2 de julio 2021
A Susana López le mataron a su hijo -Gerald Vásquez- y la obligaron a exiliarse. “Mi hijo fue asesinado el 14 de julio y vengo huyendo por toda la represión que está pasando en Nicaragua y yo no quería ser presa por ellos (el Gobierno)”, dijo ante las autoridades de migración de Costa Rica, el pasado 11 de junio, después de ingresar a ese país de forma irregular por temor a ser detenida en Migración de Nicaragua.
López pensó en el exilio cuando se enteró del encarcelamiento de Cristiana Chamorro y Arturo Cruz, los primeros aspirantes presidenciales arrestados por el régimen orteguista —actualmente 21 dirigentes opositores, incluidos tres precandidatos más, están encarcelados—. Sin embargo, fue el discurso virulento de la vicepresidenta, Rosario Murillo, que amenazó con castigar a quienes han denunciado los crímenes perpetrados por la dictadura en países “injerencistas” y la continuación de los arrestos que la empujaron a marcharse.
Durante la semana del 7 de junio, López no logró estar en paz en ningún momento del día. Tanto su familia como ella, temían que la apresaran porque desde el asesinato de su hijo Gerald, su voz ha resonado a nivel nacional e internacional en demanda de justicia.
El 25 de noviembre de 2019, como miembro de la Asociación Madres de Abril (AMA), López participó en el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) y demandó que los crímenes ocurridos en 2018 no se quedaran impunes.
Recordó que posterior a su intervención en ese organismo internacional recibió varias ofensas. Le dijeron que se estaba lucrando de la lucha, que mentía y hasta irrespetaron la memoria de su hijo, calificándolo como “vago”. “Yo tuve participación en la OEA y yo dije no voy a hacer carnada de nadie”, pensó López al decidirse salir del país.
“La lucha ha sido mi vida estos tres años, y me costó el exilio”, aseguró a CONFIDENCIAL.
López les comunicó a sus hijas que había decidido exiliarse un día antes de partir. “La única salida que tengo es irme”, les aseguró. Otras amistades le aconsejaron esperar el fin de semana para emprender el viaje, pero ella insistió que debía cruzar la frontera ese viernes 11 de junio. Temía que la represión la alcanzara primero, ya que ha vivido bajo asedio y vigilancia policial.
López no ha podido vivir su luto en paz. La posibilidad de pasar horas frente a la tumba de su hijo o recordarlo con una misa en la iglesia Divina Misericordia, donde murió, víctima de un balazo mientras resistía un ataque armado de paramilitares el 13 de julio de 2018.
Costa Rica no es un país extraño para López; sin embargo, aunque ahora está segura y cuenta desde ya con un carnet de refugio, su mente sigue en Nicaragua. No solo piensa en la seguridad de sus hijas, del resto de su familia, sino en el riesgo de otras personas que están expuestas ante la deriva autoritaria del régimen. Ya que a medida que los países aumenten la presión internacional contra el Gobierno, este responderá con más represión, según López.
A veinte días de su exilio explicó que la decisión es dura, pero que el actual contexto exige reflexionar sobre elegir la vida o la cárcel. “Uno tiene que decidir por la vida”, expresó.
Lenín Salablanca: “me ha partido el corazón la separación”
El pasado 1 de junio, Día del Niño, el exreo político Lenín Salablanca se despidió de sus cuatro hijos. El “regalo” de ese día fue decirles que se marchaba. “Yo nunca los voy a dejar abandonados” les repetía siempre, y aunque sabía que su exilio no representaba eso, “me ha partido el corazón esa separación”, relató a CONFIDENCIAL.
Salablanca decidió exiliarse tras recibir una videollamada. La persona le aconsejó que se cuidara, que salvara su vida, que si podía irse, lo hiciera. Él califica el hecho como “sobrenatural” porque hasta ese momento mantenía su firmeza de quedarse en el país y continuar luchando, pese al asedio policial y las amenazas.
“Me voy de Nicaragua”, le dijo a su esposa. Vendió su moto, se comunicó con las personas de su más entera confianza y en un poco más de una semana ya estaba listo para exiliarse. La decisión fue aplaudida por su mamá, quien desde que fue excarcelado, en 2019, le había pedido que se fuera del país. Otras amistades también le dijeron que era una acción necesaria.
Aseguró que la decisión de exiliarse fue la “más difícil” que ha tenido que tomar desde abril de 2018, cuando se involucró en la lucha cívica. “Dejar tu patria, cuando he estado dispuesto a darlo todo, me ha dolido”, reconoció.
Salablanca salió de Nicaragua por veredas y prefiere que no se conozca el país donde se encuentra por seguridad.
Asume el exilio como un nuevo reto que se centra en “sobrevivir aquí afuera”, como antes lo hizo en Nicaragua con la cárcel, los golpes, amenazas y las decenas de veces que se enfrentó a la Policía que lo vigilaba. Sus amistades le dijeron que debía entender que su vida, su libertad y la seguridad de su familia estaban en riesgo.
Tras un mes fuera de su país agradece a Dios por conectarlo con personas que lo han apoyado y hasta ahora, considera su experiencia como “maravillosa”.
Un día después que Salablanca salió de Nicaragua el régimen orteguista empezó la cacería contra opositores, un factor que seguirá expulsando a más personas al exilio, afirmó el excarcelado político.
“Resistamos donde nos encontremos, pero regresar a Nicaragua a estas alturas no es una opción”, aseguró.
Karen Lacayo: “no quería dejar a mi hermano”
El preso político Edward Lacayo, conocido como “La Loba” aconsejaba a su hermana, Karen Lacayo, que saliera del país por su seguridad. Le repetía que su mamá, Esthela Rodríguez, no soportaría ver a dos hijos presos. Karen se negaba hacerlo, pero no tuvo otra opción cuando le advirtieron que aparecía en una lista de opositores que el régimen orteguista pretendía encarcelar.
Al ver el arresto de Cristiana Chamorro, Lacayo consideró que, después de capturar a los liderazgos de la oposición, arremeterían contra familiares de presos políticos que se han mantenido en la lucha cívica. Ella era la coordinadora de la Asociación de Familiares de Presos Políticos.
Lacayo sufrió asedio policial durante meses y, en varias ocasiones, la Policía les impidió a ella y su mamá salir de su casa, ubicada en Monimbó, Masaya. En 2019, también fue parte de un grupo de familiares de presos políticos que durante nueve días realizó una huelga de hambre en demanda de la libertad de los reos de conciencia. En esa ocasión, la Policía Nacional montó un cordón alrededor de la iglesia San Miguel, donde las mujeres junto al padre Edwing Román permanecieron incomunicadas.
Aseguró que salir del país fue una decisión difícil, pero su familia le dijo que preferían tenerla exiliada en vez de presa. Su mamá quedó triste porque ahora son dos hijos que no están a su lado. Lacayo, quien se exilió en México con su esposo e hijo adolescente, aseguró que no es fácil estar en un país que “no es tuyo, que no estás legalmente”.
“Fue una decisión complicada porque no quería salir de mi país, no quería dejar a mi hermano, mi familia, a mi madre en esto, sola”, expresó.
Lacayo no es la única persona que estaba bajo asedio policial, otras familias de presos políticos también se encuentran bajo esa situación y ven en el exilio una oportunidad de resguardar su libertad y acabar con la persecución. Sin embargo, no pueden hacerlo porque no cuentan con el presupuesto para partir. “En estos momentos Nicaragua no es un país seguro”, afirmó Lacayo.