico, es un mercado de los más integrados del mundo, entre 25 a 30% de la actividad comercial tiene lugar entre los países de la región, y cada vez que ha habido un problema en Nicaragua, se suspende un puente de comercio que va de Panamá o Costa Rica hacia el norte de Centroamérica. En un momento en que la región tiene la obligación de la reactivación económica, Nicaragua viene a sumarse como un elemento casi más de la pandemia que hemos estado sufriendo.

El segundo impacto es en el social, y ahí tenemos básicamente los temas humanitarios y migratorios. Yo no veo cómo la economía costarricense podría absorber más refugiados nicaragüenses, de hecho los que llegaron en la última oleada en 2018, no la han pasado nada bien porque nos cayó la pandemia; pensar que venga una cantidad más, es casi imposible de imaginarlo, de manera que es muy probable que muchos de estos nicaragüenses, como ya está sucediendo, migren hacia el norte, en cuyo caso le va a meter mucha más presión a la Administración Biden y a los países del Triángulo Norte.

Y finalmente, en el campo político. Desgraciadamente hay algunos líderes en Centroamérica y en el resto de América Latina, que están observando con atención lo que va a pasar en Nicaragua, porque dependiendo de si Daniel se sale con la suyas (o no), ellos entenderán con muchísima claridad de que tienen el camino abierto para seguir la misma ruta que ha establecido.

Es un desafío para la región y, también como dicho usted, para la OEA, y la Administración Biden, que desde el inicio de su política definió Centroamérica como equivalente al  Triángulo Norte: nombró un Enviado Especial,  para Guatemala, Honduras, y El Salvador, y definió una serie de políticas de apoyo, de incentivos, separando la crisis de Nicaragua del Triángulo Norte. ¿Dónde está hoy la Administración Biden en Centroamérica?

Sí, ese problema de ver a Centroamérica como exclusivamente los tres países del norte se ha arrastrado ya desde la Administración Obama, y desgraciadamente está muy condicionada, esa visión, por la preocupación que tiene el tema migratorio en la política interna norteamericana, pero esa ha sido una visión chata que, como se ha demostrado, no ha logrado generar respuestas exitosas, ni siquiera para frenar lo que ellos querían, que era la migración; y otra más de las consecuencias negativas, que ocasionó esta visión reduccionista, fue  invisibilizar la situación de Nicaragua, de ahí que un grupo de centroamericanos desde el inicio de la Administración Biden, casi desde la transición, hayamos venido insistiendo en el tema.

Centroamérica es mucho más que el Triángulo Norte, y además aquí tenemos un espacio en donde están aconteciendo cosas muy graves, Pienso que no les ha quedado más que mirar un poco más abajo; siento que hoy de verdad existe preocupación legítima dentro de los equipos que representan a la Administración Biden en la región, pero no estoy segura si tienen las acciones debidamente concatenadas como para poder evitar lo que todos tememos, y es que simple y sencillamente en noviembre Daniel se esté reeligiendo en un proceso totalmente amañado.

De manera que hay que seguir insistiendo también frente a los representantes en Washington, sobre la urgencia de hacer alguna relación con el caso nicaragüense.

Para la comunidad internacional, ¿cuál es el momento para actuar en la crisis de Nicaragua?

Yo confío en que, primero, deberíamos seguir siendo muy efectivos en el frente internacional, es el flanco más débil que tiene hoy Daniel Ortega. Segundo, tratar que en ese frente internacional sucedan tres cosas: la convocatoria de la Asamblea General de la OEA para la aplicación de la Carta Democrática; la posibilidad de cerrar la llave de flujos adicionales, recursos financieros hacia Nicaragua; y una posición sólida, clara entre el bloque latinoamericano, a través de la OEA, Estados Unidos, y el bloque europeo. Si logramos alinear esas cosas le va a ser mucho más difícil Daniel poder salirse con la suyas en noviembre de este año.

¿Estas acciones serían antes o después del 7 de noviembre?

Sin duda, lo antes posible. Porque, el escenario ideal es que ese cambio que se quiere llegue lo antes posible, pero si no garantizamos que estén las condiciones, de qué nos sirve que Daniel una semana antes de las elecciones diga ahora sí liberaré a todos los presos políticos. ¿Qué elecciones vamos a tener? Cuando ya todo posiblemente estará dado, cuando ni siquiera vamos a poder contar con árbitros neutrales en el Consejo Supremo Electoral, entonces, todas las acciones hay que irlas alineando desde ya.


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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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